"...una noche de libertinaje sirvió para ahogar todo mi arrepentimiento..." (p. 14) (Metáfora)
Durante su primer viaje, Robinson padece su primera tempestad. Aunque resulta inofensiva, él la vive con gran temor, al punto de arrepentirse por completo de haberse embarcado y prometerse seguir los consejos de su padre. Sin embargo, pasada la tempestad, Robinson comprende que no había verdadero peligro, y durante la noche celebra junto a los marineros, olvidando por completo las decisiones que tomó momentos antes. La metáfora refiere directamente a dos aspectos de la vida marítima: el ahogamiento como uno de los mayores peligros a los que los marineros se exponen, y el consumo de alcohol como pasatiempo predilecto de los marineros para soportar los largos y dificultosos viajes.
"...lo arrojé al agua. Al principio volvió a la superficie, porque nadaba como un pato..." (p. 25) (Símil)
Cuando Robinson escapa de su condición de esclavo, arroja al agua a uno de los moros y compara su forma de nadar con la de un pato. Esta comparación, en principio, responde al estilo pragmático que caracteriza a la narración de Robinson, pero, a su vez, expresa el racismo internalizado, ya que a lo largo de la novela Robinson constantemente vincula a todos los pueblos que no sean europeos con lo salvaje y lo animal.
"Sentí náuseas por ese movimiento de la tierra como si hubiese estado en un barco azotado por una tempestad" (p. 71) (Símil)
Durante el terremoto que conmociona a la isla, Robinson explica la sensación equiparándola a la de un barco en medio de una tempestad. Este símil responde a la idiosincrasia del protagonista, propia del hombre europeo moderno que pasa gran parte de su vida viajando por mar.
"Es cierto que cuando toqué tierra después de ahogarse toda la tripulación, quedé ensimismado en una especie de éxtasis que, ayudado por la gracia divina, hubiera podido terminar en un agradecimiento cristiano; pero fue un fruto que abortó al nacer, un fuego apagado al momento de encenderse" (p. 79) (Metáfora)
Estas dos metáforas, las del fruto abortado al nacer y el fuego que se apaga al momento de encenderse, refieren a algo que culmina antes de terminar de consolidarse. En este caso, Robinson refiere a su agradecimiento y estado de exaltación religiosa, que se diluye al momento de descubrir que está fuera de peligro.
"... maté a tres (...) para darles un castigo ejemplar y tratarlos como tratan en Inglaterra a los ladrones célebres, a los que condenaba a permanecer en el patíbulo después de la ejecución para inspirar terror a los demás" (p. 102) (Símil)
Las aves de la isla destruyen los cultivos de Robinson y, ante esta problemática, el náufrago decide darles un castigo ejemplar, matando a varias de ellas para que comprendan que no deben alimentarse allí. Este modo de obrar es producto del traspaso de la mentalidad europea de Robinson a las problemáticas de la isla. En este sentido, no es casual que el símil ponga en comparación el castigo a las aves con las ejecuciones públicas en Inglaterra, realizadas con el propósito de aleccionar al pueblo y desalentar el crimen.