“¡O hay religión o no la hay, esto es, o los curas son libres o no lo son! ¡El país se pierde, está perdido!".
Esta cita del fray Dámaso expone con claridad su creencia de que la iglesia debe seguir siendo más poderosa que el Estado. Fray Dámaso es un cura entrado en años. Representa dentro de la novela a la Iglesia católica tradicional, aquella que acostumbró tener el absoluto poder en las colonias españolas, como las Islas Filipinas.
Aunque en el momento en el que aparece esta cita el lector no conoce los motivos que impulsan a Dámaso, queda claro que este considera que los sacerdotes deben ser completamente libres para actuar como les plazca. Esta libertad absoluta será fundamental para que él y el padre Salvi ejerzan su poder con absoluta impunidad.
Por otro lado, Dámaso postula que Filipinas caerá en la perdición si no es controlada por la iglesia. El Estado es, a comparación de la iglesia, liberal. Sin embargo, Dámaso está equivocado. El Estado, como lo demuestra el desenlace de la trama de la novela, no hará caer en la “perdición” a las Islas Filipinas, sino que, ante la amenaza de revuelta, y para mantener el statu quo, dejará de lado sus ideas liberales y se aliará con la iglesia. Esto no es comprendido por Dámaso, pero sí por el padre Salvi, que, desde su juventud, entiende que, para mantener el poder la iglesia, debe negociar con el Estado y mantener una alianza profunda.
"Yo tengo otra idea de Dios, decía; para mí, ni se corrige un mal con otro mal, ni se perdona con vanos lloriqueos, ni con limosnas a la iglesia".
Don Rafael considera que la verdadera expiación de los pecados no puede ocurrir a través de la confesión y sus rituales posteriores, sino que solo puede existir si el pecador repara sus faltas a través de acciones.
Don Rafael Ibarra, al igual que su hijo, es religioso, pero su modo de ejercer la fe es totalmente opuesto al modo en que la ejerce la mayoría de las personas en las Islas Filipinas. Al respecto, hay dos ejemplos muy claros: por un lado, en el capítulo XVIII vemos a un grupo de mujeres discutiendo (ridículamente) acerca de cómo se debe rezar para hacer "rendir" las indulgencias y salvarse del purgatorio; por otro lado, Capitán Tiago les paga a los pobres para que recen por él y así estar más "limpio" a los ojos de los santos.
Tanto a Rafael como a Crisóstomo Ibarra esta concepción de la religión les costará muy caro, ya que terminarán siendo perseguidos y encarcelados por la iglesia.
"¡Más vale ahogarse que estar entre chinos, dije para mí, y arrojé el muerto al agua!".
Aunque los filipinos de ascendencia china se mencionan varias veces en la novela, no se explora profundamente su papel en la sociedad filipina. Sin embargo, esta breve interacción arroja luz sobre las percepciones que los demás tienen de ellos. Para los filipinos, estar relacionado con los chinos es tan vergonzoso que es mejor tirar un cadáver al agua que enterrarlo en el cementerio junto a ellos.
A lo largo de la novela, Rizal tiene la virtud de no romantizar a los oprimidos y colocarlos como un ejemplo de moral, sino que demuestra cómo estos también están corrompidos moralmente. El racismo atraviesa la obra, pero, como demuestra la cita, no es excluyente de los colonos o de los ricos (como Capitán Tiago), sino que incluso los sepultureros, nativos, pobres y sometidos a los colonos, lo ejercen.
"Realizar los pensamientos de mi padre vale más que llorarle, mucho más que vengarle".
Esta cita expone con claridad la filosofía idealista de Crisóstomo Ibarra, quien a lo largo de la mayor parte de la novela considera que el modo correcto de subsanar las injusticias de la sociedad es a través de la razón y no de la fuerza. Crisóstomo cree que fundando una escuela y educando al pueblo, las cosas cambiarán y vivirán en una sociedad más justa, una sociedad que habría sabido comprender las ideas de su padre.
Quien se opone a este pensamiento idealista es Elías, que en varios diálogos le explica a Ibarra que, si no consiguen el poder a través de la fuerza, será imposible llevar a cabo cualquier tipo de propuesta idealista que se oponga a la iglesia. Recién sobre el final de la obra, Crisóstomo comprenderá que Elías tiene razón.
"Filipinas es religiosa y ama a España; Filipinas sabrá cuánto por ella hace la nación. Hay abusos sí, hay defectos, no lo he de negar, pero España trabaja para introducir reformas que los corrijan, madura proyectos, no es egoísta".
Aquí, Ibarra demuestra su incapacidad para ver las fallas del colonialismo, un rasgo que lo define durante gran parte de la novela. Ibarra considera que los filipinos deben agradecerle a España por traer el cristianismo y la civilización a su país.
Sin dudas, esta es la concepción que domina dentro de la sociedad filipina, incluso dentro de los mestizos como Ibarra. La idea de que España, pese a sus defectos, intenta honestamente introducir reformas para mejorar la vida de los filipinos se va volviendo insostenible durante el transcurso de la obra. Recién cuando es perseguido y encarcelado por los colonos, Crisóstomo Ibarra comprenderá cuán errada es esta concepción.
"¡El muerto es no más que un indio!".
