Resumen
Capítulo 81: El Pequod se encuentra con el Virgen
El barco a cargo de Ahab se cruza con otro llamado Jungfrau, que en alemán quiere decir “virgen” o “doncella”. Se trata de un barco de Alemania. Su capitán, Derick De Deer, le suplica al Pequod por un poco de aceite. Ahab no le presta atención y le pregunta por Moby Dick. De Deer dice que no conoce ese cachalote. El Pequod abastece de aceite al barco alemán, que luego se despide. Después encuentran a una gran ballena y compiten por cazarla. De Deer se burla del Pequod y acelera hacia el animal, pero no lo alcanza porque, en el intento, casi se hunde. El barco de Ahab alcanza la ballena y sus hombres logran matarla, pero esta se hunde antes de que puedan amarrarla. Esto es extraño, porque los cachalotes muertos suelen flotar.
Capítulo 82: El honor y la gloria de la caza de la ballena
De acuerdo con Ismael, la caza de la ballena es un oficio antiguo y honorable. Por ejemplo, Perseo, hijo de Júpiter, es el primer ballenero, de un tiempo pasado, cuando los hombres usaban las armas para defender al prójimo y no para enriquecerse. Otra historia similar a la de Perseo es la de San Jorge y el dragón, que el narrador cuenta de inmediato. Asegura que el dragón es en realidad una ballena. Luego, llega a afirmar que los mismos dioses son balleneros, y cita el relato de Visnú, deidad hindú que encarna en una ballena para rescatar unas escrituras sagradas del fondo del mar.
Capítulo 83: Jonás considerado históricamente
Algunos habitantes de Nantucket dudan de la veracidad de la historia de Jonás. Ismael recuerda la principal razón de un ballenero de Sag Harbor para justificar esa desconfianza: en su anticuada Biblia, las ilustraciones de Jonás y la ballena son poco científicas; el monstruo no tiene el tamaño suficiente como para comerse a un hombre. Ismael refuta todos los argumentos de aquel hombre, pues cree que son tontos.
Capítulo 84: La voltereta
Queequeg está convencido de que es bueno engrasar el bote para que avance más rápido. Ismael explica un movimiento estratégico que hacen los balleneros, llamado voltereta. Es un modo de lanzar el arpón desde lejos, como si fuera una lanza.
Capítulo 85: La fuente
Ismael detiene nuevamente la narración y examina el chorro de la ballena. El cachalote respira muy pocas veces en comparación con el hombre y otros mamíferos, porque en sus grandes bocanadas logra oxigenar su sangre durante un largo rato. Cuando sale a la superficie para respirar, se expone a las armas de los cazadores. A las personas les resulta imposible saber con certeza de qué está compuesto el chorro que expulsan las ballenas. La hipótesis del narrador es que está formado por niebla.
Capítulo 86: La cola
El narrador examina esta parte del animal en particular y la celebra como un poeta. La cola de los cachalotes más grandes cubre un área de por lo menos cincuenta pies cuadrados. Es una trama densa de tendones. Al cortarla se diferencian tres partes: superior, media e inferior. Se trata de un órgano con una elasticidad sutil y cinco características especiales. La primera es que nunca se contorsiona. La segunda es que la usa para atacar a los hombres. La tercera es que, para Ismael, el sentido del tacto parece concentrado en la cola de la ballena. La cuarta es que puede usarla para jugar en el océano como si fuera un gatito. La quinta es que puede elevarla sobre la superficie para darse impulso y sumergirse en las profundidades. Para el narrador, esta es una visión magnífica, una escena de adoración a los dioses.
Capítulo 86: La Gran Armada
El Pequod llega al Océano Índico y se dirige hacia el mar de Java para llegar a aguas frecuentadas por los cachalotes. Ahab no se detiene para recargar las provisiones de agua dulce. El barco persigue a un gran grupo de ballenas. Queequeg dirige a los botes, e intentan capturar o dañar la mayor cantidad de cachalotes que pueden. Un animal dañado puede ser cazado con mayor facilidad en el futuro. Usan un elemento especial llamado “drugg”, propio de los indígenas de Nantucket y semejante a un grillete. La tripulación puede ver a través de la transparencia del agua cachalotes hembra alimentando a sus crías, que parecen mirar a los marineros a los ojos. Finalmente, logran capturar apenas uno de los cachalotes que han atacado con el drugg; el resto logra escapar.
