Resumen
Etimología
En este apartado inicial, previo a la ficción propiamente dicha, un narrador en primera persona explica los significados históricos de la palabra "ballena" y presenta su traducción a varias lenguas.
Extractos
El mismo narrador presenta una enumeración de citas de autoridad sobre el tema de las ballenas.
Capítulo 1: Vislumbres
La novela comienza con la famosa frase “Llámame Ismael”. El narrador, ya presente en los apartados iniciales, comienza la ficción. Narra que suele ir al mar cuando comienza a sentir melancolía. Se embarca como trabajador, como simple marinero y no con un cargo jerárquico. Así, puede recibir un pago y disfrutar del ejercicio y el aire puro de altamar. También siente un gran interés por las ballenas.
Capítulo 2: El saco de marinero
Ismael llega a New Bedford y hace una parada allí en su camino hacia Nantucket, para embarcarse en un barco ballenero. Pasa por varias posadas antes de llegar a La Posada del Chorro de la Ballena, donde decide descansar esa noche.
Capítulo 3: La Posada del Chorro de la Ballena
Esta posada le recuerda a Ismael la parte interior de un viejo barco. El patrón de la posada le dice que debe compartir la cama con otro hombre porque todos los cuartos están ocupados. Al narrador la idea no le gusta para nada, pero no tiene otra opción. Su compañero es un arponero de “piel oscura”, por lo que Ismael desconfía. Intenta dormir sobre un banco de madera, pero es demasiado incómodo. Luego se dirige al cuarto, pero el arponero no está allí. La habitación está muy fría. Sobre el piso hay anzuelos, arpones y una gran bolsa de marinero. Después de un largo rato aparece el arponero, que en principio parece peligroso. Es Queequeg, viene de Nueva Zelanda y se ha dedicado a vender cabezas humanas por el pueblo. Se desviste para dormir y entonces Ismael ve que tiene el rostro, el pecho y los brazos tatuados. Lleva una tomahawk, es decir, un hacha de guerra de los indígenas norteamericanos que también sirve como pipa. Ismael se siente inseguro y solo se mete en la cama porque el patrón de la posada obliga a Queequeg a acostarse sin la tomahawk. A pesar de todos sus temores y prejuicios, esa noche Ismael duerme mejor que nunca.
Capítulo 4: El cubrecama
Ismael se despierta y encuentra el brazo de Queequeg alrededor de su cuerpo, abrazándolo de manera afectuosa. Después de reflexionar un poco sobre este extraño compañero, lo despierta. Queequeg se viste de un modo raro: primero se pone el sombrero y las botas. Luego se lava el pecho y los brazos, pero no el rostro. De acuerdo con el narrador, Queequeg es una figura en transición, “ni oruga ni mariposa” (79): combina características de las sociedades salvajes con comportamientos y actitudes civilizados.
Capítulo 5: El desayuno
Ismael baja al bar, que está lleno de huéspedes que ve por primera vez. La mayoría de ellos son balleneros. Algunos tienen modales más desenvueltos, porque han viajado mucho. Sin embargo, el narrador recuerda que hombres como Ledyard y Mungo Park, grandes viajeros del pasado, no se destacan por sus modales de salón. Queequeg se sienta en la cabecera y usa su arpón como utensilio para comer.
Capítulo 6: La calle
Durante su primer recorrido de día por New Bedford, Ismael camina por el puerto y observa sujetos inclasificables que llegan desde territorios y culturas lejanos. Asegura que allí es normal encontrar caníbales conversando en las esquinas. Establece diferencias entre “nosotros, los balleneros” y otros trabajadores inexpertos que llegan al lugar para ganar dinero. Toda la economía del lugar se basa en la caza de ballenas y los productos que se fabrican a partir de ella.
Capítulo 7: La capilla
En New Bedford se encuentra la Capilla de los Balleneros, que reúne a fieles silenciosos y dispersos, pues la mayoría solo está de paso. Queequeg la mira con cierta incredulidad, y es el único que nota la entrada de Ismael a la misa. Hay muchas lápidas en honor a la memoria de balleneros perdidos en el mar. Ismael las contempla como un augurio de lo que podría pasarle a él mismo. Sin embargo, recupera el entusiasmo: si bien hay mucho riesgo de muerte en el negocio de las ballenas, el narrador cree que nos equivocamos al pensar en el asunto de la vida y la muerte: el cuerpo puede correr riesgos, pero lo que verdaderamente importa es el alma.
