Nadja Ironía

Nadja Ironía

Cuando Breton conoce a Nadja, ignora que será algo malo (ironía dramática)

"Nunca había visto unos ojos como aquellos. Sin vacilar, entablo conversación con la desconocida, admito por lo demás que esperándome lo peor".

Esta frase corresponde al primer momento en que André ve a Nadja en la calle. Tan pronto como la ve caminar, le llama la atención, por lo que enseguida comienza a conversar con ella. Agrega que le esperaba lo peor, pero esto es algo que no sabe en ese momento, sino que se da cuenta tiempo después, pasados los acontecimientos que comparten juntos.

Breton cree explorar algo nuevo cuando en realidad vuelve sobre sus pasos (ironía situacional)

"Es posible que mi vida no sea más que una imagen de esa naturaleza y que yo, creyendo explorar algo nuevo, esté condenado en realidad a volver sobre mis pasos, a tratar de conocer lo que debería ser capaz de reconocer perfectamente, a aprender una mínima parte de cuanto he olvidado".

Dado que en alguna medida Breton se considera a sí mismo como un fantasma, sus acciones se vuelven irónicas en sí mismas, puesto que, queriendo conocer algo nuevo, en realidad está repitiendo cosas que ya ha realizado o conocido.

Nadja dice que iba a la peluquería cuando andaba sin rumbo fijo (ironía verbal)

"Acude, según dice, a una peluquería del bulevar Magenta (digo: según dice, porque al instante me entran las dudas y porque más adelante ella misma había de reconocer que iba sin ningún rumbo preciso)".

Cuando André se encuentra a Nadja en una calle en la que no tenía necesidad de estar estar, debido al lugar en que iban a encontrarse un momento después, ella le dice una cosa por otra. Más tarde le confesará que no quería admitir que deambulaba sin rumbo fijo.

Breton dice que le causa envidia algo que en realidad le causa rechazo (ironía verbal)

"Me produce envidia (es una forma de hablar) todo aquel que dispone de tiempo para preparar algo parecido a un libro y que, habiéndolo concluido, sabe cómo interesarse por el destino de ese objeto o por el destino que, después de todo, ese objeto le reserva".

Cuando se refiere a otros escritores, Breton dice que le causan 'envidia' los que tienen tiempo para preparar un libro y ocuparse de su venta o distribución. Sin embargo, como bien aclara en el paréntesis, no es cierto que le cause envidia, sino que es solo 'una forma de hablar'. Antes bien, parece causarle rechazo el hecho de que les importe verdaderamente el destino de ese objeto una vez que ya ha sido escrito. En algún punto, Breton parece considerar que quien escribe el libro es una persona separada de ese objeto y no debería preocuparse más por él, sino por vivir su vida.

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