Capítulo 88: Escuelas y maestros
Ismael describe los comportamientos de las ballenas según su sexo. Las hembras suelen formar grandes grupos, viajan juntas y se protegen entre sí. Entre ellas suele haber un macho grande y maduro, pero joven. El narrador lo califica como un “lujurioso otomano” (es decir, un hombre turco) rodeado por su harem. El conjunto de ballenas se llama "escuela", y el macho funciona como maestro. Por el contrario, las escuelas de machos tienen un comportamiento diferente: son más combativos, más peligrosos para el hombre y tienen menos solidaridad entre sí.
Capítulo 89: Pez sujeto y pez libre
Es frecuente que cuando varios barcos navegan juntos, una ballena logre escapar de uno pero sea capturada por otro. Esto es problemático, pero existe un código ballenero antiguo, proveniente de Holanda, que determina la diferencia entre un pez sujeto y un pez libre. Un pez sujeto pertenece al primer barco que lo ha atacado; puede estar vivo o muerto. Un pez libre puede ser capturado por cualquiera. Son regulares las disputas por la posesión de una ballena, tal como lo eran en la corte británica. Ismael compara los derechos de los hombres y las libertades humanas con la situación del pez libre.
Capítulo 90: Cabeza o colas
Ismael se detiene en la historia de un pez sujeto capturado por un ballenero que es reclamado por otro hombre, Lord Guardián. Este último intenta tomar la ballena como propia amparado por la ley, aunque el ballenero que lo ha capturado es un hombre muy pobre. El narrador se pregunta cuál es el principio que otorga a los reyes soberanía para decidir a quién corresponde la ballena. De acuerdo con Plowden, un jurista inglés de la época de los Tudor, las ballenas pertenecen al Rey y la Reina por su excelencia superior.
Capítulo 91: El Pequod se encuentra con el Rose-bud
El Pequod se encuentra con un barco francés llamado el Rose-bud. Antes de establecer contacto, Stubb se burla de su tripulación: dice que los franceses son malos balleneros. Luego les pregunta si alguno habla inglés, y pide información sobre Moby Dick. Responden que no conocen esa ballena. Entonces Stubb se da cuenta de que tienen una ballena de la que se puede obtener ámbar gris, una sustancia valiosa, y planea un engaño para robarles el animal. Le dice al capitán del Rose-bud que sus ballenas no tienen valor y que es peligroso tenerlas junto al barco. El hombre le hace caso y se deshace de sus animales. Cuando el Rose-bud se aleja, el Pequod atrapa el cadáver de la ballena que contiene ámbar gris.
Capítulo 92: Ámbar gris
Aquí se explican las características y usos del ámbar gris, una curiosa sustancia. Se trata de un elemento muy fino y valioso. Los turcos lo usan para cocinar y como incienso en actividades religiosas. En Europa lo usan para crear perfumes y fragancias, lo cual resulta paradójico, porque proviene del vómito de las ballenas. Ismael refuta la creencia generalizada de que las ballenas huelen mal, que se relaciona con la llegada de los primeros barcos balleneros que llegaban a Londres desde Groenlandia. En realidad, las ballenas no son criaturas con mal olor.
Capítulo 93: El náufrago
Varios días después de cruzarse con el barco francés, el Pequod vive una experiencia lamentable. Cuando se avista una ballena, algunos miembros de la tripulación bajan al mar en botes más pequeños para acercarse y capturarla, mientras que otros permanecen en la embarcación principal. Un joven negro llamado Pippin (o Pip) es uno de los que se quedan en el Pequod. Es un muchacho jovial que ama la vida; es inteligente y de buen corazón. Uno de los remeros del bote de Stubb se ha lastimado capturando la ballena proveedora de ámbar gris y Pip lo reemplaza. Cuando salen de cacería por primera vez, el joven se asusta mucho y salta al agua, donde se engancha con una estacha que le aprieta el pecho y el cuello. Es necesario cortar la cuerda para salvarlo. Stubb lo reprende severamente por su cobardía y le recuerda que, por regla general, no se debe saltar al agua. Le dice que, si vuelve a hacerlo, no lo ayudarán. Sin embargo, Pip vuelve a tirarse al mar poco tiempo después y Stubb mantiene su promesa. El chico solo se salva porque un bote cercano lo rescata. Después de este evento traumático, Pippin pierde la cordura y queda loco hasta el final.
