Resumen
En esta sección analizaremos, a partir de cinco poemas representativos, la producción poética de Emily Dickinson que tiene como tema central a la muerte.
Porque yo no podía detenerme ante la Muerte
En primera persona del singular y en tiempo pretérito, la voz cuenta que, como no podía detenerse ante la Muerte, esta se detuvo a buscarla. Entonces viajaron en un carruaje junto con la Inmortalidad. El viaje fue lento. La Muerte no tenía ningún apuro y la voz, por gentileza, también decidió dejar de lado sus quehaceres. El carruaje pasó por una escuela, por los campos, y llegaron a ver el sol poniente. El rocío caía sobre la túnica de seda de la voz. Se detuvieron frente a una pequeña casa, como una protuberancia de la tierra. La voz pasa a hablar en presente y afirma que transcurrieron siglos desde aquel día, pero que aún lo recuerda, ya que por primera vez sintió que iba rumbo a la eternidad.
Hay un cierto Sesgo de luz
La voz lírica afirma que en las tardes de invierno existe un cierto sesgo de luz opresivo. Se genera entonces una herida inexplicable. Cuando aparece dicha luz, hasta las sombras contienen su aliento. Cuando esta luz se va, se siente la presencia de la muerte.
Si yo muriese
En segunda persona del singular, la voz lírica le habla a un hombre. Afirma que si ella muriera, él siguiera vivo, el tiempo continuara, los pájaros siguieran alborotando a las abejas y el sol quemando, entonces se iría con gusto de esta vida. Luego, en primera persona del plural, afirma que es bueno saber que, al morir, se sostendrán las acciones y continuarán el comercio y el tráfico. Eso serena al alma y hace tranquila la partida.
Para ser reverentes ante los simples días
La voz afirma que para ser reverentes ante los simples días que nos traen las estaciones, solo hay que recordar que estos tienen el poder de hacernos olvidar de nuestra mortalidad.
No era la muerte pues yo estaba de pie
En primera persona del singular y en tiempo pretérito, la voz afirma que aquello que le sucedió no era la Muerte, ya que ella estaba de pie y los muertos no se mantienen de pie. Luego dice que tampoco era la Noche, pues sonaron las campanas del mediodía; no era la Helada, pues sentía un viento cálido; ni era el Fuego, puesto que tenía los pies fríos. Sin embargo, se parecía a todas estas figuras que le recordaban su funeral. Finalmente, afirma que todas estas figuras, así como el Caos y el Espacio, sirven para justificar la desesperación.
Análisis
La diversidad y la vastedad de la obra de Dickinson hacen que sea muy difícil enmarcar a la autora dentro de un determinado movimiento literario. Sin embargo, es innegable que su poética tiene una gran afinidad con la obra de ciertos autores norteamericanos del llamado “Romanticismo oscuro”, como Edgar Allan Poe y Nathaniel Hawthorne.
El Romanticismo oscuro es un movimiento literario que surge en el siglo XIX en Nueva Inglaterra, Estados Unidos. Es decir, en el lugar y la época en las que vive Emily Dickinson. Algunas de las características fundamentales de este movimiento, que pueden rastrearse en la poética de Dickinson son la preponderancia de un tono pesimista, la aparición de elementos sobrenaturales, la construcción de personajes atormentados y la presencia de atmósferas misteriosas.
Además de estas características, cabe destacar que el tema más recurrente en la literatura del Romanticismo oscuro es la muerte. He aquí una primera correlación entre este movimiento y Emily Dickinson. La muerte está presente tanto en los poemas que la autora escribe en su juventud como en aquellos que escribe poco tiempo antes de morir. Es decir, durante por lo menos cuarenta años, Dickinson le dedica versos a la muerte. Ello explica que el tema no aparezca en la poesía de la autora de una manera unívoca, sino que se presente a través de diferentes tonos y suscite distintas reflexiones y emociones que, incluso, pueden llegar a ser contradictorias entre sí.
Tomemos como punto de partida el poema “Porque yo no podía detenerme ante la Muerte”. En este caso, la Muerte no es aterradora ni amenazante, sino que es bondadosa y amable. De hecho, se encarga de pasar a buscar a la voz en su carruaje. Gracias a esta amabilidad, la Muerte consigue que la voz le preste total atención y se entregue a ella: “Yo había puesto al costado / Mi labor y mi ocio también, / Por Su Gentileza –” (2013, p. 117). La voz, al decir que puso al costado su “labor” y su “ocio”, está afirmando que abandonó su vida entera: todo su tiempo pasó a estar a merced de la muerte. Entonces, el viaje en carruaje continúa mientras el frío crece hasta que se detienen ante una casa, que la voz describe a través de estos versos:
Nos detuvimos ante una casa que parecía
Una Protuberancia de la Tierra –
El techo era escasamente visible –
La Cornisa – en la Tierra – (2013, p. 117).
De acuerdo a esta descripción, la casa a la que la voz ha llegado junto a la Muerte es claramente una tumba.
En este poema, la muerte aparece como un viaje o un pasaje hacia lo eterno. Esta representación es recurrente dentro de la obra de la autora, en la que el viaje hacia la muerte siempre se presenta como amigable. Del mismo modo, la Muerte en sí, como personaje, siempre es bondadosa. Ayuda a la voz desligarse de sus tareas cotidianas y contemplar con calma aquello que la rodea. Gracias a la Muerte, la voz puede dejar de sentirse urgida y en constante movimiento; puede finalmente estar en paz.
