Benito Cereno

Benito Cereno Citas y Análisis

En el año 1799, el capitán Amasa Delano, de Duxbury, Massachusetts, al mando de un gran barco cazador de focas y mercante en general, estaba anclado, con un valioso cargamento, en el puerto de Santa María, una isla pequeña, desértica, deshabitada, ubicada hacia el extremo sur de la extensa costa de Chile.

Narrador, p.85

El narrador de Benito Cereno es un narrador omnisciente en tercera persona, que se encuentra focalizado en el personaje del capitán Amasa Delano. Está inspirado en el verdadero Amasa Delano, un armador naval de la marina estadounidense que realizó numerosos viajes a la India y que recorrió el Pacífico en el 1800. Mientras residía en el archipiélago Juan Fernández y se dedicaba a la caza de ballenas, Delano apresó con su ballenero Perseverance al buque Tiral, comandado por el español Benito Cerreño. Esta embarcación se dedicaba al tráfico de esclavos y había sido tomada por los mismos. En esta historia en particular se basa el relato de Melville Benito Cereno.

Alcanzada una vista menos remota, el barco, cuando se hizo señaladamente visible sobre el borde de las olas promesas, cubierto aquí y allá andrajosamente por retazos de niebla, se asemejaba a un monasterio en Havel después de una tormenta eléctrica, que se avistara encaramado sobre un pardo precipicio entre los Pirineos.

Narrador, p.88

A pesar de ser una ficción histórica realista que repone con suma precisión la terminología marítima y el relato de los hechos ocurridos en el archipiélago en 1805, el narrador imprime al relato una fuerte carga poética. Las comparaciones, metáforas e imágenes que brinda son de gran lirismo. Agrega, por ejemplo, sobre el mar: “Todo estaba mudo y calmo; todo gris. El mar, aunque ondulado en largos listones de oleaje, parecía fijo, y estaba alisado en la superficie como plomo batido que se ha enfriado y fraguado en el molde del fundidor” (p.85). De este modo, aporta imágenes estilizan la narración de los hechos y engrosan el clima del relato.

Lo que le faltaba al Santo Domingo era lo que tiene un barco de emigrantes: oficiales superiores severas. Pero en esa cubierta no había a la vista ni tanto como un cuarto oficial.

Narrador, p.100

Santo Domingo es el nombre que Melville le da al barco Tiral en el cual basa la historia. Cuando Amasa Delano lo aborda, nota inmediatamente cierta falta de orden. Esta organización, según su perspectiva, la garantizan siempre los duros oficiales superiores. En el caso del Santo Domingo, con el correr de las horas, ve que la actividad abordo se organiza de otro modo y que la cantidad de oficiales es escasa.

En un instante, una noche, tres de mis mejores oficiales, junto con 15 marineros, desaparecieron en el agua, junto con la verga mayor, cuando el palo se partió debajo de ellos en las eslingas, mientras intentaban, con alzaprimas, abatir la vela helada.

Benito Cereno, p.101

Benito Cereno le relata a Amasa Delano cómo fue que se inició la cadena de sucesos trágicos que los llevaron a estar varados en el archipiélago hace ya 190 días. En esta cita, y en general en el relato, hay momentos en que el lector se encuentra ante un despliegue de lenguaje técnico propio de la navegación que Melville, como Hemingway, Verne o Conrad, manejaba a la perfección. Es uno de los rasgos primordiales de la novela de mar o “ficción náutica”, como se llama ahora. Muchas veces, es tomado como un género subsidiario del género de aventuras, aunque esta postura es debatida por mucha de la crítica literaria especializada.

Su mente divaga. Él estaba pensando en la peste que siguió a los vendavales.

Babo, p.102

El solícito esclavo de Benito Cereno, Babo, interrumpe su relato y corrige lo que su amo estaba diciendo. Esto resulta llamativo, tanto para el lector como para el mismísimo Amasa Delano, que escucha atentamente. Hay otras interrupciones y gestos raros de Babo, que solo terminarán de cobrar sentido al final de la historia.

El incidente lo indujo a fijarse en las otras negras con mayor detalle que antes. Le agradaron sus modales: como la mayoría de las mujeres sin civilizadas, parecían a la vez tierna de corazón y recias de constitución, dispuestas por igual a morir por sus niños o a pelear por ellos. Francas como panteras, cariñosas como palomas.

