La muerte y la degradación de los cuerpos
Esta imagen es evocada cuando se describen con detalle las sepulturas de los muertos. Por ejemplo, en el caso de la sepultura de Pancho, el narrador dice:
(...) Los despojos de Francisco Catalino Páez yacían en la fosa común del cementerio de Coronel Vallejos. Sólo quedaba de él su esqueleto y se hallaba cubierto por otros cadáveres en diferentes grados de descomposición, el más reciente de los cuales conservaba aún el lienzo en que se los envolvía antes de arrojarlos al pozo por la boca de acceso. (p. 188)
La descripción es muy rica. Sirve para poner énfasis en el proceso de la degradación de los cuerpos tras la muerte y en el material en descomposición en que acaban convirtiéndose los cadáveres. Es una forma efectista de poner al lector frente a la realidad cruda del proceso natural de la muerte.
Por otro lado, en la fosa común donde yacen los restos de Pancho, los cuerpos se acumulan sin distinción. En la confusión de esos huesos pierde toda importancia la identidad de los cadáveres. En este punto se puede establecer una comparación con los cadáveres de las personas que fueron más adineradas. Como se señaló en la sección "Temas principales", ellos no están depositados en la fosa común, sino en otros espacios del cementerio, donde se los identifica y en ocasiones se les coloca placas conmemorativas. De manera que las clases sociales más altas gozan una identidad aún después de su muerte. Podemos decir, entonces, que en esta novela las distinciones sociales se muestran no solo a través de las formas de vida de sus personajes, sino también a través de sus destinos tras la muerte.
La naturaleza como manifestación del estado emocional
A través de la descripción del clima y de las formas de los árboles, el narrador logra mostrar el estado emocional de Mabel, la tarde en que va a visitar a Nené en su casa de Buenos Aires:
Era una tarde de otoño. En esa calle de Buenos Aires los árboles crecían inclinados. ¿Por qué? Altas casas de departamentos de ambos lados de la acera ocultaban los rayos del sol, y las ramas se tendían oblicuas, como suplicando, hacia el centro de la calzada... buscando la luz. Mabel iba a tomar el té a casa de una amiga, elevó su mirada a las copas añosas, vio que los troncos fuertes se inclinaban, se humillaban.Tal vez un vago presagio asió su garganta con guante de seda, Mabel entre sus brazos estrechó un ramo de rosas y aspiró el dulce perfume, ¿por qué de repente pensaba que el otoño había llegado a la ciudad para nunca más dejarla? (p. 167)
Con el paso del tiempo, Mabel ha perdido su entereza psicológica y moral. En la descripción que el narrador hace de los árboles podemos ver su estado emocional. La imagen del otoño remite también a la decadencia y ocaso de una vida que se había presentado con esperanzas de un futuro esplendoroso, y que luego se ve opacada, a causa de la denuncia de Cecil contra su padre y del nuevo compromiso que contrae Mabel con un hombre de menor estatus social. La escena presenta una atmósfera meláncólica que coincide con los pensamientos de Mabel hasta el punto de confundirse con la voz del narrador. Además, las preguntas que formula el narrador son en realidad las que se hace Mabel. Este es un recurso que se conoce como "discurso indirecto libre", y que permite mezclar las voces del narrador y del personaje. Este procedimiento hace que no podamos distinguir hasta dónde se trata de la voz del narrador y hasta dónde de la conciencia de Mabel, por lo que la descripción del paisaje se funde con el pensamiento del personaje.
Calor y sofocación
La almohada le molestó y la empujó a un lado. Se colocó boca abajo. A pesar de haberse quitado los zapatos los pies seguían doloridos, con los entrededos irritados y en parte lastimados por el sudor ácido. (p. 116)
A lo largo del texto en el que se inscribe este pasaje se brindan descripciones exhaustivas de la forma en que los personajes vivencian la tarde de calor de un cierto día de verano. Hay abundantes imágenes que ayudan al lector a representarse una atmósfera no solo caliente y opresiva a nivel climático, sino además sofocante y densa a nivel del climax literario.