Capítulo 8: El púlpito
Ismael no ha pasado mucho tiempo dentro de la capilla cuando llega el padre Mapple, un sacerdote cristiano célebre por sus prédicas. Ha sido marinero y arponero, pero ha abandonado esos oficios y se dedica al sacerdocio hace varios años. El padre Mapple tiene una amplia reputación por su sinceridad y su santidad. El frente del púlpito es semejante a la proa redondeada de un barco, y allí está apoyada la Santa Biblia. Ismael cree que ese diseño tiene un significado importante, porque el púlpito es como la parte delantera del mundo. Desde allí se perciben las tormentas de Dios y desde allí se lo invoca. De acuerdo con el narrador, “el mundo es un navío en un viaje de ida, que no es completo, y el púlpito es su proa”.
Capítulo 9: El sermón
El padre Mapple se sube al púlpito y hace una pausa. Luego reza, canta un himno y ofrece un sermón que retoma y analiza el relato de Jonás y la ballena, preguntándose cuál es la enseñanza que nos deja. Cree que es una lección para los hombres pecadores y para Dios, ya que Jonás comete el pecado de la desobediencia a Dios: piensa que un barco fabricado por hombres podrá llevarlo hasta tierras donde Dios no reina. Su historia enseña a buscar la Verdad en el rostro de la Falsedad, aún si lo verdadero es desagradable.
Capítulo 10: Un amigo del alma
Ismael regresa a la Posada del Chorro de la Ballena y encuentra a Queequeg totalmente solo. Este se ha retirado de la capilla antes de la bendición. Ismael lo observa con detenimiento; cree que, aunque tiene el rostro estropeado por los tatuajes, su expresión no es para nada desagradable. Lo considera como una “versión caníbal” de George Washington. Queequeg no se relaciona con los otros huéspedes de la posada, pero se lo ve completamente cómodo y sereno. Ismael ya no lo ve como una amenaza, sino que se siente atraído hacia él y lo ve como un protector. Le pregunta si serán compañeros de cama nuevamente y lo invita a fumar juntos. Esa noche realizan una ceremonia pagana. Ismael es cristiano, nacido y criado, y defiende esa creencia religiosa, pero reflexiona sobre la devoción, los cultos paganos y la voluntad de Dios. Cree que, en última instancia, todas son formas de venerar al verdadero Dios. Luego, Queequeg e Ismael se quedan dormidos juntos, como “una íntima, amante pareja”.
Capítulo 11: El camisón
Queequeg e Ismael están recostados en la cama, conversando y dormitando. Queequeg pone sus piernas sobre las de Ismael. En esta escena, el salvaje le cuenta su historia de vida, que Ismael narrará en el siguiente capítulo.
Capítulo 12: Biográfico
Queequeg es nativo de Kokovoko, una isla de Nueva Zelanda que “No está en ningún mapa: los lugares verdaderos nunca lo están”. Su padre es un rey y su tío, un alto sacerdote. Pero Queequeg, desde joven, siente curiosidad por conocer el mundo cristiano. Cuando un barco llamado Sag Harbor visita la isla, el chico intenta sumarse a la tripulación, pero está completa. Entonces se sube a una canoa e intersecta el barco en altamar. El capitán lo amenaza con tirarlo por la borda, pero Queequeg no se acobarda. Entonces lo acepta como marinero. Ismael se pregunta por qué Queequeg no quiere volver a casa y ser coronado como heredero del trono de su padre, pero él no puede hacerlo tras su contacto con los cristianos. El arpón ha reemplazado el cetro en la vida de Queequeg, y este quiere volver a embarcarse. Entonces deciden ir juntos a Nantucket.
Capítulo 13: La carretilla
Los huéspedes de la posada se sorprenden por la repentina amistad entre Ismael y Queequeg, que piden prestada una carretilla y emprenden su camino hacia Nantucket. Queequeg cuenta una historia graciosa sobre la primera vez que vio una carretilla y no sabía cómo funcionaba. Logran subir a bordo de una goleta para viajar al destino deseado. En la embarcación, un joven campesino se burla de Queequeg, que se defiende empujándolo. El chico se queja con el capitán del barco; dice que Queequeg es el demonio. El capitán lo reprende, pero luego el joven cae por la borda y Queequeg lo rescata. Todos creen que es una buena persona y el capitán le pide disculpas.
