"(...) la señorita Eufrasia (...) hablaba y gesticulaba y se revolvía sobre su silla como picada por la tarántula (Milagros, Capítulo 1, p.51) (Símil)
La Madrileña es una hospedería donde reina la pasión por el chismorreo. La mayoría de sus huéspedes viven pendientes de lo que hacen los demás, son fisgones y buscan a toda costa develar cada secreto de los otros. Entre ellos, la señorita Eufrasia destaca por ser una de las más chismosas. Ella es una mujer soltera entrada en años y, pese a que dice despreciar a todos los que viven en La Madrileña, compensa sus frustraciones afectivas fisgoneando obsesivamente la vida del resto. Cuando se entera de que Camilo Canegato recibe cartas, a todas luces amorosas por el color rosado de sus páginas y el intenso aroma a violetas que desprende, Eufrasia entra en un estado de ansiedad que comienza a afectarle el carácter. Más aún, el día en que Milagros le lee el contenido de una de las cartas, Eufrasia no se puede contener hasta saber la reacción de Camilo. Su comportamiento es caracterizado por Milagros a partir del símil de la picadura de la tarántula, dando a entender que Eufrasia estaba en tal estado de excitación que parecía que la hubiera picado un insecto venenoso.
“Yo lo vi dirigirse a su pieza como una madre ve al hijo ir a la guerra o a la pared donde van a fusilarlo” (Milagros, Capítulo 1, p.95) (Símil)
Este pasaje tiene lugar luego de que Milagros deje en la habitación de Camilo la última carta enviada por Rosaura. Para entonces, todos en La Madrileña están al tanto de que es probable que el romance entre Camilo y Rosaura no prospere. Según el propio Camilo, el millonario padre de Rosaura no está dispuesto a dejar que su única hija se case con un restaurador de cuadros humilde, además de ya haber pactado para ella el casamiento con un primo lejano. Milagros recibe esta carta en la hospedería y la toma como una señal funesta del fin del romance. A diferencia de otras oportunidades, esta vez no siente la tentación chismosa de saber el contenido de la carta y la deja en la habitación de Camilo “como si en aquel cuarto hubiera un enfermo contagioso” (95). Finalmente, cuando ve a Camilo ingresar en la habitación, utiliza el símil de la guerra y el fusilamiento para dar cuenta de la sensación que le produce saber que Camilo está a punto de enterarse de que su relación va a terminar. Para Milagros, la frustración amorosa de Camilo es tan grave como la muerte.
“¿Cómo voy a hablar del mar con la rana que nunca salió de su charco?” (David, Capítulo 2, p.139) (Metáfora)
David es un hombre arrogante y engreído que, debido a sus estudios avanzados en la carrera de Derecho, se siente superior al resto de los huéspedes de La Madrileña. Él se considera el único en la hospedería capaz de haber advertido la realidad interior de Camilo Canegato, a quienes todos toman por un hombre tímido y falto de carácter, incapaz de dañar a nadie. David, que cree saberlo todo acerca de las pasiones y la psicología humanas, no se sorprende de que Camilo haya sido capaz de cometer el asesinato de Rosaura. Por el contrario, sospecha de él desde un comienzo: “Yo soy el hombre que ha llegado a la verdad” (137).
Esta metáfora se produce mientras David compara sus capacidades intelectuales con las del resto de los integrantes de la hospedería. Aunque considera que “Son todas buenas personas”, son también “muy ignorantes, gente que no ha leído, que no ha profundizado, que no ha salido nunca del medio metro cuadrado de donde nacieron” (139). Son, tal como dice el pasaje, como ranas que no conocen más que la realidad de su charco. En contraste, él considera que su conocimiento es exhaustivo y profundo como el mar.
“La indiferencia lo convierte a usted en un cero, en esa nada de la serie aritmética, que no suma, ni resta, ni multiplica, ni divide, que no agrega ni quita y está fuera de todas las operaciones aritméticas” (Camilo, Capítulo 3, p.212) (Metáfora)
Mientras le cuenta al inspector los profundos dolores que arrastra desde su infancia, Camilo utiliza esta metáfora en la que se presenta a sí mismo como si fuera un cero en la aritmética, disciplina perteneciente a las matemáticas que estudia los números, sus comportamientos y relaciones, y las operaciones que se pueden realizar con ellos. Camilo considera, con gran pesar, que el trato que recibe de los demás es peor que el odio, porque cuando uno es odiado al menos recibe cierto interés y reconocimiento como persona. Él dice que las demás personas ni siquiera gastan energía en odiarlo, sino que recibe por parte de ellos una profunda indiferencia. Eso lo hace sentirse un cero, el único número de la aritmética que no ejerce ningún tipo de peso en las diferentes operaciones. El cero, en este sentido, adquiere un significado similar al concepto de la nada. El trato que recibe de las otras personas lo hace sentir, por ende, como si no existiera, como si su sola presencia pasara por completo desapercibida.
“La pisotié furiosamente, como lo que es, como una alimaña, hasta deshacerla” (María Correa, Capítulo 5, p.248) (Símil)
En el Capítulo 5, los lectores nos encontramos por primera vez ante las palabras de la víctima, María Correa, quien antes era presentada bajo el nombre ficticio de Rosaura. A diferencia de lo que uno podría esperar de Rosaura, una joven, delicada y culta mujer de clase alta, María Correa proviene de un origen humilde, ha estado en prisión, y solo cuenta con su fuerza y su astucia para sobrevivir en un mundo hostil. Luego de pasar cinco años en la cárcel, María sale en libertad y se encuentra con que está sola, sin dinero ni un techo donde dormir. Eso la lleva a buscar asilo en lo de una conocida, Iris, quien primero le promete ayudarla pero luego pretende cobrarse el favor obligándola a prostituirse. Cuando María se niega, Iris la encierra en una habitación. Sin embargo, María logra escapar y, antes de dejar la casa de Iris, la golpea hasta dejarla gravemente herida. María dice que la golpeó como una alimaña, símil con el que busca dar cuenta de la personalidad dañina, repudiable y malvada de Iris. Cabe mencionar, sobre esto, que ‘alimaña’ es un término despectivo utilizado para nombrar a los animales que atacan al ganado u otros animales en el campo.