Resumen
Decimoquinta entrega
Esta entrega comienza con tres cartas. La primera, dirigida a Nené y firmada por Leonor Saldívar de Etchepare, está fechada el 21 de agosto de 1947. Es la respuesta de la señora Leonor que Nené tanto ha esperado. En ella, la mujer se disculpa por la tardanza y le pide insistentemente que le confíe sus problemas familiares: qué cosas le molestan del marido y de los hijos. En la posdata le agradece por recordarle el deseo de Juan Carlos de ser cremado, y le dice que no hay que ser egoísta y cumplir con la voluntad de los muertos. En la descripción de acciones posteriores, vemos que es Celina quien está escribiendo esta carta, mientras que su madre está sentada en un sillón tejiendo. Aquí sale a la luz la verdadera identidad de la interlocutora de las cartas de Nené. No es la señora Leonor, como creía Nené, sino Celina.
La segunda carta, fechada el 10 de septiembre de 1947 en Coronel Vallejos, también está firmada por Leonor y dirigida a Nené. Allí, la supuesta Leonor le cuenta a Nené del feliz compromiso de Celina con un médico muy codiciado en el pueblo, lo cual es mentira. Luego, para mortificarla, le pide que no sufra por la cremación de Juan Carlos. A continuación, se pone más inquisitiva sobre los problemas de Nené con Massa. Finalmente, le pide la dirección laboral de este, alegando la mentira de que el dato es para una vecina que precisa de un martillero público. Tras el texto de la carta, la descripción de acciones posteriores nos muestra una vez más que no es Leonor quien escribe, sino Celina, haciéndose pasar por su madre.
La última de las cartas está fechada el 26 de septiembre de 1947 en Coronel Vallejos. Está dirigida a Massa en su domicilio laboral y la firma un anónimo. La carta es muy breve. Dice que le envía unas cartas escritas por Nené, su esposa, a fin de desenmascararla. Según dice, Nené le ha hecho un gran mal. A continuación están la correspondencia que Nené envió a la casilla de correo en Vallejos. La misma tiene varios párrafos subrayados. En ellos, Nené habla de forma especialmente cruel de su marido y sus hijos, de lo cansada que está de su vida de casada, y de lo mucho que desea morirse. Luego del texto de las cartas, la narración describe a Celina cerrando los distintos sobres. Uno de ellos contiene un paquete envuelto con cinta azul. Pero no son las cartas que Nené había pedido que le devolvieran, aquellas que Juan Carlos le escribió estando en Córdoba, sino aquellas otras que él escribía al mismo tiempo a otra mujer. Esta resulta ser la viuda Di Carlo, pero Nené no tiene manera de saberlo. Celina cree firmemente que Nené es la responsable de la enfermedad del hermano, puesto que es con ella que él decía que se quedaba hasta altas horas de la madrugada expuesto al frío y al viento. Además, le guarda rencor por celos, envidias y competencias en su época de jóvenes; de allí el empeño con el que delata a Nené ante su marido.
A continuación tienen lugar dos breves diálogos. Uno se da entre Leonor y Celina, cuando esta termina de preparar los sobres. Alegre, le dice a su madre que se ha enterado de que Nené está peleada con su marido, y que eso la pone muy contenta. Luego discuten sobre el médico que coquetea con Celina, y ella aclara que está comprometido y que solo son amigos.
El segundo diálogo, más extenso, sucede en Cosquín entre la viuda Di Carlo y Nené. Pasaron seis meses desde la muerte de Juan Carlos. Como se acaba de separar del marido a raíz del escándalo de las cartas, Nené decide hacer un viaje a Córdoba para conocer el lugar del cual tanto le había hablado Juan Carlos. Al llegar a la última pensión donde este vivió se encuentra con la viuda, quien para sorpresa de Nené, resulta ser la dueña del lugar. Nené comprende que todos esos años ella y Juan Carlos vivieron juntos allí, y que nadie en el pueblo lo sabía. La viuda le cuenta algunas cosas de los últimos años de Juan Carlos, y dice haber perdido casi todo por la mala administración de él. Nené quiere saber si Juan Carlos hablaba de ella. Ella le terminaba diciendo que sí, que él la recordaba con afecto. También le cuenta que él alguna vez le dijo que fue la única con la que pensó seriamente en casarse. La viuda le pregunta por los problemas con Massa, y Nené confiesa que Juan Carlos fue el único hombre al que ella quiso en su vida. Nené se quiere quedar más tiempo, pero la viuda le pide repentinamente que se vaya, que siga camino para La Falda, ya que ella no tiene ánimos para recordar el pasado, aunque no siente rencor por Juan Carlos.
El relato del encuentro entre Nené y la Viuda introduce un punto de inflexión en el curso de los acontecimientos. Advertimos que estas mujeres no se guardan rencor, que están cansadas, y que no quieren seguir hurgando en el pasado.
