"Debe de ser tan bonito estar siempre, como los balcones, desocupado y distraído, sólo mirando" (p. 11) (Símil)
En este pasaje, la narradora manifiesta su deseo de parecerse a los balcones, que parecen observar las calles del pueblo sin ninguna responsabilidad ni tarea que los aqueje.
"La pared de bejucos delgados, disparejos, unidos con lianas, no los defendía del frío que entraba a morderlos como un animal" (p. 99) (Símil)
En este pasaje, se compara al frío con un animal hambriento que entra en las casas poco protegidas de los indios y muerde a sus habitantes. La comparación presenta al viento como una criatura viva que obra activamente sobre el mundo, un recurso muy utilizado en toda la novela que revela una visión animista y vital del universo, en el que cada elemento juega un papel activo y posee una personalidad.
"... las palabras de Felipe los acorralaban igual que los ladridos del perro pastor acorralan al novillo desmandado" (p. 101) (Metáfora y Símil)
Este pasaje corresponde a una escena en que el indio Felipe increpa a sus compañeros para que tomen una decisión sobre cómo encarar el conflicto con el patrón. Sus palabras de mando se comparan a los ladridos de un perro pastor, es decir, a las de un animal cuya función es guiar al ganado. Con estas figuraciones, la voz narradora transmite eficazmente la función de guía que Felipe cumple dentro de su comunidad.
"... temía a este hombre que le había devuelto la costa, amargo y áspero como la sal, perturbador, inquieto como el viento" (p. 106) (Metáfora y símiles)
En este pasaje se ilustra la relación de Juana con su esposo, Felipe, con una serie de comparaciones que, nuevamente, confieren a la naturaleza la calidad de agentes personificados que obran sobre el mundo. Así, la costa "devuelve" al hombre, como si fuera una persona o una institución que le permite al sujeto regresar a su casa. Luego, Felipe está cambiado, y posee ahora cualidades que su mujer atribuye a la naturaleza. Por eso lo compara con la sal y con el viento desde sus valores negativos.
"Nos arrimamos a un mal árbol, Ernesto, a un árbol que no da sombra" (p. 143) (Metáfora)
Con esta metáfora Zoraida demuestra a Ernesto cuánto desprecia a su marido, quien no es capaz de enfrentarse a los indios de su finca y someterlos con su poder de patrón. Zoraida odia a los indios y contempla con furia la incapacidad de su marido para castigarlos de la manera en que ella lo haría si pudiera. Ante esta debilidad, la mujer piensa que su marido ha perdido sus fuerzas y pronto perderá su poder sobre Chactajal. Por eso lo compara con un árbol que no da sombra, es decir, que no cumple su función protectora con el entorno.