Walden Temas

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El adormecimiento de la humanidad y la necesidad de un despertar espiritual

Para Thoreau, las trampas de la existencia en el siglo XIX -el ciclo de trabajo agotador para mantener la propiedad- obligaban al hombre común a vivir como un sonámbulo. Thoreau utiliza la idea del sonambulismo como metáfora de la propensión de la humanidad a vivir según la rutina, sin plantearse las cuestiones más importantes y el sentido de la existencia. Por ello, Thoreau insta a sus lectores a buscar un despertar espiritual. Hace hincapié en la perspectiva que obtiene al despertarse temprano y experimentar la naturaleza mientras los demás en el pueblo siguen durmiendo y utiliza la metáfora del despertar por la mañana para demostrar la diferencia entre él y sus conciudadanos de Concord. El despertar espiritual de Thoreau y de sus lectores se refleja tanto en las horas del día como en las estaciones del año, y la mayor conciencia de sí mismo y los mayores descubrimientos espirituales tienen lugar por la mañana y en primavera.

El hombre como parte de la naturaleza

Viviendo en una sociedad en la que el hombre, en forma de ferrocarriles, fábricas y otras innovaciones técnicas, había empezado a domesticar y controlar la naturaleza, Thoreau contrarresta la separación del hombre de la sociedad concibiendo al hombre como parte de la naturaleza. A través de su vida en el bosque, viviendo en su mayor parte de los frutos de la tierra y obteniendo estímulos intelectuales de plantas y animales, Thoreau demuestra que el hombre puede vivir con éxito en medio de la naturaleza. Los animales le dan compañía y le aceptan como parte familiar de su entorno. Incluso la propia naturaleza se muestra empática con él, por ejemplo, esperando a soplar sus vientos más fríos después de que Thoreau construya su chimenea y enluzca sus paredes. La afirmación de que el hombre forma parte de la naturaleza promueve la sugerencia de Thoreau de que la mayoría de la gente se sentiría más realizada intelectual y espiritualmente lejos de los asfixiantes capullos de la vida en la ciudad y el pueblo.

La fuerza destructiva del progreso industrial

Thoreau comenzó su vida en Walden, cuando la Revolución Industrial estaba en pleno apogeo. Su impacto en la vida se ilustra mejor en Walden con la locomotora que pasa a diario junto al estanque, sus silbidos y estruendos contrastan con los sonidos naturales de los pájaros. La vida del pueblo transcurre ahora a un ritmo más rápido, "tiempo de ferrocarril", dejando aún menos tiempo para la contemplación de uno mismo y de la naturaleza que Thoreau desea. Este "progreso" tiene un impacto negativo en la vida de las personas y en el medio ambiente, cuya pureza contamina y destruye.

El renacimiento espiritual reflejado en la naturaleza y las estaciones

Thoreau emplea la repetida metáfora del renacimiento a lo largo de su libro, como medio para convencer a sus lectores de que busquen una nueva perspectiva de sí mismos y del mundo. El ciclo de las estaciones, con el renacimiento del estanque, los animales y las plantas en primavera, funciona como la promesa de un eventual renacimiento espiritual en los seres humanos. Del mismo modo, la descripción que hace Thoreau del niño cazador que de hombre se convierte en naturalista y su metáfora del despertar del letargo de la vida ponen de manifiesto su esperanza y su creencia en el progreso de los seres humanos hacia una nueva y mayor comprensión de sí mismos. Termina el libro con una última metáfora del renacimiento, describiendo el insecto que sale de una mesa de madera después de décadas, con la esperanza de que algún día, aunque no sea inmediato, se produzca un renacimiento semejante en la sociedad humana.

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