Narrador, p.133

Benito Cereno es un texto que ha sido históricamente caracterizado como racista por las apreciaciones que su narrador, focalizado en el capitán Amasa Delano, tiene de los esclavos y la esclavitud como práctica en general. Resulta complejo analizarlo de este modo, y quizá no podamos llegar a consensos sólidos si nos basamos en las ideas de Melville y no en el texto en sí. Pero sí podemos afirmar que el personaje de Amasa Delano tiene una perspectiva racista. En su caso, asistimos a una suerte de racismo "positivo" (ver tema "El racismo", para más información). El otro, diferente, no es visto en principio como una amenaza, sin embargo, es deshumanizado. Esta falta de humanidad se refuerza por el recurso de la animalización que utiliza el narrador, focalizado en Delano, en varias ocasiones en las que el capitán se detiene a describir el comportamiento o el aspecto de los esclavos negros: “Francas como panteras, cariñosas como palomas” (p.133), dice de las negras, al apreciar con condescendencia racista el comportamiento de las mujeres negras a bordo.

No debe temblar así, amo. Mire, don Amasa, el amo siempre tiembla cuando lo afeito. Y sin embargo el amo sabe que nunca saqué sangre, aunque es cierto que, si el amo va a temblar así, puede pasar alguna de estas veces.

Babo, p.155

La escena en la que Babo afeita a Benito Cereno es una de las más célebres de la novela. Mientras conversa con Amasa Delano, Babo pasa con destreza su navaja por el cuello de Cereno. La escena está cargada de una fuerte tensión, y quizá sea la más citada y recordada de toda la novela. Da cuenta del control que tiene el esclavo por sobre el capitán desvalido.

Durante la refracción, el huésped otra vez volvió a partes del relato de don Benito, pidiendo más detalles aquí y allá. Inquirió cómo era posible que el escorbuto y la fiebre hubieran hecho un estrago tan sistemático entre los blancos, mientras que habían destruido a menos de la mitad de los negros. [Benito Cereno] hizo referencia al azar a las diferentes constituciones de las razas, que permitían a una ofrecer más resistencia a ciertas enfermedades que otra. La idea era nueva para su compañero.

Narrador, p.163

En esta cita se hace mención a una afección que, por diversos factores, ya no resulta un problema para los humanos en la actualidad. El escorbuto es una enfermedad causada por una deficiencia de vitamina C. Históricamente, se asoció con los marineros y exploradores que pasaban largos períodos en el mar sin acceso a alimentos frescos. La vitamina C se encuentra en frutas y verduras crudas.

La explicación de Benito Cereno sobre por qué ha disminuido la población blanca y no la negra en el barco toma desprevenido al capitán Delano, que dice no haber sabido hasta ahora de que las diferentes constituciones de las razas pudieran cambiar las capacidades de resistir a una u otra enfermedad. Además de tratarse de un comentario racista, Delano queda pensativo luego de esta explicación. Le resulta algo curiosa, casi sospechosa. Sin embargo, no ahonda más en el asunto.

Ambas manos del negro estaban aferradas, cuando, levantando la vista hacia el Santo Domingo, el capitán Delano, ya sin vendas en los ojos, vio a los negros, no en desgobierno, no en tumulto, no con frenética preocupación por don Benito, sino con la máscara arrancada, blandiendo hachuelas y cuchillos, en feroz sublevación pirática.

Narrador, p.179

Las vendas en los ojos a las que hace mención el narrador son metafóricas: Delano se da cuenta, finalmente, de qué es lo que en realidad estaba pasando a bordo del Santo Domingo y qué pretendían el negro Babo y sus secuaces. Buena parte del relato se sostiene sobre la incapacidad de Delano de leer los signos que se presentan ante sus ojos. Por esto mismo, esta escena representa el giro dramático principal, en el cual Delano se ve obligado a hacer una relectura de todo lo vivido hasta ahora sobre el barco y comprender los hechos en toda su dimensión.

A tal grado pueden imponerse las maquinaciones y los engaños malignos. Hasta ese punto pueden equivocarse incluso los mejores hombres al juzgar la conducta de alguien de cuya situación no está al tanto en todos los recovecos.

Benito Cereno, p.208

Esta cita no solo es de gran relevancia por ser la reflexión final que hace el capitán Delano luego de todo lo acontecido en el Santo Domingo, sino que tiene una relación intertextual con hechos históricos muy posteriores de interés mundial: en los juicios de Núremberg, Carl Schmitt, el jurista alemán más célebre, acusado de colaborar con los nazis, citó estas palabras de la novela de Melville para intentar explicar su adscripción al nazismo. Según él, se encontraba, como Benito Cereno, amenazado por las navajas de las SS a la hora de cometer los crímenes que cometió, y estaba siendo, en Núremberg, mal juzgado.

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