Resumen
Este capítulo, titulado “David canta su salmo”, es la declaración que David Réguel le da al inspector. Él se considera el único “hombre que ha llegado a la verdad” (137) respecto al asesinato de Rosaura, y recomienda que desestimen el testimonio de Milagros, no porque sea mentirosa sino porque ella se cree todo lo que le dice Camilo. Lo mismo dice respecto al resto de los huéspedes de La Madrileña.
David cree conocer el verdadero rostro de Camilo: “Desconfíen de ese hombrecito al parecer tímido y linfático, y desconfíen precisamente a causa de su vulnerabilidad física” (140). Para él, Camilo es un hombre de esos que se pasan la vida aguantando las burlas de otros hombres y el desinterés de las mujeres. Ni siquiera Milagros y sus hijas, que dicen tratarlo como a un familiar, le tienen el mínimo respeto y se aprovechaban de él a toda hora. Pero David, que es un universitario observador e inteligente, pudo advertir cómo el resentimiento de Camilo estaba por salir “al exterior con la fuerza de un volcán en erupción” (141), y decide por ello empezar a estudiarlo.
En cuanto a Rosaura, David tuvo “ocasión de psicoanalizarla” (146). Además de ser muy hermosa, ella tiene una excelente educación, lo cual la hace sentirse presa en la gran mansión de su familia. Para personas como ella, la realidad es aborrecible, y “para evadirse de ella se fabrican otro mundo, un mundo imaginario, el de la fantasía y de los sueños” (146). En medio de su triste vida, llega un día Camilo a su casa. Él es “alguien de otro mundo” y ella se enamora de él “por puro efecto de contrastes” (148), con la esperanza de que él la saque de su casa. Luego de ganarse su admiración gracias a sus conocimientos artísticos, Camilo comienza a seducirla aprovechándose de su soledad e ingenuidad.
A partir de entonces, Camilo experimenta un cambio radical delante de todos. Ahora parece un hombre más seguro e importante, y el resto de los huéspedes lo respetan un poco más, se preocupan por él y por su relación amorosa. Sin embargo, cuando supera su interés inicial en Rosaura, cuando su vínculo con ella comienza a implicar una responsabilidad, un cambio de vida, empieza a detestarla e intenta sacársela de encima a como dé lugar. David interpreta la última carta de Rosaura de un modo distinto que Milagros: si la dueña de la hospedería cree que Rosaura se despide para siempre de Camilo porque su padre no aprueba la relación, David considera que, por el contrario, Rosaura le dice a Camilo que ha descubierto su falta de amor y por eso lo despide.
Un día, David se encuentra casualmente con Rosaura en el tranvía; la reconoce por su parecido al retrato de Camilo. Esa noche aprovecha el momento de la cena para notificarle su encuentro a Camilo con el objeto de estudiar su reacción. Camilo se queda tieso y David interpreta eso como si él se hubiera sentido descubierto respecto a los desprecios que le hizo a Rosaura tras haberse acostado con ella. David cree que, luego de consumar su romance con Camilo, Rosaura “ya no podía seguir viviendo en el mundo beato donde había vivido hasta entonces” (164), y decidió casarse con él pese a sus desprecios.
El día que Rosaura se presenta en La Madrileña, David confirma sus sospechas de que Camilo ya no quiere saber más nada con ella pero que, pese a eso, Rosaura no está dispuesta a quedarse en su casa paterna. En parte, percibe esto cuando ve la reacción de Camilo ante la llegada de su novia. Mientras toda la hospedería festeja ruidosamente el reencuentro de los amantes, Camilo “se quedó sentado, clavándole unos ojos fijos, pertinaces, hipnóticos, de serpiente” (166). David sostiene que Camilo hubiera encontrado el modo de deshacerse de ella si no fuera por la presión y el entusiasmo de Milagros frente a la idea del casamiento.
