Nadja Imágenes

Nadja Imágenes

Descripción del teatro al que iba Breton con Jacques Vaché (imagen visual)

"Pero ¿qué podré evocar yo, por lo que se refiere a esa imagen, la más fugitiva y la más vivaz de mí mismo, a esa imagen acerca de la que hablo conmigo mismo, que esté a la altura de la entrada en aquella sala de grandes espejos desgastados, adornados en su base con cisnes grises que se deslizaban por entre juncos amarillos, de palcos con rejillas, carentes por completo de aire, de luz, tan poco tranquilizadores, de aquella sala por la que huroneaban las ratas durante la representación, rozando los pies de los espectadores, donde ¡uno podía escoger entre una butaca desfondada y otra butaca cuyo respaldo podía volcarse! al llegar?".

El teatro al que Breton iba con Jacques Vaché a ver obras de baja calidad actoral era un sitio bastante sucio y descuidado. El narrador admite haber concurrido muchas veces, tantas que hasta puede recordar de memoria algunos versos que recitaban las actrices. Básicamente, iba a ver esas obras porque le gustaba estar en el lugar, pero no les prestaba verdadera atención, sino que las tomaba, más bien, como un telón de fondo de las conversaciones que tenía con su amigo.

Torpeza del camarero (imagen visual)

"En efecto, mientras que es capaz de servir correctamente las mesas vecinas, derrama el vino al lado de nuestras copas y, aunque pone todo tipo de precauciones para colocar ante uno de nosotros un plato, empuja otro que cae y se rompe".

En una ocasión, Nadja y André van a cenar a un restaurante. Allí hay un camarero que queda fascinado con el aspecto de Nadja. Por eso se vuelve torpe en sus gestos, llegando a romper gran cantidad de platos o a derramar el vino fuera de la copa. Nadja y André se divierten con la situación. Parece ser que ella suele causar esta impresión en determinada clase de hombres, que no pueden focalizar la atención en sus tareas si ella está cerca.

Peinado de Nadja (imagen visual)

"Nadja también se ha representado repetidamente con la apariencia de Melusina que, de entre todas las personalidades míticas, parece que era la que más próxima le era [...] consiguiendo a toda costa que su peluquero distribuyera sus cabellos en cinco mechones bien distintos, de manera que se formara una estrella en lo alto de su frente. Además debían estar echados hacia delante para acabar en forma de cuernos de carnero delante de las orejas, siendo así que el enroscamiento de esos cuernos era también uno de los motivos que más a menudo utilizaba".

En este pasaje descriptivo, André cuenta cómo era el peinado que se realizaba Nadja en ciertas ocasiones, el cual le hacía parecerse a una figura mítica llamada Melusina. Al mismo tiempo, tener el cabello distribuido de ese modo le ofrecía ideas a ella misma para dibujar en sus cuadros.

Hombre en el techo del tren (imagen visual)

"Para mayor tranquilidad, me asomo al exterior por segunda vez. Justo a tiempo para ver, con toda nitidez, cómo se retira la cabeza de un hombre tendido de bruces sobre el techo del vagón, encima de nosotros, y que, efectivamente, lleva una gorra de uniforme".

Cuando Nadja ya ha comenzado a mostrar signos de su enfermedad mental, Breton cree que ha tenido una alucinación cuando le asegura haber visto un hombre cabeza abajo encima del vagón del tren. Sin embargo, él se asoma para revisar y constata que esto es cierto y que, al menos en esa ocasión, no ha creído imaginar nada que no existiera.

Anécdota del hombre del hotel (imagen visual)

"Un minuto más tarde, un hombre extraordinariamente agitado, con la ropa cubierta de barro, ensangrentado y casi sin aspecto humano, se dirige al conserje: 'Señor Delouit. — ¿Cómo que señor Delouit? Basta de bromas. El señor Delouit acaba de subir. — Perdone, soy yo… Acabo de caerme por la ventana. ¿Cuál es el número de mi habitación, por favor?'".

Hacia el final de la novela, André Breton cuenta una anécdota graciosa en torno a un hombre que tiene poca memoria y por eso le pide al conserje del hotel que cada vez que entre le recuerde el número de su habitación. Sin embargo, una vez, luego de ingresar, se cae por la ventana y al instante vuelve a solicitarle el número al conserje, pues su memoria no dura más que un par de minutos. Pero el conserje no le reconoce enseguida, pues está cubierto de barro y todo lastimado.

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