El amor romántico
El amor romántico es uno de los ejes temáticos que atraviesa la novela. Utilizando distintos recursos, el autor explora los vínculos amorosos que establecen los personajes. Logra que estos se expongan por sí mismos, mediante recursos narrativos como el fluir de conciencia, la escritura epistolar, la confrontación de los distintos puntos de vista, las descripciones exhaustivas o la enumeración de los elementos del ambiente.
La novela expone la forma en que los diferentes mandatos sociales atraviesan la experiencia del amor. Pero también pone de manifiesto que, detrás de este entramado social, hay juegos de poder que determinan a las personas en todos los planos de la vida. Desde el punto de vista social y económico, las relaciones sentimentales deben cumplir ciertos requisitos. La posición social habilita ciertas conductas y aspiraciones, y desalienta otras. Por ser sirvienta, La Raba debe procurar que sus pretendientes sean hombres "buenos y trabajadores", de su misma clase social. Mabel, en comparación, puede tener sexo casi con cualquier hombre que quiera, dada su belleza, la reputación y el poder adquisitivo de su familia. Sin embargo, no puede defenderse del abordaje sexual del policía, que es más fuerte y pertenece a las fuerzas del Estado. Por su parte, tanto Juan Carlos como Pancho se la pasan pensando en mujeres y en sexo, y de hecho tienen relaciones con varias señoras y señoritas, ya sea cortejándolas o forzándolas. Sin embargo, Pancho puede acceder a menos mujeres, y no tan lindas como aquellas a las que accede Juan Carlos. En la sociedad que describe Boquitas pintadas funciona una economía sexual que distribuye el acceso a los placeres según la posición social de cada quien.
Por otra parte, la educación sentimental que moldea la subjetividad de los personajes, sus personalidades, sus formas de relacionarse, sus expectativas, sus deseos y aspiraciones, se centra en el bienestar masculino. Esta educación se estructura en torno a valores y mandatos bien diferenciados para varones y mujeres, generando conductas contradictorias en los personajes. Nené, que ha sido abusada por el doctor Aschero, no logra superar la culpa por haber faltado al mandato de la virginidad hasta el matrimonio. Por su parte, Juan Carlos es despectivo y grosero con Nené innumerables veces sin que ella se queje; en un momento llega a decirle a Pancho que Nené es igual a todas, que hay que tratarlas mal para que "anden derechas". La Raba, por ejemplo, se enorgullece de su hijo al tiempo que se avergüenza de ser madre soltera, lo que le acarrea el rechazo de mucha gente en el pueblo. Se avergüenza de sí misma pese a que Pancho la forzó. Manuel Puig se encarga de denunciar que estas contradicciones no son producto del amor, apasionado, enceguecido e irracional, sino de mandatos sociales en torno al amor que son opresivos para las mujeres.
El estatus social
Otro de los temas que explora la novela es el de las diferencias entre las clases sociales.
En el texto se ve un fuerte contraste entre las formas de vida de los personajes de clase baja y los de clase alta. Por ejemplo, la forma que en la que cada uno puede higienizarse varía según quién sea y qué recursos tenga a disposición. Mabel, la más privilegiada en el plano socioeconómico, posee afeites y otros productos de belleza con los que se perfuma. Nené, por su parte, sueña con tener un producto de tocador nuevo que venden en la tienda en la que trabaja. A Juan Carlos, su madre es quien le prepara el agua para afeitarse, y Pancho, por su parte, se baña con el agua fría de la bomba que hay en el terreno de sus padres.
La novela muestra también las convenciones sociales impuestas sobre las relaciones amorosas y los intereses económicos puestos en juego en algunos casos. Mabel, por ejemplo, se posiciona bien cuando se compromete con el estanciero inglés. Luego de que el compromiso se rompe, se debe conformar con un hombre de baja estatura, aunque de Buenos Aires. Por otro lado, la primera vez que conversa con Pancho se siente especialmente atraída por la idea de relacionarse sexualmente con un hombre de clase inferior. Nené, si bien ama a Juan Carlos, queda deslumbrada por las posibilidades económicas que le ofrece su matrimonio, por los placeres que le habilita estar bien casada.
Por otro lado, la novela muestra la hipocresía de la sociedad a través de los personajes que todo el tiempo están preocupados por aparentar u ocultar sus condiciones sociales frente a la mirada de los otros. Por ejemplo, Juan Carlos disfruta de que otros hombres del pueblo lo vean con campera de estanciero. Nené, por su parte, se preocupa porque no le vean la casa sin los muebles lujosos. La Raba está preocupada por casarse con el tipo de hombre que le corresponde, pero sabe que si un hombre de clase alta le propone matrimonio, ella no debe desperdiciar la oportunidad, ya que le conviene.
La muerte
La cuestión de la muerte es omnipresente a lo largo de la novela.
La primera y la última entrega comienzan con textos referidos a la muerte. En la primera aparece una nota sobre la muerte de Juan Carlos y, en la última, un aviso fúnebre del fallecimiento de Nené.
Por otro lado, no hay momento en la novela en que a Juan Carlos no lo asedie la muerte, algo que aparece como en una alegoría en el tarot, particularmente en la figura de "la pelada", cuando la gitana le tira las cartas.