Capítulo 94: Un estrujón de manos
La tripulación del Pequod exprime el esperma de la ballena que Stubb ha capturado. A Ismael, esta tarea lo invade de un sentimiento de abundancia, afecto y amistad. Quisiera exprimir esta sustancia para siempre. Luego describe el procedimiento necesario para preparar el cuerpo del cachalote para las refinerías donde se procesa la materia prima.
Capítulo 95: La sotana
En este breve capítulo, Ismael describe al pene de la ballena, pero no lo menciona explícitamente, sino que usa eufemismos. Lo compara con la figura del dios Yojo que acompaña a Queequeg por el color renegrido. Muchos marineros lo llaman “grandissimus” por su tamaño. Los barcos balleneros cortan esta parte del animal para sacar la grasa que contiene.
Capítulo 96: La refinería
La refinería del barco es una característica típica de los balleneros estadounidenses. Ismael la recorre y la describe. Luego, desde su puesto de vigía, se queda dormido al calor de la noche. Se despierta súbitamente y lo invade la sensación de que algo anda mal; una sensación de fatalidad, de muerte.
Capítulo 97: La lámpara
En la marina mercante, el aceite es escaso para los marineros, pero en un ballenero se usa el aceite para iluminar con abundancia. Los cazadores de ballenas disfrutan de las lámparas encendidas gracias al aceite más puro, que se puede extraer de las ballenas.
Capítulo 98: Estiba y limpieza
El aceite de ballena se guarda en barriles cuando todavía está tibio. Luego, al enfriarse, se lo baja a la bodega del barco. Así, en palabras de Ismael, “una vez más el leviatán regresa a sus profundidades nativas”. El spermaceti tiene propiedades como producto de limpieza: elimina todos los rastros de sangre que provoca el cortado de la ballena. Mientras Ismael comenta fascinado estas características de la sustancia, menciona que hay tres hombres sobre las cofas vigilando el océano.
Capítulo 99: El doblón
Con frecuencia Ahab se pasea por la cubierta y, durante su marcha, observa un doblón de oro con una extraña figura e inscripciones. Una mañana, el capitán mira esas palabras, como si buscara interpretarlas por primera vez, y cree que la moneda pertenece a la República del Ecuador. Toda la tripulación lo venera como un talismán de Moby Dick, porque Ahab ha prometido entregárselo a aquel que la aviste. Starbuck cree que el doblón carga con una profunda tristeza, y Stubb se burla de la importancia de esta moneda.
Capítulo 100: Pierna y brazo
El Pequod se encuentra con un nuevo barco, el inglés Samuel Enderby, y le pide novedades sobre Moby Dick. Un miembro de la tripulación afirma que han visto al monstruoso cachalote sobre la línea del Ecuador la estación pasada. Moby Dick le ha quitado el brazo a uno de sus hombres en esa oportunidad. Este hombre cuenta la historia de su encuentro con la ballena. La tripulación la ha atacado, pero Moby Dick ha logrado comerle el brazo de todas maneras. Entonces, el Dr. Bunger, cirujano del barco inglés, continúa la narración, comentando la severidad de la herida. Ahab se inquieta y pide más información sobre el paradero de Moby Dick. Bunger cree que la ballena no es maléfica en sí, sino que es extraña, pero de todos modos advierte a Ahab sobre el extremo peligro que implica luchar contra ella. El cirujano se pregunta si Ahab no está loco.
