En la primera parte de la novela, André Breton se adentra en pensamientos filosóficos y teorías surrealistas sobre la vida. Aborda la noción de que comprenderse a uno mismo es darse cuenta de lo que el individuo persigue. André pasa a narrar diferentes historias aleatorias y sin relación entre sí que sólo están conectadas por su carácter aleatorio. Procede a mencionar a los escritores franceses que admira y expone las teorías en sus obras.
En la segunda parte, narra la historia de un encuentro con una mujer llamada Nadja mientras caminan por la calle. Entablan una conversación que le lleva a obsesionarse con Nadja por sus historias y filosofías.
En los días siguientes, le cuenta las relaciones que ha mantenido con sus amigos varones. Por ejemplo, en un caso en el que su amigo masculino le hizo comprar cocaína con el fin de venderla y ella fue detenida. Como André queda fascinado con ella y su vida, afirma que escribirá un libro sobre ella. Un día, en la estación de tren, se encuentran con un borracho que le revela más sobre la personalidad de Nadja.
Con el tiempo, André empieza a perder interés en ella porque cree que sus historias podrían ser mentiras. Comienza a distanciarse de Nadja al enterarse de que es mentalmente inestable. Nadja es internada en un sanatorio, pero André cree que eso la empeorará en lugar de mejorarla. Durante el resto de la novela, piensa en su ausencia, que le inspira más que su presencia.