La visión del cielo de verano
Es poesía
Aunque ella nunca repose en un libro.
Los verdaderos poemas huyen.
En la poética de Dickinson, la poesía se presenta como lo verdadero. Es mucho más que versos en una página. De hecho, del poema citado se desprende la idea de que la verdadera poesía en realidad no se puede escribir: está allí, en el mundo que nos rodea y, como mucho, podemos apreciarla y percibirla, pero no podemos capturarla.
Celeste Herida, nos da ―
No podemos hallar la cicatriz,
sino una interior diferencia,
donde los Significados, están –.
En los poemas de Dickinson, la muerte no se opone a la vida, sino que ambas conviven. La muerte es una presencia constante. Está allí, agazapada, esperándonos, aunque no necesariamente para terminar con nuestra existencia, sino para hacernos sentir su presencia. Es decir, la muerte no es solamente un hecho, sino también una sensación.
En la cita se ve cuál es la consecuencia inmediata de la aparición repentina de la muerte. En este caso, esta se presenta a través de un rayo de luz y abre una herida insondable en la voz; una herida sin cicatriz, inexplicable. Entonces, el significado de las cosas cambia y la voz ya no percibe las cosas como las percibía antes.
Este era un Poeta ― El Que
Destila asombroso sentido
De los significados comunes ―.
Tal como puede verse en la cita, Dickinson define a los poetas como seres dotados de una sensibilidad especial, superior a la del resto. El poeta es aquel que tiene la capacidad innata de captar la belleza y la profundidad del mundo que lo rodea. Es aquel que es capaz de encontrarle un asombroso sentido a las cosas comunes e iluminarlas a través de sus versos. El poeta media, así, entre lo inexplicable y lo mundano.
Los cirujanos deben ser muy cuidadosos ―
cuando ellos toman un cuchillo!
Debajo de sus finas incisiones
palpita el Culpable ― la Vida!
En la poética de Dickinson, el dolor existencial es inasible y, por lo tanto, imposible de curar.
Esto se ve con claridad en los versos citados. Aquí, la voz plantea la idea de que aquello que nos genera un terrible dolor en la existencia es la vida misma. La dolencia que intentan extirpar los cirujanos a través de las operaciones es, en realidad, imposible de extirpar. Si la vida nos duele, entonces no se puede vivir sin dolor.
Es interesante destacar que, pese al pesimismo y la oscuridad de la idea planteada, Dickinson no pierde su sentido del humor característico.
Desde entonces ― hace Siglos ― y todavía
Siento muy cerca aquel Día
Que, por primera vez, supuse que las Cabezas de los Caballos
apuntaban a la Eternidad ―
En esta última estrofa de "Porque Yo no podía detenerme ante la Muerte", el lector descubre que la voz ha muerto hace siglos y que le está hablando desde la eternidad. Desde allí, la voz recuerda con placer y claridad aquel momento en el que viajó en el carruaje de la muerte rumbo a la inmortalidad. En este poema, la muerte es presentada como un descanso amigable. La vida aparece como un trajín infinito en el cual uno no puede detenerse. Entonces, tal como lo dice el título, es la muerte quien se detiene por nosotros y nos lleva a un estado puro y eterno de contemplación y detenimiento.
Bueno es saber que se sostendrán las acciones
cuando yazgamos entre margaritas,
que el comercio continuará,
que el tráfico será tan animado.
Eso serena el alma
y hace tranquila la partida:
saber que tan vivaces caballeros
dirigirán la grata escena.
En muchos de los poemas de Dickinson sobre la muerte, el tono no es oscuro ni dramático, sino que llega a bordear lo humorístico.
Esta cita es un ejemplo perfecto al respecto. Aquí, la voz aborda con total naturalidad y sin solemnidad alguna la idea de morir. Además, al alegrarse porque la vida continuará aun cuando ella no esté viva, la voz le quita un gran peso dramático a la muerte. El tono humorístico se revela sobre el final de la cita, cuando Dickinson denomina metafóricamente “vivaces caballeros” a las acciones, el comercio y el tráfico, quienes serán los encargados de mantener vivo al mundo.
La pompa excederá a la del armiño
cuando tú y yo —sencillos como somos—
presentemos nuestro sumiso escudo
para solicitar el rango de la muerte.
En esta cita, la voz postula la idea de que el reconocimiento solo llega en el momento de la muerte. Dickinson alude al momento en que los soldados, tras luchar en una batalla, entregan sus escudos. Lo que esta metáfora da a entender es que el reconocimiento se obtiene tras dejar de luchar en la vida y aceptar la muerte. Este poema puede considerarse visionario, ya que Dickinson como poeta alcanzó el reconocimiento tras fallecer.
¡Las noches tempestuosas, las noches tempestuosas!
Si estuviera contigo,
nuestro lujo serían
las noches tempestuosas.
(…)
Ya en el Edén remando.
¡Ah, el mar!
Que pueda yo esta noche
morar en ti.
La imagen de las noches tempestuosas ligada al amor es típica dentro del Romanticismo oscuro del que forma parte Dickinson. En este movimiento literario, el amor es concebido como una potencia destructiva, arrasadora y mortal. De hecho, los versos de la última estrofa citada permiten interpretar que la voz no desea estar con otra persona, sino arrojarse al mar y llegar al paraíso remando. Es decir, desea suicidarse.
Morir no duele tanto,
lo que más nos duele es la vida.
La muerte es otra cosa:
algo más allá de la puerta.
En la poesía de Dickinson, la vida se presenta una agonía constante, como un sufrimiento continuo. Tal como lo vemos en la cita, en comparación con este sufrimiento, la muerte carece absolutamente de importancia.
Cabe destacar además que, en la poesía de Dickinson, las puertas simbolizan el límite entre lo conocido y lo desconocido, entre lo cotidiano y aquello a la que no se tiene acceso. En los versos citados, la muerte se presenta como algo totalmente distante e inaccesible y, por eso mismo, no genera dolor. Lo que duele es lo que está de este lado de la puerta: la vida.
Canto para llenar la espera.
No tengo más que hacer
que atarme mi sombrero,
cerrar la puerta de mi casa.Hasta que oiga sus pasos que se acercan
y viajemos al día y nos contemos
cómo cantábamos
para alejar la oscuridad.
En la poesía de Emily Dickinson, el amor nunca es del todo placentero. Incluso en los poemas que describen una relación correspondida, el amor se presenta como una fuerza tortuosa. Como vemos en los versos, la voz y su amante se aman mutuamente con tanta intensidad que, al separarse, caen en la oscuridad y el vacío.