Benito Cereno

Benito Cereno Ironía

Según Cereno, sus esclavos no necesitan grilletes porque son mansos. Lejos de ello, no los llevan puestos porque han hecho un motín y tomado el control del barco (Ironía situacional)

Si bien a simple vista esto podría parecer una ironía verbal, en realidad el comentario de Benito Cereno no denota una intención irónica desde el discurso, sino que responde a una estructura mayor: se trata de toda una escena montada en pos de que Amasa Delano no perciba que el barco está en aprietos. Es ante la pregunta de por qué los esclavos se encuentran libres en la cubierta, que Cereno miente y dice que tiene que ver con el carácter manso de estos hombres. Sin embargo, resulta irónico el contraste, ya que la actitud de los esclavos disimuladamente amotinados es, en realidad, diametralmente opuesta a la mansedumbre.

Babo se comporta como un esclavo leal y devoto de Cereno. Sin embargo, esta sumisión esconde lo contrario: su poder absoluto y el terror del capitán (Ironía situacional)

El narrador llega a sorprenderse de la devoción que el esclavo Babo le pregona a Cereno. Incluso, cansado de no poder tener un momento de intimidad con el capitán, para conversar asuntos que atañen a los capitanes y no a los esclavos, llega a exclamar: “Maldito sea este tipo fiel” (p.169). Irónicamente, las presuntas devoción y lealtad de Babo no es más que una mascarada que oculta lo contrario: Babo ha organizado un motín en el barco, y Cereno se encuentra en la más absoluta sumisión ante él.

Cereno, quien debiera ser el amo del barco, ha caído bajo el poder su esclavo Babo y ahora le obedece sumisamente (Ironía situacional)

Esta ironía dramática es casi expresa por parte del narrador, que comenta cómo, luego de la muerte de Babo y el final de la declaración de Cereno, este también muere y sigue a su jefe, en referencia al esclavo negro:

Unos meses después (...) el negro enfrentó su mudo fin (...). La cabeza, aquella colmena de sutileza, fijada sobre una pica a través de la plaza miró a la iglesia de San Bartolomé, en cuya cripta dormían entonces (...) los huesos recobrados de Aranda. (...) Tres meses después de que el tribunal prescindiera de él, Benito Cereno, llevado en andas dentro de su féretro, efectivamente siguió a su jefe (p.210).

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