Temiendo que Camilo le haga algo a Rosaura, y al percibir que ella evita compartir tiempo con su novio, David acepta el pedido de Milagros de abandonar temporalmente su habitación para cedérsela a Rosaura. Poco a poco, David y Rosaura comienzan a entablar relación, mientras los otros huéspedes sospechan que él intenta seducirla. En una de estas conversaciones, Rosaura consigue que él la ponga al tanto de todo lo que Camilo dijo acerca de ella. Días después, Rosaura le pregunta a David, que estudia para abogado, qué es lo que sucede si una persona se casa con un nombre falso. Ante la intriga de David, Rosaura confiesa que su verdadero nombre es Marta Córrega.
Una noche, David advierte que Camilo ingresa a hurtadillas en la habitación de Rosaura. Tras oír atentamente durante un rato, escucha una discusión entre los novios. A los gritos, Camilo le grita a Rosaura que se vaya y comienza a insultarla rudamente. Como no puede soportar el maltrato hacia Rosaura, David interviene e ingresa a la habitación para consolarla mientras le devuelve los insultos a Camilo. Al escuchar el escándalo, el resto de los huéspedes se acerca a ver qué sucede.
Pese al altercado, la pareja se termina casando días después. En la ceremonia, Rosaura finge felicidad y Camilo se ve profundamente perturbado. Luego se dirigen todos a la hospedería, donde se embriagan y festejan hasta que un auto para a recibir a los novios para llevarlos al hotel que les ha reservado Milagros. Temiendo por Rosaura, David se escabulle inadvertidamente de la hospedería y toma un taxi para seguirlos. Para su asombro, el auto de los novios no se dirige al hotel reservado por Milagros sino que toma un desvío hasta llegar a una hospedería de mala muerte llamada "La media luna".
David se queda en la puerta sin saber qué hacer hasta que ve a Camilo salir huyendo del hotel. Cuando David lo intercepta y le pide explicaciones, Camilo se desmaya. David ingresa corriendo al hotel, donde se encuentra con un hombre de aspecto rudo y con una cicatriz en el rostro que dice ser el dueño. Aunque le dice que ocurrió una desgracia en el establecimiento, el hombre lo obliga a retirarse.
Finalmente, David busca a un policía en la calle y regresa al hotel con él. Acompañado por el policía, detienen a Camilo y revisan su cuarto, donde encuentran a Rosaura estrangulada sobre la cama. El policía parece conocer al dueño del lugar, a quien le dicen ‘el Turco Estropeado’. Otro sujeto, flaco, alto y vestido con una camisa amarilla, se presenta en la escena del crimen preguntando qué sucede, y el Turco Estropeado lo pone al tanto de la situación.
Análisis
Tal como indica Juan Carlos Merlo, “En Rosaura a las diez, Denevi crea un mundo de ficción que el lector reconstruye a partir de la visión que cada circunstante tiene (según las apariencias que ha podido percibir) de los enigmas o complicaciones del relato” (2000: 6). En otras palabras, los lectores estamos invitados a la tarea de dilucidar el misterio que entraña el crimen a partir de las declaraciones y las perspectivas individuales de los implicados en el proceso de la investigación.
El Capítulo 2, entonces, consta de la declaración de David Réguel, personaje que no aporta mucha información adicional respecto a los acontecimientos que condujeron a la muerte de Rosaura, aunque sí difiere significativamente su apreciación sobre esos mismos hechos si la comparamos con la declaración realizada por Milagros Ramoneda. En este sentido, Merlo agrega que “La materia de los hechos, el contenido del relato es parcialmente recurrente. La información que aporta cada nuevo declarante no crece con la revelación de nuevos hechos. Sí, en cambio, crece la novela con las interpretaciones que de los hechos (narrados detalladamente por la primera declarante) hace cada nuevo testigo” (2000: 7).