Es interesante destacar que también en los cuerpos muertos podemos ver la distinción de clases sociales. Los cadáveres se reparten en los distintos espacios del cementerio según su jerarquía social. En los nichos descansan los cuerpos de quienes pertenecieron a la clase más alta, identificados con placas conmemorativas. Luego están las sepulturas en tierra, para la clase no tan acaudalada. Finalmente, la fosa común está destinada a los cadáveres de la clase baja. Allí los cuerpos se acumulan sin distinción, y sólo hay un cartel que dice "osario".
En la novela se describe en tres oportunidades el proceso de descomposición de los cuerpos muertos. Se habla de la putrefacción y de los gusanos que se alimentan de ellos. También está la disputa entre Nené y la interlocutora de sus cartas por el destino del cuerpo de Juan Carlos: Nené desea que no lo cremen porque confía en la promesa católica sobre la resurrección de la carne, y porque está convencida de que va a estar junto a Juan Carlos en la otra vida. Su interlocutora, para mortificarla, le dice que si la voluntad de Juan Carlos era ser cremado, así se hará.
El tema de la muerte está más desarrollado en la segunda parte de la novela, llamada “Boquitas azules, violáceas, negras”. Como se ve, desde el título se alude al cambio de color de los labios de los moribundos, desde el momento en que agonizan hasta que mueren y su cuerpo empieza a descomponerse.
El lugar de la mujer, el machismo y la violencia de género
Otro de los temas centrales de la novela es el lugar de la mujer en la sociedad argentina de principios del siglo XX. En esta novela, las mujeres están constantemente en desventaja en relación a los hombres, y además están sometidas a ellos.
Podemos identificar distintos modelos de mujer encarnados por los personajes femeninos de la novela:
1) La madre: abnegada, dedicada, servicial, sin opiniones, cándida, protectora y cuidadora. Este rol aparece cristalizado en la madre de Juan Carlos, pero también en la de Nené, e incluso en la viuda Di Carlo en relación a Juan Carlos.
2) La esposa: complaciente, diligente, organizada, bien vestida, limpia, ahorradora. Este modelo puede observarse en el personaje de Nené casada con Massa, por ejemplo.
3) La santa: inmaculda, virgen, honrada, sumisa, afectuosa. Es el modelo que obsesiona a Nené, y en parte también a La Raba.
4) La puta: dispuesta, apetecible, sensual, atrevida, suspicaz. Lo vemos cristalizado en Mabel.
5) La novia: fiel, casta, ingenua, complaciente. Este rol aparece cristalizado en Nené, en su relación de juventud con Juan Carlos.
Estos, claramente, no son los únicos modelos de mujer, pero dan una idea de los estereotipos que critica Puig en esta novela. Lejos de responsabilizar a las mujeres, Puig arremete contra la sociedad que delinea estos estereotipos.
Por otro lado, está el tema del machismo (que es la concepción de que los valores masculinos son mejores o más importantes que los femeninos) y la misoginia (el desprecio por las mujeres y los valores identificados como femeninos). Ambas formas de violencia contra la mujer aparecen naturalizadas en la sociedad que describe la novela, tanto en el pueblo como en la ciudad. Juan Carlos, por ejemplo, es un personaje típicamente machista y misógino.
Finalmente, otro tema vinculado a los anteriores es el de la violencia de género. Tres de los personajes masculinos comenten actos de abuso sexual contra mujeres: el doctor Aschero con Nélida, Pancho con la Raba y Juan Carlos con una niña cuyo nombre no sabemos. Estos actos son ocultados por sus víctimas. El motivo del ocultamiento en el caso de Nélida y de la niña, es el mismo: el miedo al desprestigio por su pérdida de la virginidad. La Raba, por su parte, lo oculta porque está enamorada de Pancho, cree en sus promesas, y quiere al niño que es producto de esa violación. También hay un momento en que Nené cuenta que una vez ella escupió al marido y este se contuvo de pegarle. Esta anécdota muestra cómo está naturalizada la legitimidad de la violencia masculina hacia las mujeres, hasta entre las mismas que lo padecen.
El Don Juan
El personaje de Juan Carlos responde al arquetipo literario del "Don Juan". En este sentido, el nombre mismo del personaje parece ser una referencia directa a este tema.
Se llama "Don Juan" al hombre que seduce a muchas mujeres sin comprometerse con ninguna. Juan Carlos mantiene relaciones amorosas con Nené, con Mabel, con la viuda Di Carlo y con otras mujeres, de las que no se da más información en el texto. Esto lo podemos ver en su agenda, que aparece en la tercera entrega. En los distintos días aparecen citas con cada una de ellas.
Que Juan Carlos sea mujeriego no le acarrea casi ningún percance o perjuicio: es incluso una cualidad que otros hombres admiran y envidian, como es el caso de Pancho. Poder disfrutar sin comprometerse es un privilegio apetecible. Esta cualidad es vista por la sociedad con simpatía, aunque también hay personas que desprecian a Juan Carlos.
