Ceremonia secreta

Ceremonia secreta Resumen y Análisis Capítulo 5

Resumen

Después de que pase el lunes sin incidentes, Cecilia se mantiene cerca de Leonides, muy tranquila. Leonides observa desde el balcón cada vez que sale del dormitorio, pero no ve señales de ningún hombre en la calle. Sin embargo, dos días después, reaparecen Encarnación y Mercedes. El narrador dice que la serie de eventos que llevará a la señorita Leonides al crimen comienza a gestarse en este punto.

Leonides se encierra en el dormitorio, esperando a que las dos visitantes se vayan. Desde el baño, escucha sus voces, discutiendo. De repente, en medio del silencio, una de ellas le pregunta a Cecilia si está sola o si ha vuelto a sus "antiguas prácticas". Leonides permanece escondida en el baño hasta que finalmente sale. Se encuentra con Cecilia, quien sonríe de manera siniestra. Leonides le pide a Cecilia la dirección de la casa de Encarnación y Mercedes, y esta se la entrega escrita en un papel: Cochabamba 1522. Leonides sale de la casa y Cecilia, angustiada, le pide que regrese. Conmovida, Leonides le promete que regresará y sigue su camino.

Leonides está disfrazada con la ropa de Guirlanda Santos, la madre de Cecilia, y así se presenta en la casa de Encarnación y Mercedes, quienes se sobresaltan al verla. Leonides dice llamarse Anabelí Santos y ser la prima de la difunta. Después de aclarar el malentendido, las tres mujeres conversan en una sala oscura. Las amigas de Guirlanda le dicen, sorprendidas, que Guirlanda nunca les habló de ella, y que solía decir que solo quedaban ella, Cecilia y Belena, sobrina de Guirlanda, en la familia Santos. Anabelí (Leonides) se excusa mencionando que hubo disgustos y ciertas cuestiones familiares de las cuales prefiere no hablar, por las que estaba alejada, además de que no vivía en Buenos Aires. Encarnación comenta que Belena tuvo situaciones similares con la familia.

Encarnación y Mercedes comparten detalles sobre el sufrimiento de Guirlanda antes de su muerte debido a su enfermedad y su reclusión en casa. También mencionan que Cecilia fue quien cuidó de ella durante ese tiempo. Luego, Encarnación revela que Cecilia y Belena, a pesar de sus diferencias y rencillas, decidieron vivir juntas después de la muerte de Guirlanda. Encarnación y Mercedes insinúan que algo sucedió entre las dos, pero se muestran renuentes a revelar los detalles. Anabelí les pide que le cuenten lo que pasó, pero Encarnación dice que ciertas cosas no son fáciles de contar.

Sin embargo, Encarnación comienza su relato: cuando Belena vivía con Cecilia, encontró la foto de un hombre joven en sus pertenencias y esto la perturbó. Belena sospechaba que Cecilia tenía una relación oculta y eso la preocupaba, ya que la chica no estaba en sus cabales. Un día quedaron en que Encarnación acompañaría a Belena al consultorio del doctor Criscuolo, especialista en cardiología. Después de la consulta, fueron a tomar té y Belena, muy nerviosa, le contó que Cecilia había recibido una carta sospechosa. Entonces, regresaron a la casa de Suipacha 78 y encontraron muebles desordenados y signos de un robo. Cuando entraron en el dormitorio de Cecilia, la encontraron viva, pero muy lastimada. También descubrieron que las joyas y el dinero de Guirlanda habían desaparecido. Encarnación cuenta que Belena estaba completamente perturbada y que al día siguiente desapareció. Nadie hizo la denuncia.

Finalmente, Anabelí acusa a las dos mujeres de robar cosas de la casa de Cecilia y amenaza con llamar a la policía. La discusión termina y Anabelí se va, prohibiendo a Mercedes y Encarnación volver a la casa.

Análisis

En su rol de investigadora, Leonides obtiene información de Cecilia y se decide a hacer una jugada arriesgada: visitar e interrogar a Encarnación y Mercedes. Para ello, lleva adelante un plan que implica asumir el aspecto de Guirlanda Santos para luego crear un nuevo personaje: el de Anabelí Santos, supuesta prima de Guirlanda. Este hecho se vuelve muy importante para la trama, ya que implica una profundización en la temática del dualismo. Según el psicoanálisis, las identidades dobles, con frecuencia múltiples, indican una incertidumbre con respecto a la unidad del yo. El yo, o la personalidad, están formados también por el ambiente que los rodea y los requerimientos ajenos, dado que la persona no existe como individuo ajeno a una sociedad. En algunas personas, el yo se desdobla y aparecen dos o más formas de ser que se presentan como transformación patológica. El sujeto vive de acuerdo a su auténtico yo durante ciertos intervalos y realiza también acciones correspondientes a sus otras personalidades. Incluso, puede haber una influencia mutua entre las distintas individualidades.