Análisis
El Pequod continúa cruzándose con otros barcos en su travesía (encuentra nueve en total a lo largo de toda la narración), y en los encuentros se repite, antes que nada, la pregunta obsesiva del capitán sobre la localización de Moby Dick. Al interactuar con Derick De Deer, capitán del Jungfrau que pide un poco de aceite, "Ahab lo abordó abruptamente sin prestar atención a lo que el otro traía en la mano" (513). Sin preocuparse demasiado por las necesidades de las otras embarcaciones, busca como loco obtener información sobre el legendario cachalote. Esta repetición sirve para construir la agigantada sed de venganza del capitán hasta el trágico final.
Cuando se produce el encuentro con el barco francés Rose-bud, también se repite la pregunta por Moby Dick para iniciar el diálogo. Los franceses responden que ni siquiera conocen el monstruoso cachalote y Ahab pierde por completo el interés en la interacción. Entonces, Stubb aprovecha la oportunidad para engañar a la otra tripulación. Se da cuenta de que el Rose-bud ha capturado ballenas de las que se puede extraer ámbar gris, una sustancia muy valiosa para fabricar perfumes, y valiéndose de la diferencia de idiomas, les hace creer que esas ballenas no son útiles, y que incluso representan un riesgo. Los franceses caen en la trampa y, bajo las órdenes de Stubb, el Pequod las roba. Esta secuencia completa la caracterización del segundo oficial como un hombre poco ético: antes lo vimos maltratar al cocinero Fleece y ahora leemos cómo despliega su talento para el engaño y la mentira.
Stubb también es exhibido como un hombre estricto con respecto a las reglas de la vida en altamar y, de alguna manera, como un sujeto cruel. Esto se ve con claridad cuando Pip se tira al agua por estar demasiado atemorizado. Este chico es un joven negro que debe reemplazar a un remero en los botes, tarea para la que no está preparado. La primera vez se asusta mucho y se lanza al mar, entonces Stubb lo reprende con intensidad y le recuerda una regla general: no debe tirarse del bote. Sin embargo, en otra oportunidad Pippin vuelve a hacerlo y esta vez Stubb no lo rescata. El chico es salvado por otro bote, pero pierde la cordura para siempre. Esta secuencia representa el futuro de toda la tripulación. Aunque Ismael todavía no puede explicarlo con precisión, el episodio se entrelaza con el destino de toda la tripulación: "un hecho de lo más lamentable, que terminó por ofrecer a esa predestinada embarcación, por momentos alocadamente alegre, una vívida y siempre presente profecía de los resultados desastrosos que pudieran aguardarle" (591).
Ahora bien, tanto el encuentro con el Jungfrau como con el Rose-bud presentan a las tripulaciones de otras nacionalidades de un modo despectivo. Los alemanes son rudos y traicioneros, ya que, aunque el Pequod le aporta un poco de aceite, el Jungfrau compite contra el barco de Ahab para cazar unas ballenas. Los franceses, por su parte, son ridiculizados como tontos o ignorantes. No conocen a Moby Dick e incluso carecen de saberes generales sobre la industria ballenera. Stubb remarca esta cuestión cuando planea engañarlos: "Sé muy bien que estos crapos franceses son unos pobres diablos como balleneros, y que a veces bajan los botes en las rompientes, a las que confunden con chorros de cachalotes; sí, y a veces zarpan de su puerto con la bodega llena de cajas de velas de sebo y despabiladeras, previendo que todo el aceite que sacarán no será suficiente como para mojar en él el pabilo del capitán; sí, todos sabemos estas cosas" (581). Así, la novela propone una defensa del modo estadounidense de trabajar en esta industria: los barcos de Nantucket comparten códigos, conocimientos, técnicas y herramientas, mientras que los barcos extranjeros siempre presentan alguna deficiencia o característica negativa.
Por otra parte, Ismael continúa su defensa de la industria ballenera y consolida su propia voz como autoridad en el asunto: "Cuanto más me zambullo en este asunto de la caza de la ballena, y hago llegar mis investigaciones a la fuente misma, más me impresionan su honorabilidad y su antigüedad; y sobre todo cuando encuentro tantos grandes semiodioses y héroes, profetas de toda especie que de una u otra forma le han impartido distinción, me siento impelido a considerar que yo mismo pertenezco, aunque sea en una posición subordinanda, a tan blasonada confraternidad" (525).
