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¿Qué particularidades pueden señalarse sobre el tratamiento del espacio en Ceremonia secreta?
Al igual que sucede con los personajes principales, la dualidad también puede reconocerse en el espacio en el que se enmarca la novela. El relato presenta dos ámbitos bien definidos: por un lado, el espacio urbano (el barrio de Leonides, el tranvía, el cementerio, la iglesia, la Avenida de mayo), donde se desarrolla lo verosímil y lo realista; y por el otro, el ambiente propio del gótico (la enorme y siniestra casona de Suipacha 78), donde lo que sucede es más del orden de lo simbólico y lo maravilloso.
A su vez, dentro de la propia casa, también hay una delimitación del espacio que resulta evidente: la parte de arriba, donde está la habitación de Guirlanda Santos, es luminosa, cálida y adornada de forma agradable. Por eso es el lugar del encantamiento entre Leonides y Cecilia, su “paraíso”; en contraste, la planta baja es el espacio de la oscuridad y las alimañas e implica un “descenso a los infiernos”, tanto que es allí donde Leonides realiza el rito que pone fin a la ceremonia.
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¿Qué relación tiene el carnaval con el tratamiento de la temporalidad que se hace en la novela?
Del mismo modo que con el espacio, el tiempo de Ceremonia secreta también puede comprenderse a partir de una dualidad o polaridad. El carnaval está presente tanto en forma literal como simbólica, y eso permite pensar en una doble temporalidad: la que tiene que ver con lo carnavalesco propiamente dicho y la relacionada con lo ordinario.
En la ciudad (el afuera), los días transcurren con normalidad y funciona el tiempo de lo cotidiano, como sucede al comienzo, cuando Leonides hace sus rutinas (recorre las casas del barrio, va a la iglesia y al cementerio). En cambio, en la casona de Suipacha 78 (el adentro) se vive al modo del carnaval, con disfraces, juegos, embriaguez y una inversión de las jerarquías. Esto es así hasta la última parte del relato, cuando el “verdadero” carnaval da inicio en las calles y la casa y sus personajes restablecen las normas y sus diferencias. Esta cuestión se ve bien en la escena final, donde el rito del funeral y el asesinato, realizado con suma rigidez y solemnidad dentro de la casa, se contrapone claramente con la algarabía y el caos del acontecimiento carnavalesco que sucede afuera.
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En Ceremonia secreta, Marco Denevi utiliza de forma paródica varios géneros literarios. ¿Cómo puede fundamentarse esta afirmación?
Por sus características, Ceremonia secreta puede enmarcarse principalmente dentro de la literatura gótica. Sin embargo, incluye también varios elementos que la vinculan con otros géneros, como el policial o el maravilloso. Lo interesante es que, en todos los casos, su autor hace una utilización paródica y burlesca de estos géneros.
En primer término, el universo gótico es el que enmarca gran parte del relato, sobre todo con el caserón de Suipacha 78. Este lugar cumple con muchos de los rasgos típicos del castillo o la mansión oscuros y amenazantes que suelen ser escenarios de las historias góticas. Pero, en este caso, lo paródico está en que la casa, en lugar de situarse en medio de páramos sombríos o montañas, se encuentra en medio de la gran ciudad, en una zona comercial, rodeado de tiendas y mucha gente.
En cuanto al policial, si bien el relato incluye un crimen y hace una reconstrucción de lo sucedido en forma de una investigación -caótica y algo delirante, pero con misterio, indicios y sospechosos-, lo paródico se aprecia especialmente en la ridiculización que se hace de la figura del detective, aquí personificada en la señorita Leonides, una solterona obsesiva, impulsiva y comprometida emocionalmente, que se encuentra en las antípodas del arquetipo del investigador que propone el policial.
Con respecto al maravilloso, la relación paródica es menos obvia, pero pueden leerse ciertos pasajes que juegan con ese género, desde la inversión de algunos de sus tópicos. Puede establecerse un lazo entre el tópico de la niña perdida -una "aldeana" (p. 42), como la llama la propia Leonides- que está bajo los efectos de un hechizo (el trance) y necesita que la salven. Pero, en este caso, la figura del salvador no la ocupa un príncipe, sino una vieja solterona.
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¿Cómo funciona el tema de la sexualidad en Ceremonia secreta?
La sexualidad en esta novela es un tema latente. Es algo que no se nombra, pero está presente. Tiene un papel preponderante, pero no se admite, y, cuando aparece, lo hace bajo la forma del mal: como un vejamen, algo inmundo, una “tramoya de la bestia” (p. 76).
El tema a analizar en Ceremonia secreta no es la sexualidad en sí, sino su negación. La novela comporta un carácter moral que hace que el sexo como tal no tenga cabida, incluso aunque el conflicto que signa la vida de Cecilia es evidentemente sexual. Justamente, la única vez en que es referido el acto sexual, se trata de una violación; está asociado a la violencia, el trauma y el padecimiento, en vez de al placer.
En este sentido, la protagonista es una mujer soltera que manifiesta un rechazo tal por el sexo que solo le deja la posibilidad del amor materno. Es en el contexto de ese repudio -expresado, por ejemplo, hacia Natividad González, pero, sobre todo, hacia Belena- que adquiere significación la maternidad espiritual de Leonides. A pesar de darse por amor, está también marcada por el hecho de que el sexo para ella resulta inasimilable.
De hecho, la sexualidad queda definitivamente expulsada cuando Leonides mata a Belena. En ese acto, que además toma la forma de rito ceremonial, Leonides asesina dos cosas: por un lado, a una mujer ambiciosa y sexual, es decir, impura; por el otro, a la sexualidad femenina, ya que la ejecuta con un puñal en medio de los pechos.
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¿Qué lugar ocupa lo masculino en Ceremonia secreta?
En este relato, que está protagonizado íntegramente por mujeres, lo masculino casi no tiene lugar: está limitado solo a dos personajes: Jan Engelhard y Fabián, que ni siquiera están entre los principales. Esta limitación de lo masculino no impide que su acotada presencia tenga una valoración negativa, ya que aparece asociado al peligro, a lo amenazante y a la letalidad.
Desde el comienzo, Denevi coloca a los hombres en el lugar de la amenaza, cuando Leonides evita cruzar la plaza porque observa que hay una “banda de muchachones” (p. 31) a la que describe de forma despectiva y con resentimiento, notoriamente invadida por el temor.
Por su parte, tanto Jan como Fabián funcionan como vehículos de muerte: el primero, ya fallecido, a través de las ciencias del espíritu y lo oculto; el segundo, mediante el sexo y la violencia.
En Ceremonia secreta, solo las mujeres que no han tenido contacto con hombres sobreviven, como es el caso de Leonides, una solterona madura y poco agraciada. Al margen de la crítica a los estereotipos masculinos, estas decisiones del autor apuntan a una exclusión deliberada del varón de sus lugares de poder y seducción tradicionales, algo que se confirma y adquiere una connotación aún más radical si se considera al resto de los personajes femeninos.