Resumen
Novena entrega
Aquí comienza la segunda parte de la novela, titulada "2. Boquitas azules, violáceas, negras". La entrega comienza recapitulando algunos hechos. El día que Juan Carlos se mete por los fondos en la casa de Mabel, finalmente no la encuentra. Lo que sucedió es que, a raíz de la ruptura de su compromiso con el extranjero, le conceden una licencia con goce de sueldo y se va a Buenos Aires durante un tiempo. Por otro lado, el doctor Malbrán y el Intendente concluyen que Juan Carlos no está del todo curado, y que no puede seguir de licencia. Esto deriva en la ruptura del noviazgo entre él y Nené, ya que el padre de ella se encuentra muy preocupado y contrariado por la irresponsabilidad del joven. Por otro lado, Juan Carlos habla con el comisario sobre el embarazo de La Raba; si bien se hace una elipsis respecto a los detalles de esta charla, entendemos que Juan Carlos le cuenta al comisario que el padre de la criatura que espera La Raba es Pancho.
A continuación hay una detallada descripción de lo que hicieron Nené, Juan Carlos, Mabel, Pancho y La Raba en algún momento del día 27 de enero de 1938.
Nené se acuesta a dormir la siesta al volver del trabajo. Hace mucho calor y se siente agotada. En medio del sopor, mientras se duerme, desea dos cosas: que Juan Carlos consiga el trabajo en la Intendencia de nuevo y que Massa, a quien conoce hace poco, no se entere nunca de lo que sucedió con el doctor Aschero, puesto que siente gran vergüenza. Al anochecer, Juan Carlos fuma el único cigarrillo que tiene permitido en el día. Está sentado en la vereda de su casa, mientras su madre baldea para refrescar el pesado ambiente. Mientras fuma piensa en sus problemas de dinero. Desea fundamentalmente dos cosas: conseguir el dinero para continuar el tratamiento en el lugar más caro de las sierras y no morir. A la tarde, en Buenos Aires, Mabel vuelve al departamento de su tía después de estar en la peluquería. Hace mucho calor, por lo que busca en una revista funciones de cine en salas refrigeradas. En un momento se impacienta y tira las revistas, pero luego se recompone. Sabemos que desea más que nada dos cosas: que aparezca en la puerta de su cuarto un galán del cine, y que su padre no pierda el juicio con su ex prometido. A la tarde, en La Plata, Pancho se dispone a descansar en el cuartel donde estudia para policía. Aprovecha para probarse el uniforme, y reflexiona sobre el hecho de que, mientras en Vallejos se bañaba con la bomba, aquí disfruta de una ducha. Sus mayores deseos son dos: que lo vean en el pueblo con su uniforme, y que La Raba no lo denuncie en la policía como padre abandónico del hijo que ella espera. Antes de medianoche, La Raba está por dar a luz. Sus deseos son dos: que la criatura nazca sana, y que Pancho no los repudie a ella y al bebé.
Esta entrega termina con una carta escrita por Nené y dirigida a Mabel. La carta está fechada el 10 de noviembre de 1938, en Buenos Aires. Se trata de una carta muy extensa. Al comienzo Nené menciona el distanciamiento entre ellas, pero le recuerda a su destinataria el motivo de la carta: una promesa hecha entre las amigas a los 12 años. La promesa era que el día que se casaran cada una le enviaría a la otra una carta contándole los detalles de la luna de miel. A continuación, Nené cuenta que está maravillada con Buenos Aires y que muy probablemente se afincará junto a su marido allí. Habla del carácter de Massa, destacando su ambición e interés en los negocios, y cómo la complace llevándola a pasear y a comer afuera. Sin embargo, también se queja de algunos de sus hábitos y exigencias, como el desayuno en la cama y la siesta obligada de la tarde. Luego de la carta hay una descripción de acciones del personaje posteriores a la escritura de la misma, en la que se relata que el marido llega a la habitación de hotel donde se están quedando con intenciones de acostarse, y ella, para evitar tener sexo con él, insinúa un terrible dolor de cabeza pidiéndole aspirinas.
Décima entrega
Esta entrega no está fechada, pero el lector se da cuenta de que corre el año 1939. Nené vive junto a su marido en Buenos Aires, en un departamento recién adquirido que aún no han amueblado. La Raba trabaja en Buenos Aires, en una fábrica de jabón. Extraña mucho a su hijo, aunque lo ve los fines de semana cuando viaja al pueblo. El bebé se llama igual que el padre, y ella cariñosamente le dice "Panchito". Pancho está de regreso en Vallejos. Trabaja como suboficial de policía. Repudia a La Raba, le reprocha haberlo denunciado como el padre del niño, lo que de hecho es falso: como sabemos, ha sido Juan Carlos quien sacó el tema con el comisario. Mabel, por su parte, ha vuelto a Vallejos y está comprometida para casarse con un joven de Buenos Aires que conoció allá, de quien sabemos que no le agrada mucho físicamente.