Sin embargo, a la larga el "Don Juan" suele meterse en problemas. En este caso, Juan Carlos contrae una enfermedad contagiosa y mortal. Podría decirse que el destino le juega una mala pasada y se mete con aquello que más le interesa. Pensaba Juan Carlos que "si tenía que renunciar a vivir como los sanos prefería morirse, pero aunque no le quitasen las mujeres y los cigarrillos lo mismo prefería morirse si era a cambio de trabajar como un animal todo el día por cuatro centavos" (p. 57). Y finalmente murió, acorralado por la enfermedad.
La cultura popular
Algo característico de la escritura de esta novela es la incorporación masiva de discursos y formatos propios de la cultura popular, tales como cartas, revistas, radionovelas, conversaciones telefónicas, anuncios necrológicos y música popular, entre otros.
La novela está colmada de recursos narrativos de géneros que habitualmente son considerados "menores". Y cuando decimos colmada, es repleta por doquier. Este es un elemento de vanguardia que Puig lleva, en ocasiones, a un punto de quiebre, como cuando describe las placas en la tumba de Juan Carlos, hasta llegar a aquella dedicada por la madre, sumamente densa: "¡Silencio! / Mi hijito duerme / Mamá".
La novela también se caracteriza por la superposición abigarrada de elementos, desde recursos narrativos hasta climas. En este sentido, la sexta entrega es una de las más intensas. Tenemos la lectura de cartas de una gitana con elipsis en lo que dice Juan Carlos. Luego de eso, aparece una lista totalmente arbitraria sobre el evento de las romerías de las que Pancho y La Raba se van juntos. A continuación hay una carta escrita por el doctor Malbrán dirigida a su colega cordobés. Así, se pasa bruscamente de un formato, y también de un clima, a otro. Además, el salto de una situación a otra produce en el lector un efecto sorpresa, ya que no puede anticipar los acontecimientos que se desarrollarán.
Por otro lado, también puede leerse como parte de esta invasión de lo popular el énfasis que el autor pone en lo sensorial. El enfrentamiento entre los sentidos y la razón es un tópico clásico en la historia de la filosofía. La información de los sentidos, el cuerpo, la experiencia y lo material son elementos históricamente denostados en favor de otros como la razón, la abstracción, la proporción, la pureza. El cuerpo y lo corruptible es tradicionalmente asociado a lo popular y vulgar, mientras que el alma, lo imperecedero, es asociado a lo distinguido y culto. Es por eso que, al poner tanto carga literaria en lo sensorial, Puig incorpora, de alguna manera, un punto de vista popular antes que uno elitista.
El folletín
Esta novela tiene algunas características de la literatura folletinesca. El folletín es un género popular que se divulga masivamente por entregas, es decir, se va publicando semana a semana.
En esta novela, cada capítulo se llama “entrega” y, además, en su primera edición, tenía el subtítulo “Folletín”. En cuanto al contenido, la novela de Puig comparte con el folletín uno de sus temas frecuentes, el amor, así como también muchos de los subtemas, como la virginidad y el mito de Don Juan.
En cuanto a los recursos técnicos, en la novela se emplean indicios para generar suspenso, lo que constituye una técnica narrativa característica del folletín. Los sucesos no aparecen de manera completa, sino que se dan indicios, y luego se completa la información. Esto crea suspenso y atrapa la atención del lector, que debe seguir leyendo para confirmar lo que intuye.
Por otro lado, el folletín se considera un género menor, porque suele tener baja calidad estética. Además, a veces tiene incongruencias debido a su forma de producción por entregas, que impide la reescritura. En esto, la novela de Puig se diferencia del folletín, pues su calidad estética no es menor y su divulgación no se realizó por entregas.
La novela rosa o sentimental
Aunque Boquitas pintadas no sea una novela rosa, comparte algunos elementos con este género. Nené siente por Juan Carlos un amor idealizado. Su enamoramiento se muestra como un sentimiento pasional, ligado a fuertes emociones, como la melancolía y la angustia. En esto se asemeja al tratamiento que frecuentemente hacen del tema las novelas sentimentales. En estas novelas se muestran relaciones de amor envueltas en conflictos, y unidas a otros sentimientos como el rechazo, el odio, la envidia y los celos. En la novela sentimental siempre tiene que haber obstáculos entre los enamorados.
Otro de los temas que Boquitas pintadas comparte con las novelas sentimentales es el amor planteado como estrategia de asenso social. En la novela, esto se ve en el intento de unión matrimonial entre Mabel y Cecil.
La música popular
La música popular aparece continuamente a lo largo de la novela. El autor se sirve constantemente de la música popular del momento, como el tango, el bolero, el vals y otros ritmos bailables como la habanera. Al comienzo de cada entrega, hay un epígrafe con una frase de algún tango o bolero. Tras un análisis del texto, se puede ver cómo el contenido de cada epígrafe expresa, de algún modo, la situación o los sentimientos de los personajes. El primero por ejemplo, reza: "era... para mí la vida entera...", y justamente durante esa entrega leemos las cartas de Nené a Leonor en las que vislumbramos que la protagonista ha quedado prendida de aquella historia de amor durante gran parte de su vida.