En Ceremonia Secreta, Leonides Arrufat atraviesa una transformación de su yo y desarrolla múltiples personalidades, dejando el interrogante de hasta qué punto es capaz de controlar cada una de ellas. En el inicio, su "verdadera" personalidad es la de una mujer solitaria, de 58 años de edad, muy conservadora y prejuiciosa. Luego, las circunstancias la convierten en una madre que recibe el afecto y la atención de su hija, pero que, a la vez, tiene la responsabilidad de protegerla. Y es esto último lo que precipita la aparición de una tercera personalidad: la de Anabelí Santos.

Su transformación y desdoblamiento se observa con claridad en el momento en que se despide de Cecilia para ir a la casa de Encarnación y Mercedes: “A medida que se alejaba, y libre del asedio de Cecilia, la antigua Leonides Arrufat revivía en la falsa Guirlanda Santos, su espíritu cobraba fuerza” (p. 62). Momentos después, frente a las dos señoras: “Soy la prima de Guirlanda Santos” (p. 63), afirma.

Vale la pena detenerse en esta secuencia por otras dos cuestiones: por un lado, la fuerte presencia del motivo de la mirada y la sonrisa en el momento en que Leonides se despide de Cecilia (“Y le enganchaba unos ojos ulcerados, mientras la sonrisa parecía desmentir el dolor de la mirada”, p. 62). Por el otro, es interesante el modo en que Denevi apela a más elementos del género gótico cuando se narra la llegada de Leonides a casa de Encarnación y Mercedes y se la describe como una "aparición", como si se tratara del fantasma de Guirlanda Santos: “La puerta se abrió, y esa alma cándida de Mercedes, que venía mascando beatamente un trozo de galleta, se encontró de súbito y sin previa preparación frente al más allá” (p. 63).

Posteriormente, Denevi realiza un cambio sustancial en la forma de la narración, ya que elige cambiar de estructura. En el encuentro entre Leonides -bajo el disfraz de Anabelí Santos- y Encarnación y Mercedes, el autor abandona por un momento la fórmula del texto narrativo y pone en práctica la del texto dramático y dialogal, introduciendo una escena teatral. Para esto, utiliza las convenciones del guion, excluye al narrador y da la palabra directamente a los personajes, que dicen sus parlamentos. Este recurso enfoca la atención de los lectores en lo que dicen los personajes, justo en una conversación en la que se revela información fundamental para la comprensión final de la historia. Sin abandonar la tensión y la ambientación lúgubre (el encuentro se da en un cuarto oscuro, con olor a gato y la siniestra presencia de una muñeca), Denevi hace que los lectores formen parte de la pesquisa de Leonides -que actúa casi bajo la forma de un agente encubierto- y que accedan a la información al mismo tiempo que ella. La escena revela, entre otras cosas, el pasado familiar de Cecilia y su edad (23 años), la muerte de Guirlanda a causa de un cáncer y la consecuente depresión de su hija, la relación de Jan Engelhard con el ocultismo, y detalles sobre el personaje de Belena y su carácter misterioso.

Por otra parte, esta escena trae nuevamente a colación el tema de la locura. Encarnación y Mercedes acusan a Jan y a Guirlanda de maniáticos y antisociales, y asocian los padecimientos de Cecilia a su crianza en el seno de esa familia. De hecho, se refieren directamente a que esta última padece problemas mentales: “Los locos nunca aparentan la edad” (p. 69); “Cecilia ya no estaba en su entero buen juicio” (p. 70).

Todas estas revelaciones cumplen la función de hacer avanzar y revelar elementos de la trama, pero lo valioso de la escena teatral que monta Denevi es también el modo en que los personajes se comunican. El diálogo es intenso y tiene un tono pasivo-agresivo que está agravado por la desconfianza que se percibe en el ambiente. Lo oculto y lo secreto están ahí, latentes (“Es que ciertas cosas no son fáciles de contar, señora” (p. 68), arguye Encarnación, por ejemplo) hasta que salen a la luz gracias a la sagacidad de Leonides como investigadora y a la indiscreción de Encarnación y Mercedes.

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