Resumen
Capítulo 1
El relato comienza cuando la señorita Leonides Arrufat sale de su casa temprano por la mañana y camina sola por las calles. Se describen su apariencia y su rutina: es una mujer de más de cincuenta años, “solterona” y de aspecto lúgubre. La señorita Leonides realiza diferentes acciones a lo largo de su recorrido, como dejar una flor en la puerta de la casa de un niño paralítico, colocar una rama de vincapervinca en el balcón de una casa y arrojar hojas de cineraria en un jardín.
Luego se menciona a Natividad González, a quien la señorita Leonides detesta porque le parece una mujer indecente. A continuación, Leonides le deja una rama de ortiga en la puerta de la casa, como una forma de intimación para que se mude de barrio. Sin embargo, cuando Leonides está por dejar el mensaje, Natividad la sorprende y la insulta vehementemente. Leonides se siente impactada por los insultos y huye corriendo, con miedo y malestar físico.
Posteriormente, la protagonista toma un tranvía y comienza a reflexionar sobre el encuentro con Natividad. Se enoja con ella y la insulta mentalmente, deseándole el mal. Durante el trayecto en el tranvía, recuerda un detalle: sin darse cuenta, durante aquel episodio, Natividad pisó la ortiga. Esta idea provoca una risa incontrolable en Leonides, lo que sorprende a la persona que está sentada junto a ella. La señorita Leonides intenta recomponerse y evitar la mirada de dicha persona. Desvía la vista y observa a través de la ventanilla, pero cada vez que vuelve a mirar hacia adelante, la persona, que es una joven muchacha, sigue mirándola fijamente, como si esperara algo. Luego se pone a llorar. Leonides concluye que es una pobre loca y continúa su viaje.
Capítulo 2
El tranvía se detiene. Leonides baja y camina por la calle. Luego, entra en una iglesia, sin percatarse de que la muchacha la siguió. Cuando Leonides se da cuenta, se va de la iglesia. Camina por la ciudad y se cruza con una pareja que se abraza y se besa en la plaza, lo cual le parece obsceno y le molesta. Luego se topa con un grupo de "muchachones" que la intimidan. Ella los evita y continúa su camino. Va al cementerio, donde visita las tumbas de sus familiares. Allí ve a una joven que está de luto y descubre que es la misma muchacha del tranvía. La joven se acerca a ella, la abraza y llora. Leonides se siente conmovida y decide seguirla. Ambas caminan juntas por la ciudad y llegan a una vieja casona ubicada en la calle Suipacha. La joven abre la puerta con una llave y la invita a entrar, pero Leonides se muestra indecisa y duda sobre quién está adentro. La joven asegura que no hay nadie y Leonides, finalmente, ingresa.
Análisis
Ceremonia secreta está dividida en siete partes o capítulos, sin títulos ni numeración, y puede considerarse una novela corta (nouvelle). De acuerdo a sus personajes, su ambientación y el desarrollo de las acciones, el relato puede enmarcarse dentro del género gótico. Sin embargo, como se verá luego, esta nouvelle tiene también una particular ligazón -principalmente, en forma paródica- con el policial y con el maravilloso.
La novela gótica aparece en Inglaterra durante la segunda mitad del siglo XVIII, y su vigencia se extiende hasta fines del siglo XIX. Generalmente asociado al terror, el gótico comprende una serie de rasgos fundamentales: los ámbitos amenazantes (lugares de encierro, castillos o caserones aislados, cementerios, etc.), los personajes siniestros y oscuros (fantasmas, vampiros, seres nocturnos dominados por la locura o con múltiples personalidades) y ciertas temáticas (la lucha entre el bien y el mal y entre la razón y la locura, lo demoníaco, la dualidad, etc.). Entre los títulos más famosos del género están Drácula, de Bram Stocker; Frankenstein, de Mary Shelley, y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson.
En cuanto a los espacios, la trama de Ceremonia secreta comienza en escenarios urbanos y públicos -el barrio, el tranvía, la iglesia, el cementerio-, pero inmediatamente después las acciones se trasladan al lugar de encierro: la casona de Suipacha 78. El relato inicia con la presentación de la protagonista, Leonides Arrufat, una mujer de 58 años, “solterona” y solitaria, que está vestida de luto y tiene aspecto lúgubre y tenebroso. El propio narrador, utilizando un recurso que luego se repetirá -las aclaraciones entre paréntesis-, acentúa el aura oscura del personaje: "(Pero, ¿quién se hubiera atrevido a abordarla? (...) Se la hubiera podido confundir con un pope que al abrigo de la noche huía de alguna roja matanza)" (p. 23).
La vinculación de Leonides con lo gótico no pasa solo por su aspecto, sino también por sus acciones. El personaje evidencia una profunda relación con la religión católica y ciertas creencias populares: realiza un rito que implica dejar plantas con propiedades especiales en las puertas de las casas de sus vecinos, acompañando la acción con una oración. A su vez, esas ofrendas le valen a Leonides una confrontación con Natividad González, a quien considera una “mujerzuela” que representa lo impuro y la indecencia.
