Felipe Montero
Es el protagonista de la novela. Al inicio de la misma, Felipe es un joven historiador con conocimientos de la lengua francesa que trabaja como docente en un colegio. Ha vivido un tiempo en Francia como becario de la Universidad de la Sorbona. Llega a la casa donde sucede la acción para presentarse para un trabajo que se anuncia en el periódico: editar las memorias de un General fallecido. Sin embargo, tras ser hipnotizado por la joven Aura e instalarse en una habitación de la casa de Consuelo, Felipe termina descubriendo que él es en verdad el General Llorente, en cuyas memorias trabaja. Al final de la novela, Felipe se revela como una suerte de manifestación fantasmática del deseo de vida y juventud perdidos del matrimonio. Felipe tiene la apariencia de Llorente en su juventud, precisamente porque es la encarnación, a modo de fantasma, de la juventud del fallecido.
Consuelo
Se trata de la anciana dueña de la casa donde sucede la acción. En tanto el relato se conduce a través de la percepción de Felipe, durante gran parte de la trama Consuelo nos es presentada como una anciana de comportamiento extraño, algo sumida en lo que el protagonista entiende como demencia. Consuelo habita con Aura, a quien presenta como su sobrina, y que está siempre en penumbras, en esa casa en el centro histórico de la ciudad donde ya no vive nadie. En su primera aparición carga en sus manos un conejo, y luego la vemos recostada en una cama rodeada de la iluminación propia de un velorio. Rinde devoción a santos y a demonios que concentra en un cuadro de su habitación. Es la esposa del fallecido general Llorente.
Hacia el desenlace de la trama, nos enteramos de que Consuelo, en su juventud, no pudo engendrar hijos, y eso la traumó y la condujo a realizar prácticas mágicas, alquímicas, con animales o con hierbas que planta en un húmedo pasillo con el fin de quedar embarazada. Luego entendemos también que la mujer ha fallecido y que habita en la casa como un fantasma. Aura es, a su vez, también una presencia fantasmática, la encarnación de su deseo de recuperar la juventud. En cierto modo, entonces, es una suerte de doble proyectado por ella. Del mismo modo, Consuelo guía a Felipe, la encarnación fantasmática de su marido fallecido, Llorente, para que viva junto a su propia versión joven, Aura, instantes de plenitud. Muy probablemente sea su voz, en segunda persona, la que conduce el relato.
Aura
Es el personaje que da nombre a la novela, y es el más enigmático durante gran parte de la trama. Al inicio, Aura es una joven de aproximadamente quince años, que es presentada como la sobrina de Consuelo. Aura viviría junto a su anciana tía, con quien tiene una extraña relación. La belleza de sus ojos verdes hipnotiza y enamora a Felipe Montero, que se convence de que la joven vive allí obligada por su tía, capturada contra su voluntad, y se propone salvarla. Pero finalmente se revela que Aura no es sino una imagen, una proyección, de entidad fantasmática: es la encarnación del deseo de Consuelo de revivir su propia juventud.
El general Llorente
Aunque no aparece en el presente de la historia, el general Llorente acaba tomando la importancia de un personaje. Es, a priori, el fallecido marido de Consuelo. El hombre ha muerto aproximadamente sesenta años antes del presente del relato, dejando sus memorias incompletas: una obra que vinculaba hechos históricos con otros de su propia vida. Hacia el desenlace de la novela, el Felipe Montero descubre que en verdad él es el general Llorente, por lo que probablemente no sea más que una proyección fantasmática de Llorente en su juventud. Así, el protagonista se presenta como un doble fantasmático del difunto.