En el tema “La verdad, la falsedad y las mentiras”, desarrollamos como, bajo la mirada de Daniel Link, todo policial se presenta como un relato sobre la verdad en la medida en que se articula en torno a un misterio que debe ser revelado. Sin embargo, esta novela presenta la particularidad de obligarnos a dilucidar este misterio a partir de la apreciación subjetiva de cada uno de los involucrados. De este modo, es posible afirmar que las declaraciones operan como un símbolo del carácter subjetivo de la verdad: más que una Verdad objetiva, los lectores nos encontramos frente a una serie de versiones múltiples y singulares de los distintos acontecimientos, cuya superposición hace posible que podamos desentrañar el misterioso asesinato.
Antes que abundar en descripciones, Denevi tiene la cualidad de ofrecer vivos retratos de los personajes a través del modo en que ellos se comunican. Al igual que con Milagros, entonces, la declaración de David se nos ofrece como un fiel reflejo de su personalidad. Él es un individuo “Soberbio, ostentoso, fatuo, con aires de sabelotodo y actitudes pedantescas inocultadas”, y “Toda su declaración está teñida por el incontenible odio que siente hacia Canegato” (2000: 10). Desde el comienzo del capítulo, David se presenta a sí mismo como el único que ha logrado desentrañar el misterio de la muerte de Rosaura, y los recursos argumentativos que utiliza para describirse a sí mismo ilustran la arrogancia que lo caracteriza: “Tathagata es uno de los apodos de Buda Siddharta. Quiere decir: “El que ha llegado a la verdad.” Buda quiere decir: “El iluminado”, y Siddharta: “El que cumplió su propósito”. Bueno, ¿qué decía? Ah, que yo soy el hombre que ha llegado a la verdad. A la verdad en este embrollo de la muerte de Rosaura, claro” (137). En esta cita, David se compara a sí mismo con el primer Buda, fundador de la doctrina religiosa budista, mientras explica que solo él -no los otros huéspedes, ni tampoco la policía- ha sabido percibir la personalidad homicida de Camilo tras el velo de su imagen inofensiva y cobarde. Como vemos, David no solo se cree inteligente sino que concibe sus atributos intelectuales como pertenecientes a un orden superior, casi divino.
De esta manera, mientras que bajo la mirada de Milagros la posibilidad de que Camilo sea culpable es casi un imposible, David piensa todo lo contrario. Para él, es el propio carácter débil de Camilo, el hecho de que sea poco atractivo y objeto de burla del resto, lo que condujo que que se resienta con el mundo hasta explotar como “un volcán en erupción” (141). Más aún, David no considera posible que una mujer bella, refinada y culta como Rosaura haya podido enamorarse de un hombre como él. En sus palabras, Camilo “No es un hombre. Es la maquette de un hombre, la muestra gratis”, un “gurrumino”, con “Las piernas, el cuerpo, los brazos, todo hecho a escala reducida” (140).
Para David, es en el resentimiento que Camilo ha arrastrado toda su vida donde debe buscarse el origen del asesinato de Rosaura. Este personaje está convencido de que Camilo la utilizó para satisfacer sus deseos sexuales y para aparentar, de ese modo, ser interesante ante los otros huéspedes de La Madrileña:
Para él fue una ocasión lúbrica, como un muchacho que puede espiar una escena íntima. Tenía a su disposición a una mujer joven, hermosa, rica, que no sabía nada del mundo, que lo miraba encandilada, que lo creía un semidiós, y él, que nunca había hecho sombra en el suelo, ahora tenía, momentáneamente, es cierto, dentro de las paredes de aquella casa, un poder infinito, ¿me comprende? El poder de la seducción (149).
Bajo su perspectiva, Camilo comenzó a odiar profundamente a la joven tras saciar estos impulsos, llegando al punto de querer deshacerse de ella.
El Capítulo 2, entonces, presenta una posible solución al misterio según la mirada de David Réguel, un personaje arrogante y envidioso, cuyo odio desmedido hacia Camilo influencia significativamente su opinión acerca del caso. Sin embargo, los próximos capítulos demostrarán que la mayoría de sus ideas respecto a Rosaura están equivocadas. Irónicamente, aunque David se considera el más inteligente de toda La Madrileña, sus propios prejuicios y resentimientos lo llevan a errar una y otra vez en la interpretación de los hechos.