Capítulo 14: Nantucket
Nantucket no es más que una colina y un codo de arena, pura playa. El narrador cuenta una historia tradicional maravillosa sobre la llegada de los indígenas pieles rojas a la isla: un águila secuestra a un bebé indígena tomándolo por los talones, y sus padres, desesperados, la siguen en canoas hasta llegar a la isla, donde encuentran el esqueleto del niño.
Capítulo 15: Guiso de pescado
Llegan tarde a Nantucket y se dirigen a una posada llamada Las Marmitas. La dueña, Hosea Hussey, es prima de Peter Coffin, patrón de la posada de New Bedford. Allí sirven guiso de almejas y guiso de bacalao en todas las comidas. Al narrador le parece extraño, pero cuando los prueba cree que son deliciosos.
Capítulo 16: El barco
Queequeg ha consultado a Yojo, pequeña figura de su dios hecha en madera negra, para tomar decisiones sobre la aventura en la que embarcarán. En Nantucket hay tres barcos que se preparan para realizar viajes de tres o cuatro años: el Devil-Dam, el Tit-bit y el Pequod. Este último lleva ese nombre en honor a un grupo indígena de Massachusetts. El Pequod es un barco de la vieja escuela, más bien pequeño y con el aspecto de un mueble viejo. Su antiguo capitán es Peleg, que hace muchos años está retirado y solo cumple funciones desde tierra firme. Ismael se presenta solo y Peleg desconfía de él porque no tiene experiencia como ballenero. El joven habla de sus trabajos previos en la marina mercante, que para Peleg son un juego de niños. Finalmente lo acepta a bordo porque Ismael está muy entusiasmado y dispuesto a enfrentar el duro viaje. Peleg le habla del actual capitán, llamado Ahab, que ha perdido una pierna en un enfrentamiento con una ballena. Bildad es el otro dueño del barco y, al igual que Peleg, es un “cuáquero combatiente”, es decir, pertenecen a la sociedad de cristianos protestantes disidentes de esa región de Estados Unidos que se caracteriza por llevar una vida pacífica y serena, pero también son “combatientes”, porque en alta mar son de los cazadores de ballenas más feroces. Entre ambos discuten violentamente para decidir cuánto le pagarán a Ismael por su trabajo sobre el Pequod. Se trata de un porcentaje de las ganancias. Luego, Ismael firma los documentos necesarios y pide conocer al capitán Ahab. Sin embargo, no puede verlo. Peleg lo describe como un hombre muy extraño pero bueno; es “imponente, impío, pero se parece a un dios”. Es un hombre de mucho conocimiento, porque ha ido a la universidad, pero también ha vivido entre caníbales. Lo compara con el antiguo rey Ahab. Ismael ya se ve atraído por esta figura misteriosa; siente simpatía y tristeza al oir su descripción.
Capítulo 17: El Ramadán
Queequeg lleva a cabo un ayuno, es decir, un día sin comer ni beber, que Ismael llama “Ramadán”. El narrador respeta la solemnidad de esta práctica y no lo molesta hasta la noche. Ismael cree que tradiciones religiosas como estas son tontas y poco saludables, ya sean cristianas o paganas. Al regresar a la habitación que comparten, Ismael encuentra la puerta cerrada con llave y entra en pánico porque no ve el arpón de Queequeg. Cree que su amigo se ha suicidado y hace que la Sra. Hussey abra la puerta. Adentro encuentran a Queequeg sumido en una gran calma, en un estado de meditación, con su Yojo sobre la cabeza y en completo silencio. No habla ni una palabra hasta que vuelve a asomarse el sol. Entonces, apoya su frente sobre la de Ismael y anuncia que su ayuno ha terminado.