Como decimos, este poema se inscribe claramente dentro del Romanticismo oscuro. Su atmósfera enrarecida y misteriosa recuerda a algunos cuentos de Poe, como “La caída de la casa Usher” o “La verdad sobre el caso del señor Valdemar”, en los que un clima propiamente gótico se transmite mediante imágenes sensoriales oscuras y sórdidas.
En “Hay un cierto Sesgo de luz”, sin embargo, la muerte aparece de un modo muy diferente. En este caso, se presenta como una sensación, no un hecho ni un personaje. La muerte irrumpe, en la vida de la voz, en el ocaso de los días invernales, generando una angustia existencial inevitable:
Celeste Herida, nos da ―
No podemos hallar la cicatriz,
sino una interior diferencia,
donde los Significados, están – (2013, p. 71).
En esta estrofa, la voz da a entender que la presencia de la muerte cambia el significado de las cosas. Es como si ese “Sesgo de luz” mortal iluminara los elementos y las sensaciones de una manera diferente, novedosa y única.
En este caso, la muerte es una presencia que se manifiesta en vida. Desde esta perspectiva, todos vivimos junto a la muerte. Esta irrumpe en determinados momentos y de diferentes maneras (en este caso, a través de un sesgo de luz invernal), y nos recuerda que está allí, al acecho, esperándonos. El tono pesimista y atormentado de este poema es, nuevamente, típico del Romanticismo oscuro.
Tal como lo hemos dicho al principio, no es fácil enmarcar a Dickinson dentro de un movimiento literario. Es cierto que tiene una gran afinidad con el Romanticismo, pero también es cierto que su poética está atravesada por un enorme sentido del humor, que poco y nada tiene que ver con la solemnidad que caracteriza a este movimiento. Por ejemplo, en “Si yo muriese”, la voz dice:
Bueno es saber que se sostendrán las acciones
cuando yazgamos entre margaritas,
que el comercio continuará,
que el tráfico será tan animado.
Eso serena el alma
y hace tranquila la partida:
saber que tan vivaces caballeros
dirigirán la grata escena (2019, p. 11).
A diferencia de lo que sucede en el poema anterior, aquí Dickinson reflexiona sobre la muerte sin apelar a elementos abstractos. Por el contrario, hace referencia a los elementos más prosaicos de la vida cotidiana (los pájaros, el comercio, el sol). De esta manera, aborda con naturalidad y sin solemnidad el tema. Además, al dejar a un lado todo tipo de individualismo y alegrarse porque la vida continuará aun cuando ella no esté viva, le quita un gran peso dramático a la muerte. Es decir, no es para nada pesimista. El tono humorístico de este poema se revela sobre el final, cuando Dickinson denomina metafóricamente “vivaces caballeros” a las acciones, el comercio y el tráfico, quienes serán los encargados de mantener vivo al mundo.
Este tono menos dramático y más ameno en lo que se refiere a la muerte lo vemos también en “Para ser reverentes ante los simples días”. Aquí, aparece una idea que es frecuente en la poesía de Dickinson: las cosas simples son las que nos permiten seguir vivos y, por ende, debemos valorarlas. Dice:
Para ser reverentes ante los simples días
que nos traen las estaciones,
es suficiente recordar que pueden
restar —de ti, de mí— la nadería
que se llama mortalidad” (2019, p. 12).
Nuevamente, la muerte es presentada como parte constitutiva de la vida, una entidad que nos acompaña a cada paso. Para vivir, debemos olvidarla, hacerla a un lado. Los días simples tienen ese poder mágico de hacernos relegar nuestra mortalidad y es por eso que merecen nuestra reverencia. Este poema parece casi un consejo para el lector; tiene la forma de un recordatorio. Su lenguaje es directo y sumamente sencillo.
En “No era la Muerte, pues yo estaba de Pie”, la muerte aparece como algo inexplicable, algo que se encuentra fuera del lenguaje. En este poema, la voz recuerda un momento en el que se sintió atravesada por una intensa e indescriptible emoción. Pensó entonces que había muerto, pero estaba de pie. Entonces, intentó dilucidar qué le estaba sucediendo. Finalmente, llegó a la conclusión de que no hay palabra ni concepto alguno para describir la sensación de morir en vida. La muerte se presenta entonces como un misterio insondable. Aunque no se puede comprender qué es, sí es claro que es mucho más que dejar de estar en pie, respirando, viviendo.
En síntesis, podemos afirmar que la muerte en Dickinson aparece de diferentes maneras. Puede ser un misterio insondable, un viaje hacia lo desconocido, una liberación de la carga cotidiana o un estado de paz. En muchos de estos poemas, prevalece un pesimismo y una desesperación típicas del Romanticismo oscuro. Sin embargo, en otros la voz utiliza un tono humorístico y llega a reírse al pensar en la posibilidad de morir. Algo que prevalece tanto en los poemas oscuros como los poemas optimistas es la idea de que la muerte es mucho más que el fin de nuestras funciones biológicas, y que vive con nosotros durante toda nuestra vida.
Para finalizar este primer análisis, cabe destacar que, como veremos a lo largo de la guía, muchos de los poemas de Dickinson que no reflexionan directamente sobre la muerte también terminan aludiendo de alguna manera u otra a este tema.