Cumbres Borrascosas es la única novela de Emily Brontë. Publicada en 1847, en su contexto de publicación fue considerada como una obra extraña y provocativa, ya que manifiesta críticas hacia las convenciones sociales de la época, particularmente a aquellas relacionadas con las cuestiones de género: la autora otorga características “femeninas” y “masculinas” a los personajes sin importar el sexo. Brontë encontraba dificultoso vivir en sociedad y mantenerse, a su vez, fiel a las cosas que consideraba importantes: la idea de las mujeres como seres delicados que evitan la actividad física o mental y solo se interesan por la moda o el coqueteo le resultaban repugnantes.
Otros de los argumentos utilizados para cuestionar la novela se vinculan con las pasiones violentas y destructivas de sus protagonistas, que reclamaban una abierta condena por parte del lector, pero que habían sido dramatizadas con una intensidad tal que, más que repeler, insinuaban la simpatía o comprensión del autor. En este sentido, la narrativa de Brontë no encaja en la típica producción de una dama de la burguesía de la época. La autora envió su obra a distintas editoriales bajo el seudónimo masculino de "Ellis Bell", pero de todas maneras le llevó varios intentos y muchos meses hasta ser, finalmente, aceptada. Sus críticas fueron casi todas negativas: los críticos sostenían que el autor de esta novela debería estar loco y obsesionado con la crueldad y la barbarie. La novela de su hermana Charlotte, Jane Eyre, fue mucho más exitosa.
Emily murió poco tiempo después de la publicación, y Charlotte se sintió obligada a escribir un prefacio para la novela defendiendo la personalidad de su hermana. En él, decía: “Apenas fue reconocida la inmadura, pero auténtica fuerza, que se revela en Cumbres Borrascosas; no se entendió su significado y naturaleza; se equivocaron respecto a la identidad del autor; se dijo que era un intento primerizo y más tosco de la pluma de la que había salido Jane Eyre. ¡Injusto y lamentable error!”. En esta declaración, Charlotte subraya el carácter genuino y sincero de la escritura de Emily, aunque reconoce ciertos excesos en la obra de su hermana.