Como figura principal del movimiento surrealista, Breton explora la teoría del surrealismo a través del personaje titular Nadja. En la teoría, la realidad y el sueño se combinan en una sola entidad que es absoluta, abstracta y hermosa. Además, hace hincapié en la expresión de la mente inconsciente, que parece estar en el centro de la narración. Por lo tanto, el personaje de Nadja podría ser un estado mental o un producto de la imaginación del narrador y no necesariamente una persona real.
Antes de que el narrador conozca a la mujer, habla de experiencias y literatura que ahondan en la teoría del surrealismo. Un día tiene un encuentro con Nadja y comienzan a tener conversaciones profundas sobre diferentes temas. Poco a poco se vuelve obsesivo y empieza a depender de las interacciones y los momentos románticos con Nadja. Al principio, su visión no convencional del mundo inspira al narrador, pero se da cuenta de que Nadja es mentalmente inestable. A medida que ella le revela más cosas sobre su vida, él empieza a sentir indiferencia hacia su relación. Si Nadja es una persona real o una ilusión, el narrador pasa por cambios emocionales que van desde el enamoramiento y el amor hasta la apatía y la falta de interés.
Después de que Nadja sea internada en un sanatorio, el narrador comienza a rumiar su ausencia y el significado de la misma. Al separarse de la forma corporal de la mujer, empieza a apreciarla y a inspirarse en ella. Nadja es una encarnación de las ideas en las que el narrador cree y que se aprecian tanto en su presencia como en su ausencia. La belleza del personaje emana de ambas formas, lo que pone de manifiesto su profundidad.