Capítulo 18: Su marca
Ismael debe convencer a Peleg de que también tome a Queequeg como miembro de la tripulación del Pequod. Al principio Peleg no quiere hacerlo, porque lo considera un caníbal y no tiene la documentación necesaria. Pero Ismael le asegura que pertenece a la Primera Iglesia Congregacional, es decir, a la congregación más extendida en esta región de Estados Unidos durante la época colonial. Peleg y Bildad desconfían, pero Ismael demuestra su talento retórico para convencerlos: asegura que Queequeg pertenece a la antigua iglesia católica, la misma a la que pertenecen todos los hombres. Entonces Peleg acepta y le pide a Queequeg (a quien llama Quohog) que escriba su nombre. Este no sabe escribir, pero tiene una marca personal que usa como firma; se trata de una extraña figura redonda que también lleva tatuada en el brazo.
Capítulo 19: El profeta
Queequeg e Ismael bajan del barco y, en la calle, se cruzan con un desconocido misterioso que les pregunta si han firmado los documentos para subir a bordo del Pequod. Les pregunta si en esos papeles han vendido sus almas, y si ya conocen al capitán Ahab, a quien llama el “Viejo Trueno”. Los interroga sobre el pasado del capitán y les hace saber que no saben a lo que se están enfrentando. Ismael le responde que Ahab se encuentra enfermo, pero el extraño hombre le dice que no es así, y les recuerda que el viejo ha perdido una pierna. Ismael cree que es un loco, pero antes de alejarse de él le pregunta cómo se llama. El extraño se presenta como Elías.
Capítulo 20: En plena actividad
Hay mucho movimiento y actividad a bordo del Pequod antes de que comience el viaje, porque los marineros trabajan en los preparativos para la travesía. Cargan la embarcación de comida y todas las provisiones necesarias para una aventura de tres años. Ismael tiene ganas de adentrarse en el mar, pero se siente un poco arrepentido de haberse comprometido con un viaje tan largo. De todos modos, él y Queequeg se preparan para salir temprano la mañana siguiente.
Análisis
Desde el comienzo, gracias a la "Etimología" y los "Extractos", observamos que Moby-Dick es una obra con una gran diversidad de tipos textuales: entre la ficción se mezclan capítulos explicativos sobre temas históricos, religiosos y científicos, así como comentarios filosóficos y críticos. También conocemos a su narrador, el célebre Ismael, que cuenta la historia como uno de sus personajes principales, en primera persona. En el primer capítulo sienta el marco general de su narración: se encuentra en la zona norte de la Costa Este de los Estados Unidos y emprenderá un viaje en un barco ballenero, un tipo de embarcación muy activa en la época.
Todos los espacios por los que pasa Ismael en esta sección inicial están marcados fuertemente por la vida marítima. La dinámica de estos lugares se basa en las actividades de los barcos y de los marineros. Se trata de ciudades portuarias, costeras, llenas de personajes provenientes de diferentes partes del mundo, que por lo general están allí de paso, de manera transitoria. Estos sujetos tienen características extrañas pero, de un modo u otro, todos llevan vidas de marineros. Además, las edificaciones también se presentan con relación al mar. Por ejemplo, la decoración de la Posada del Chorro de la Ballena está repleta de representaciones de barcos y de monstruos marinos. Por su parte, la capilla donde predica el padre Mapple tiene la forma de una proa de barco.
La primera veintena de capítulos es la única dedicada a la vida en tierra firme, y se focaliza mucho en la caracterización de Ismael. Este se presenta como un joven estadounidense que no tiene dinero y desea una travesía marítima porque es buena para la salud (tanto mental como espiritual), porque puede ganar dinero y porque tiene muchas ganas de conocer a las ballenas. Otro aspecto central del narrador es su carácter de cristiano, que se remarca mucho en estos capítulos iniciales. No solo va a misa y dedica unos cuantos capítulos a describir la capilla de Nantucket, al sacerdote y a su sermón, sino que además declara explícitamente: "Yo era un buen cristiano, nacido y criado en el seno de la infalibre Iglesia Presbiteriana" (110).