La entrega consta de tres conversaciones telefónicas, al final de las cuales hay una breve descripción de acciones posteriores, y un diálogo comentado. Las conversaciones telefónicas son entre Nené y la Raba, que viven en Buenos Aires. El diálogo sucede en Vallejos, y se da entre Mabel, que ha vuelto al pueblo y vive en casa de sus padres, y Pancho, que trabaja en la comisaría nueva, lindera por los fondos con la casa de Mabel.
La primera conversación es la que tiene lugar la primera vez que La Raba contacta telefónicamente a Nené en Buenos Aires. Le cuenta de su actual empleo y del repudio de Pancho, y le pregunta por su matrimonio. Nené responde escuetamente las preguntas de La Raba para enseguida preguntarle algo más sobre el pueblo. La Raba le cuenta que ha visto a los padres de Nené, que el padre se ve muy deteriorado por la enfermedad (el lector se entera que el padre de Nené padece cáncer) y que la madre se queja de que Nené no le envía ayuda económica porque prefirió comprarse los muebles nuevos. Hablan en forma despreciativa de Celina, quien no tiene novio pero habla con muchos hombres. Finalmente, La Raba le cuenta sobre Juan Carlos, que no tiene empleo y vaga por el pueblo, y que nuevamente se encuentra con la viuda Di Carlo. Durante la charla, La Raba manifiesta sus deseos de visitar a Nené, pero esta la evade puesto que no quiere que nadie vea su casa vacía.
En la siguiente conversación, La Raba insiste varias veces en sus deseos de visitar a Nené, quien le responde negativamente aduciendo complicaciones. Luego La Raba cuenta sobre el novio de Mabel, recién llegado de visita. Le cuenta, despectivamente, que es de baja estatura y que mide igual que Mabel. Luego, La Raba vuelve a sacar el tema de la ayuda económica que Nené no envía a sus padres para el tratamiento, lo cual irrita a Nené, quien miente, aduciendo que no puede enviar dinero porque con los gastos de los muebles se ha quedado sin dinero. El lector sabe, sin embargo, que Nené no tiene los muebles porque prefiere comprarlos en efectivo para no pagar intereses, es decir que sí tiene dinero.
En la última conversación, Nené agradece falsamente la inesperada visita de La Raba a su departamento estando Nené ausente. La Raba le ha traído el gajo de una planta de regalo, y lo ha hecho de apuro porque al día siguiente regresa al pueblo. Nené está preocupada porque La Raba ha visto su casa sin los muebles, y teme que esta se lo cuente a sus padres. Entonces se compromete a llevarle regalos de despedida a la estación del tren, con el objetivo de persuadirla de guardar el secreto.
Al final de la entrega tiene lugar una conversación entre Mabel y Pancho. Sucede en Vallejos, en la medianera que separa la comisaría de los fondos de la casa de Mabel. Ella se encuentra juntando higos y él, arreglando una antena. Tras un breve coqueteo arreglan una cita clandestina para esa misma noche, aunque ella está de novia y comprometida con otro. El diálogo intercala lo que estos personajes se dicen con lo que piensan mientras hablan. Gracias a esto, el lector se entera de que ambos se sienten atraídos sexualmente por el otro: Pancho proyecta que salir con una maestra subiría su posición social, mientras que Mabel se siente entre asqueada por gustar de un hombre de tan baja posición y atraída por esto mismo y por el físico imponente de Pancho.
Undécima entrega
Esta entrega consta de 3 apartados, todos fechados en junio de 1939.
El primer texto es el fluir de conciencia de La Raba a lo largo del día. Está contenta de trabajar de sirvienta en casa de los Sáenz, la familia de Mabel. Se siente agradecida de que Mabel le permita ir a ver a su hijo todas las tardes. La tía de La Raba es quien cuida del niño mientras ella trabaja. La Raba está muy ilusionada porque piensa que cuando Pancho la vea recién regresada de Buenos Aires querrá ver al niño y se decidirá a formar una familia con ellos. Planea aparecerse cerca del trabajo de él y cruzárselo fingiendo casualidad. Quiere ponerse el vestido nuevo que se ha hecho con la tela que Nené le regaló al despedirla del tren, junto a otras cosas. Cumpliendo con su plan, La Raba se aparece cerca de la comisaría y se cruza con Pancho, quien la ignora deliberadamente. Ella piensa que quizás él tiene miedo de que ella lo esté esperando para acuchillarlo. Herida por el desaire hacia ella y su hijo, se aleja del lugar. Se va rememorando la ocasión en que, por orden de su patrona, mató y limpió las vísceras de un pollo para la comida.
El segundo texto es el fluir de conciencia de Pancho una noche en que se mete en la habitación de Mabel. La aborda sexualmente, luego se viste y se sale por la ventana. Allí se asusta por la presencia de algo que confunde con un gato, pero que es La Raba enfundando la cuchilla de la cocina.