La protagonista encarna otro tópico habitual del gótico: la lucha entre la razón y la locura. Leonides es obsesiva, inestable y paranoica. Además de sus extraños rituales, tiene varias manías bastante irracionales: contar árboles y azulejos, buscar las letras de su nombre en los carteles, pisar determinadas baldosas. En otra de sus aclaraciones, el narrador señala: "(La verdad es que estos juegos habían terminado por convertirse en obsesiones" (p. 26). Esos comportamientos irracionales anticipan que la locura será uno de los temas destacados del libro. Esto se refuerza inmediatamente: primero, con la conducta de Leonides en el tranvía, donde hace ademanes y se ríe sola y de manera exagerada; luego, con la aparición del otro personaje principal: la muchacha que la observa fijamente. Este personaje -que aún no se presenta con nombre, pero luego se sabrá que es Cecilia Engelhard- se comporta también de manera irracional, a tal punto que la propia Leonides la define como “una pobre loca” (p. 28).
El encuentro entre Leonides y Cecilia expone otros tópicos del gótico muy presentes en la novela de Marco Denevi: lo oculto y lo secreto. El narrador instala dos ideas que promueven el aura misteriosa de la historia: por un lado, indica que ambas mujeres están vestidas de luto y que, desde que cruzan miradas, Leonides siente “una responsabilidad, una carga, un peligro” (p. 28); por el otro, se refiere a “un pacto” implícito que la muchacha reclama y que le hace perder la cabeza a Leonides.
Para continuar con la ambientación gótica, los siguientes escenarios de la historia son una iglesia y un cementerio. En el primer lugar, se produce la siguiente escena: “La señorita Leonides entró en el Santísimo Sacramento, oyó (ay, distraídamente) misa, volvió a salir, desde el atrio espió los alrededores, no vio a la muchacha de luto (la muchacha de luto estaba dentro del templo, de pie entre dos confesionarios, en un rincón penumbroso), descendió a la calle y tomó por San Martín hacia el Norte” (p. 30).
El relato tiene un narrador omnisciente, y los lectores acceden a los detalles de la trama a través del mismo: transmite lo que piensan y hacen los personajes, y permite entender que las acciones se desarrollan en la ciudad de Buenos Aires a mediados del siglo XX. Pero la cita también ejemplifica procedimientos típicos de este narrador, como estar dentro de la cabeza de la protagonista, opinar y hacer aclaraciones entre paréntesis. Denevi plantea un juego ambivalente con su narrador, ya que comporta al mismo tiempo un punto de vista externo para enmarcar los hechos y uno más interno, que posibilita el acceso al interior de los personajes. Poco después, camino al cementerio, Leonides se cruza en una plaza con “dos disgustos”: una pareja besándose y un grupo de “muchachones”. Tras relatar el episodio, el narrador concluye: “Créanle a la señorita Leonides” (p. 31). Este pasaje grafica otra de las características del narrador: el uso de la interpelación a los lectores.
Gracias a esto último, es posible conocer mejor a Leonides y establecer que el rol de la mujer es otro de los temas presentes en la novela. A través de sus pensamientos y reacciones, se puede reconocer a una mujer reprimida y resentida. Es una mujer criada durante la primera mitad del siglo XX, recluida y muy apegada a la religión y a determinada moral y "buenas costumbres". Más adelante, Leonides se disputará el protagonismo con sus distintas facetas, cuando entre en vigor el tema de la identidad y el juego de múltiples personalidades, también característicos del género gótico.
Por otro lado, el momento en que Leonides y la muchacha se abrazan para luego ir juntas a la casona de Suipacha 78 resalta otro de los temas presentes en el libro: la soledad. Aunque todavía se sabe poco de ellas, se deduce que las dos mujeres padecen esa condición, por lo que ese fortuito encuentro constituye una oportunidad para ambas. Leonides, “enferma de soledad” (p. 33), y tras visitar las tumbas de sus familiares muertos, se deja llevar por el encantamiento de esa “muñeca rubia y regordeta” (p. 33), que parece salida de un cuento de hadas. Con esa especie de hechizo en el que cae Leonides -que sin oponer resistencia se va junto a una desconocida- Denevi da al encuentro entre las dos protagonistas un aura mágica y así introduce, de forma paródica, lo maravilloso.
Sin embargo, lo que parece mágico y ornamenta los sucesos, es en verdad una consecuencia de un conflicto más profundo que tiene que ver con los procesos de identificación de los personajes. En lo sucesivo, el problema de la identidad, desarrollado en Ceremonia secreta a través del tópico del doble y el dualismo, se manifestará tanto en Leonides como en Cecilia.