Ahora bien, sus creencias son puestas en jaque porque conoce a Queequeg, a quien considera un "salvaje". El hombre de Nueva Zelanda tiene un aspecto y unas costumbres muy distintas a las que Ismael considera "civilizadas". Su piel es oscura, está lleno de tatuajes, adora la figura de un santo de madera llamado Yojo y practica ayunos. Si bien en un principio estas diferencias le generan temor y desconfianza, rápidamente el narrador percibe que Queequeg es un buen hombre. Incluso encuentra en él virtudes muy valoradas por la sociedad cristiana: Queequeg es sereno, valiente y leal. Esto se demuestra cuando rescata a un campesino que acaba de burlarse de él. Queequeg entonces es presentado como una figura en constante transición, "ni oruga ni mariposa" (79) y aunque Ismael nunca olvida que es un hombre de piel oscura y lleno de tatuajes, lo compara con George Washington, primer presidente de Estados Unidos y figura paradigmática de esa nación.
Queequeg también se encarga de proteger a Ismael. Entre ambos se produce una gran intimidad: son amigos del alma, hermanos, y hasta parecen marido y mujer. Duermen juntos (sin tener relaciones sexuales en el plano explícito del texto) y para el narrador esta es una experiencia muy placentera. En ese sentido, hay muchas interpretaciones que los caracterizan como una pareja homosexual. Este es un aspecto muy provocativo para la época.
A partir de su encuentro con culturas no cristianas, el narrador pone en duda algunos dogmas. Asegura que, en última instancia, los cristianos y los paganos son iguales. Por ejemplo, aunque está en desacuerdo con los ayunos, porque le parecen poco sanos, respeta la solemnidad de Queequeg durante el Ramadán. Además, Queequeg tiene esa figura de madera que representa a su dios Yojo e Ismael, desde su formación cristiana, cree que adorarla es propio de un "salvaje idólatra", pero rápidamente reflexiona: "Pero ¿qué es rendir culto? Hacer la voluntad de Dios: eso es rendir culto. Y ¿cuál es la voluntad de Dios? Hacer por el prójimo lo que se desea que el prójimo haga por uno: esa es la voluntad de Dios. Ahora bien. Queequeg es mi prójimo. Y ¿qué deseo yo que haga Queequeg por mí? Pues que se una a mi forma presbiteriana de culto. En consecuencia, yo debo unirme a él en su culto. Ergo, debo volverme idólatra" (111). Ismael aplica la lógica para pensar por sí mismo los conceptos religiosos y llega a conclusiones que igualan a los hombres entre sí aunque provengan de culturas muy diversas. Para la época en que se publica este libro, mediados del siglo XIX, estas afirmaciones son muy provocativas y se consideran blasfemas; son como insultos a lo sagrado de las religiones cristianas.
Por otra parte, en estos capítulos también son relevantes las referencias a las culturas indígenas de Estados Unidos. Por ejemplo, Queequeg tiene una tomahawk, herramienta que funciona como arma y como pipa, típica de los nativos americanos. Además, Ismael dedica el Capítulo 14 a describir Nantucket y, para explicar por qué los hombres del lugar tienen una tendencia a la actividad marinera, renarra la mitología originaria, que explica la llegada de los indígenas pieles rojas al lugar. La presencia de estas culturas en Moby Dick se materializa también en el nombre de la embarcación que deciden abordar el narrador y su amigo: Pequod es el nombre de una etnia guerrera de Connecticut (Ismael dice que es de Massachusetts, pero se equivoca). En este sentido, es importante señalar que Melville, autor de la novela, es reconocido por defender los derechos de estos pueblos originarios en la época. Si bien su perspectiva siempre tiende a resaltar los valores blancos y cristianos, no deja de señalar la presencia de otras culturas y la necesidad de respetar a todos los humanos, más allá de sus aspectos físicos, orígenes y religiones.
Otra cuestión que se manifiesta desde el inicio es el tema de la muerte, condensado con potencia en la imagen de las lápidas en memoria de marineros muertos en altamar que están dispuestas en la capilla. Ismael las contempla como augurios de lo que puede sucederle en la travesía. De esta manera, el tono trágico de la novela queda marcado desde el principio. A partir de allí encontraremos muchísimos presagios y señales que los protagonistas interpretan como signos de buena o mala suerte. También los misteriosos comentarios de Elías quedan resonando en los pensamientos de Ismael como un mal augurio. Justo antes de embarcar, se arrepiente un poco de haberse comprometido con un viaje tan largo, pero sus ganas de emprender la aventura pensan más.