A continuación sigue una carta escrita por Juan Carlos y dirigida a la viuda Di Carlo. El lector sabe que Juan Carlos le escribe a ella, aunque él no la mencione en el encabezado. La carta está fechada en Cosquín el 28 de Junio de 1939. En ella, Juan Carlos le agradece que le haya avisado de la noticia del asesinato de Pancho, y miente diciendo estar conmovido y afectado. Sin embargo, al mismo tiempo reniega de su amistad con él aduciendo que ha pasado mucho tiempo y hablando despectivamente del fallecido. También la alienta a vender rápidamente su casa y sus posesiones para irse a vivir con él a Cosquín. Al final de la carta asegura que está mejor de salud y se despide afectuosamente. Luego de la carta, en la descripción de acciones posteriores del personaje, el lector confirma que Juan Carlos se alegra de la muerte de Pancho.
Análisis
A partir de esta segunda parte del libro, varios de los recursos literarios que han sido utilizados anteriormente reaparecen, aunque llevados al paroxismo. Esto instala en la novela una atmósfera opresiva y un ritmo vertiginoso en el desarrollo de los acontecimientos, tal como se puede apreciar en este pasaje: "Un escozor incómodo, de piel sudada, le empezó a atacar. La respiración era pesada, el aire le empujaba el diafragma con lentitud y fuerza hacia abajo. La garganta tensa registraba ráfagas nerviosas y dejaba pasar la saliva con dificultad." (pp. 118 - 119).
En la primera de esta segunda serie de entregas, por ejemplo, la narración recurre nuevamente a las descripciones detalladas del itinerario de pensamientos y acciones de los personajes durante toda una jornada, de modo que el lector puede establecer paralelismos y comparaciones en las distintas vivencias de ese día. A diferencia de esas entregas, aquí se detalla cómo vivieron, qué hicieron y qué pensaron los personajes durante un momento breve de la tarde. Este recorte del tiempo introduce una sensación de velocidad que, sumada al calor y la sofocación de la escena, generan un efecto de desesperación. Este efecto es potenciado a su vez por la utilización de aliteraciones, como "haciendo un alto en el día" o "en ese momento su mayor deseo era..." (pp. 118 - 124).
A lo largo de la entrega siguiente, cobra relevancia el tema de las clases sociales, la hipocresía y los mandatos sociales. Por ejemplo, cuando Nené escribe la carta a Mabel desde su luna de miel en Buenos Aires, pone gran énfasis en comentar las salidas que realiza con su flamante marido, los lugares a los que este la lleva, los restaurantes que visitan, los regalos que él le hace, las compras que realizan: "de tarde salimos a ver heladeras, una victrola ya la tenemos elegida, y si lo convenzo una de las primeras cosas que vamos a comprar es un ventilador que vi, de esos chiquitos que son la última novedad, todos cremita" (p. 125).
También aparece en esta sección la dicotomía pueblo/ciudad, donde todo lo relacionado con lo citadino lleva la marca de la distinción, el progreso y la civilización, mientras que el pueblo queda asociado al atraso, la brutalidad y la ignorancia. En su carta a Mabel, Nené se regodea por su futuro en Buenos Aires, adonde se establecerá con su marido: "Ahora adonde él se quiere venir a vivir es... acá. ¡Nada menos! Fijáte qué ambicioso me salió el gordito" (p. 127).
Utilizando la conversación telefónica, un elemento de la cultura popular devenido aquí en recurso narrativo se muestra, por ejemplo, cómo el personaje de Nené se esfuerza vanamente por conservar las apariencias, para no ser descubierta en sus mentiras por el personaje más bajo en la escala social de la novela, la sirvienta:
—¿A mamá le vas a contar que viniste a mi casa?
—Si vos no querés no le cuento nada.
—¿A qué hora sale el tren mañana? Porque si querés te llevo alguna ropa mía usada (p. 139).
En la última de estas entregas se cuenta el asesinato de Pancho desde diferentes puntos de vista: el de la asesina, el de la víctima, y también el del pueblo ante la noticia, representado por una carta que Juan Carlos dirige a la viuda Di Carlo, en respuesta a una en la que ella lo pone al corriente del asesinato. El narrador explota el recurso del fluir de conciencia y muestra así al lector la cadena de pensamientos y acciones que lleva a los personajes al lugar en el que están, como en el siguiente pasaje: "y si nos ve tu papá, que si por ahí pasa y delante de la gente te hace un desprecio... ¿tendría miedo que le dé un cuchillazo que se cruzó a la confitería?... con la cuchilla grande corté el ala a un pollo pelado, el cogote, las patas" (p. 151). Allí podemos entrever, en el pensamiento de La Raba, el germen del deseo de matar a Pancho, aunque el mismo no sea claro para ella misma.