Esta frase anónima no pertenece a nadie en particular porque, en realidad, pertenece a todos. Esta es otra cita en la que se ve claramente el racismo que reina en la sociedad filipina. Pese a que muchos de los habitantes del pueblo sin duda tienen ascendencia nativa, han internalizado las ideas del colonialismo y creen que los filipinos nativos valen menos que los españoles.
Previamente, en el análisis de la tercera cita aquí seleccionada, veíamos cómo los nativos discriminan a los chinos, así como los españoles los discriminan a ellos. Aquí, directamente, vemos a los indios discriminando a los indios por su condición de indios, lo que demuestra hasta qué punto se ha impuesto la cultura de los colonos. Por supuesto, las figuras de Capitán Tiago y Doña Consolación, indios que niegan serlo y que desprecian a los de su condición, son ejemplos contundentes al respecto.
"No son los delincuentes los que provocan el odio, son los hombres honestos".
Esta cita de Elías resume uno de los mensajes clave de Noli me tangere: las personas nobles y honestas a menudo provocan más controversia que aquellos que son inmorales o malvados.
Por ejemplo, el Capitán Tiago es muy querido dentro de la sociedad a pesar de sus creencias religiosas huecas y su falta de lealtad hacia sus amigos (como Ibarra) y sus coterráneos. Por otro lado, tanto Ibarra como su padre son rápidamente abandonados cuando son perseguidos por la iglesia. Otro ejemplo muy claro es el de Crispín, un niño que no robó, pero es acusado por la iglesia, y hasta llega a lamentarse por no haber robado.
En definitiva, la moral corrupta que reina en la sociedad filipina condena a los honestos, ya que estos son una amenaza, y deja en paz a quienes mantienen el statu quo, aunque hagan cosas terribles. El caso del padre Salvi, un hombre que viola repetidas veces a una mujer y no es molestado por su condición de cura, es el más claro.
"Estoy muy satisfecho de su conducta y ya le he propuesto al gobierno de Su Majestad para una condecoración por el filantrópico pensamiento de erigir una escuela".
En esta cita, vemos cómo el Capitán General, representante máximo del gobierno español, elogia la idea de Ibarra de erigir una escuela por su carácter filantrópico. Aunque, a primera vista, esta cita puede parecer loable, lo cierto es que el Capitán General considera que erigir una escuela es un hecho extraordinario, que solo puede llevar a cabo un filántropo, y no toma su responsabilidad como gobernante, como representante del Estado. Puede llegar a proponer que Ibarra reciba una medalla, pero no tomar parte activa en el proyecto.
Este accionar del Capitán General tiene su correlato sobre el final, en el que Ibarra es perseguido por la iglesia y el Capitán se lamenta, pero decide no hacer nada al respecto. Los funcionarios del gobierno, el Capitán General y el Teniente Guevara elogian el proceder de Ibarra, pero no lo apoyan a través de acciones.
"Su educación de Ud. y su modo de pensar no son para este país".
El Capitán General, a través de esta cita, expone un rasgo clave del carácter de Crisóstomo Ibarra: su condición de extranjero en su propia tierra.
Pese a que Ibarra nació en Filipinas, su viaje durante siete años por Europa cambió por completo sus concepciones políticas. En Europa conoció las ideas liberales, el avance de la educación y la democracia. Al regresar, es incapaz de advertir que la sociedad filipina no funciona como las sociedades europeas que conoció en su viaje. Su planteo idealista acerca de que la sociedad mejorará a través de la educación puede tener sentido en Europa, pero no en una colonia en donde la educación es dominada por el clero, que impone que los indios no aprendan el español.
El Capitán General admira a Ibarra, pero no siente un gran interés por la mejoría de la nación filipina. Por eso mismo, le sugiere que se vaya a Europa, a un lugar en el que pueda aplicar sus ideas, pero que no malgaste su tiempo en las Islas Filipinas. Ibarra se niega, intenta fundar una escuela, fracasa, y termina siendo perseguido por la iglesia, lo que, tristemente, le da la razón al Capitán General.
"¡Muero sin ver la aurora brillar sobre mi patria! Vosotros, que la habéis de ver, saludadla... ¡no os olvidéis de los que han caído durante la noche!".
Las últimas palabras de Elías antes de morir destacan la importancia de aquellos revolucionarios que sacrificaron su vida por el país y por los oprimidos. Aunque Elías no podrá ver en vida las Filipinas con las que siempre soñó, tiene fe en que los jóvenes como Basilio algún día lo harán.
Durante toda la novela, Elías sostiene que hay que luchar contra los opresores, aún sabiendo que la lucha es desigual y que, probablemente, quienes luchan serán derrotados. Sin embargo, Elías sabe que arriesgar la vida es la única manera existente de obtener derechos, de lograr la igualdad. Sabe también que el reformismo (que defiende Ibarra) solo fomenta mayor desigualdad, y que la lucha, una vez que comienza, continúa, aunque muchos mueran en el camino.
Es interesante destacar que la novela es escrita en 1887, y que su autor, quien soñaba con la independencia filipina, fue ejecutado por "subversivo" en 1896. Las Islas Filipinas consiguieron liberarse del dominio español en 1898. Rizal, como dice la cita, "cayó en la noche", pero nadie lo olvidó. Noli me tangere es hoy un libro de enseñanza obligatoria y una bandera de la libertad filipina.