Para profundizar esa defensa, como en todo el libro, intercala momentos narrativos y pasajes explicativos sobre las ballenas. Entre ellos se destaca la consideración del relato bíblico de Jonás y la ballena, ya presentado por el padre Mapple durante su sermón en Nantucket. Jonás es un profeta que desobedece a Dios y, como castigo, es devorado por un gran pez. Ismael está convencido de que se trata de una ballena. El profeta vive tres días adentro del animal. Algunos marineros desconfían de este relato, pero Ismael asegura que tiene veracidad histórica. En su postura analítica y crítica, el narrador comenta que la desconfianza proviene de un error: las Biblias antiguas tienen ilustraciones poco científicas que expresan de manera equivocada el tamaño de la ballena en cuestión.
En ese sentido, una problemática que Ismael (como todo estudioso del tema) debe enfrentar constantemente es que las ballenas son muy difíciles de conocer porque viven en las profundidades del mar y porque son tan grandes, tan desmesuradas, que es imposible capturarlas para hacer un examen detenido. Por eso, las fuentes suelen ser poco precisas y ni siquiera él mismo puede dar una visión completa y exacta del asunto. Así, las ballenas son presentadas como seres misteriosos: hay aspectos de ellas que el hombre no puede conocer con precisión. Un claro ejemplo de ello es su chorro, una visión espectacular, pero enigmática: no se sabe si está compuesto de agua o aire.
A su vez, Ismael intenta comprender y explicar el comportamiento de las ballenas como seres sociales: afirma que los cetáceos viajan en manadas para protegerse de los humanos y observa que se organizan en grupos de machos, por un lado, y de hembras, por el otro. Sus descripciones muestran las ballenas como semejantes a los humanos, y provocan ternura y empatía:
Pues suspendidas en esas bóvedas acuáticas, flotaban las formas de las madres que amamantaban a sus hijos, y otras que pronto serían madres. El lago, según he indicado, era transparente hasta una profundidad considerable, y así como los hijos de los seres humanos, mientras maman, apartan la calma y fija mirada del pecho como si llevaran dos vidas separadas al mismo tiempo, y al absorber el alimento mortal espiritualmente se deleitaran con una reminiscencia no terrenal, de igual manera llas crías de estas ballenas parecían levantar la vista hacia nosotros (559).
El narrador, entonces, presenta a las ballenas a través de una serie de personificaciones, como si tuvieran las caracterísiticas asignadas en la época a los hombres y a las mujeres humanos. Así, las hembras son más cuidadosas entre sí, mientras que los machos son más letales y peligrosos para las personas. Entre los grupos de hembras, además, viaja un macho poderoso al que se describe como un "otomano", es decir, como un hombre turco, rodeado de su harén (es decir, un conjunto de mujeres): "En verdad, este caballero es un lujurioso otomano que navega por todo el mundo acuático rodeado de la compañía de los solaces y deleites del harén. El contraste entre este otomano y sus concubinas es llamativo, porque si bien él es siempre de las mayores proporciones leviatánicas, las damas, aunque totalmente crecidas, no tienen más que una tercera parte del volumen de un macho de tamaño medio" (564).
Por último, es preciso considerar que estos capítulos enfatizan el destino trágico, fatal, al que se dirige el Pequod. Al describir los trabajos intensos de la tripulación en la refinería para obtener y conservar el esperma de ballena, Ismael comenta que se trata de una tarea infernal: los marineros se cuentan sus pecados e historias de terror rodeados por el fuego que consume los restos del cadáver de la ballena capturada, en el medio de la total oscuridad de la noche en alta mar. En ese contexto, él mismo tiene una sensación que funciona como indicio de la tragedia: "esa noche, en particular, me sucedió algo extraño (y desde entonces inexplicable). Al despertarme, sobresaltado, de un breve sueño de pie, tomé consciencia de que algo estaba fatalmente mal" (608). Y de inmediato completa: "Una sensación de rigidez y azoramiento, como de muerte, me dominó" (608).