El último texto de esta entrega es una descripción de los carteles que hay en el camino entre Cosquín y La Falda, entrelazada con el fluir de la conciencia de Nené durante ese viaje en colectivo. Sus pensamientos giran en torno a las palabras de la viuda cuando esta le dijo que Nené fue la única mujer con la que Juan Carlos pensó en casarse. Se desencadena una fantasía mística plagada de imágenes religiosas como ángeles, el mismo Dios y Juan Carlos resucitado. Aparecen las otras amantes de Juan Carlos, y en un momento desaparecen. Luego Dios mismo une a Juan Carlos y Nené en matrimonio. La fantasía se corta abruptamente cuando los hijos de Nené la despiertan, porque uno se está haciendo pis y el otro está aburrido. Ella les dice que miren por la ventana las cosas lindas que creó Dios.
Decimosexta entrega
La última entrega del libro comienza con los avisos fúnebres de un diario. En ellos se lamenta el fallecimiento de Nené, ocurrido el 15 de septiembre de 1968.
A continuación se relatan los momentos previos al deceso de Nené. Ella pide hablar con su marido en privado y le informa que hace unos años, en secreto, ha firmado su última voluntad, en la que deja instrucciones sobre unas cartas, y asentado su deseo de no ser cremada. Le dice que ese documento y unos paquetes con las cartas en cuestión se encuentran escondidos en un lugar de la casa. Le aclara que su deseo sigue siendo que no la cremen, pero que desea que las cartas, unas enlazadas por una cinta rosa, y otras por una cinta azul, sean incineradas. También le explica que, en lugar de esas cartas, desea que la acompañen en el cajón otros recuerdos familiares.
Luego, se relata lo que sucede con otros personajes en ese mismo momento. Los restos de Juan Carlos siguen en su nicho, y hay allí una nueva placa, firmada por Celina. También se describen otros nichos con los restos de otros personajes de la novela, como Leonor, el padre de Mabel y el doctor Malbrán. Mabel, por su parte, termina de dar clases y se dispone a ayudar a su hija con su nieto, quien padece una parálisis infantil. Luego se describen los restos de Pancho en el osario común. Finalmente, se describe a La Raba preparando el humilde casamiento de su hija. En cierto momento ella se acuerda de Nené y se pregunta cómo estará.
El último texto describe cómo Massa incinera las cartas indicadas por Nené. Sobre el final se leen fragmentos de las palabras que Juan Carlos le escribió a Nené desde Cosquín. Eran las cartas que ella tanto había deseado volver a leer.
Análisis
Durante la anteúltima entrega, la conversación epistolar que enmarca la novela se cierra y aparece una información que cambia de golpe el sentido de todo el relato. En efecto, al descubrir que es Celina quien escribe las cartas y no Leonor, el lector se lleva una sorpresa. Dicha sorpresa conduce al lector a revisar sus interpretaciones a la vez que lo pone en un lugar incómodo, puesto que sabe algo que el personaje de Nené aún no. Finalmente, la última entrega viene a enmarcar, a su vez, la historia contenida por el marco epistolar de las cartas que se envían Nené y Celina.
La novela, escrita al modo del folletín, revela sobre el final una estructura similar a la de las mamushkas, dando cuenta así de un estilo compositivo híbrido. Tanto en la temporalidad de la narrativa como en la lógica argumentativa, encontramos relatos que logran comprenderse a la luz del relato que los contiene. Por ejemplo, la historia comienza en 1947 y se sumerge luego en los hechos ocurridos una década atrás, para cerrarse nuevamente en 1947. Aquí tendríamos uno de los grandes marcos de la historia, que sería el carteo entre Nené y su interlocutora, al interior del cual se van relatando los acontecimientos. A su vez, la última entrega cuenta someramente lo que pasa en la vida de los personajes durante las décadas posteriores a este carteo, de modo que aquí tendríamos el segundo gran marco de la historia.
Es interesante la forma en la que la información nueva aporta al cierre de cada marco y trastoca la interpretación que el lector viene desarrollando al ritmo de la lectura. Durante la decimoquinta entrega, la verdadera identidad de la interlocutora de las cartas de Nené nos muestra que todo el tiempo esta abrió sus sentimientos al personaje que más la detesta, y que está planeando causarle un mal. Mientras, en la decimosexta entrega, última sección de la novela, el devenir de la relación entre Massa y Nené (que siguieron casados pese al escándalo de las cartas) nos muestra que los hechos vividos con tanta intensidad y dramatismo finalmente representaron un breve momento en la vida de la protagonista: "Ahora su deseo era que en el ataúd le colocaran, dentro de un puño, otros objetos: un mechón de pelo de su única nieta, el pequeño reloj pulsera infantil que su segundo hijo había recibido como regalo de ella al tomar la primera comunión, y el anillo de compromiso de su esposo" (p. 213).
Nené muere aquejada por una enfermedad 30 años después los acontecimientos que relata la novela. La narración da a entender que este personaje ha seguido adelante con su matrimonio y con su vida, y que ha dejado atrás las historias del pasado. Sin embargo, el final es ambiguo. Se interpreta el cambio en los sentimientos de Nené en razón del cambio de último momento en las instrucciones sobre su última voluntad. Ella ha cambiado los objetos que desea que la acompañen en la otra vida: ha reemplazado las cartas de Juan Carlos por recuerdos de sus hijos, de su nieta y de su marido. No obstante, cuando Massa incinera las cartas, tal como ha pedido Nené, se ve que aquellas que arden son las que Juan Carlos le escribiera a Nené desde Córdoba, y no aquellas que le escribiera a la viuda, que son las que Celina le hace llegar a Nené.