La protagonista, una niña de siete años, narra su vida entre Comitán y Chactajal, la finca de sus padres, los Argüello. Criada por la nana indígena, sin recibir ni el amor ni la atención de los padres, la narradora crece escuchando los relatos mitológicos de las culturas tradicionales mesoamericanas, al mismo tiempo que participa, por pertenecer a una familia poderosa, de los privilegios de la sociedad blanca y terrateniente. En la primera parte de la novela, la niña recoge algunos hechos históricos que guarda en su memoria: la expulsión de los curas y el cierre de las iglesias durante la presidencia de Lázaro Cárdenas y los conflictos entre los terratenientes y los pueblos indígenas en el contexto de la reforma agraria.
En la segunda parte de la novela, la familia Argüello se instala en Chactajal, la finca que la familia ha conservado generación tras generación y que es la principal fuente de su economía. A ellos se les unen Ernesto, un sobrino bastardo de César Argüello, y Matilde, una prima hermana de César que escapa de su propia hacienda, gobernada con mano de hierro por su hermana, Francisca.
En Chactajal, los indios han comenzado a organizarse bajo el liderazgo de Felipe, y le piden al patrón que cumpla con lo estipulado en la reforma agraria: no más jornadas de trabajo no remunerado y educación laica y gratuita que el patrón debe proporcionar. Para ello, César designa a su sobrino bastardo como maestro, una tarea que el joven no quiere cumplir y que realiza con muy poco entusiasmo.
Ernesto es en verdad un sujeto conflictivo, abrumado por el deseo de parecerse a su tío y por el odio que le tiene al no poder ocupar su estatus social debido a su condición de bastardo. En un arrebato desenfrenado, Ernesto viola a Matilde, quien queda embarazada y trata de suicidarse, aunque no lo consigue. Después de practicarse un aborto con una curandera, Matilde queda totalmente avergonzada y atormentada por lo que le ha pasado, y Ernesto comienza a emborracharse para olvidar que iba a tener un hijo y este fue abortado. En una de esas borracheras golpea a un estudiante, por lo que Felipe y el resto de la comunidad piden su reemplazo como maestro.
Esta situación de tensión entre los nativos y los Argüello se resuelve durante la cosecha de caña, cuando los indígenas incendian Chactajal y destruyen la fuente de ingresos de César Argüello. Sin querer abandonar su finca, César envía a Ernesto con un mensaje para el gobernador, pero aquel es asesinado por un nartivo a pocos kilómetros de Chactajal, por lo que finalmente los Argüello deben regresar a Comitán.
Sin querer dar su finca por perdida, César Argüello se instala en Tuxtla con el objetivo de pedirle al gobernador su intervención en el conflicto, pero no lo consigue. Mientras tanto, en Comitán, la nana le avisa a Zoraida, la esposa de César, que los brujos de Chactajal han determinado la muerte de su hijo varón, Mario. Desesperada, Zoraida intenta hacer todo lo que está en sus manos para evitar la muerte del niño, quien termina por enfermar misteriosamente y perece. La narradora siente culpa por la muerte de su hermanito y, al final del libro, se lamenta por la soledad que siente en el seno de una familia deshecha.