Los animales
El uso de las imágenes asociadas con lo animal nos muestra la ruptura de las barreras entre lo animal y lo humano. Así, en la novela Heathcliff es mencionado como “un tigre”, “una serpiente venenosa” y una “bestia salvaje”. En este sentido, en el personaje estas imágenes subrayan su carácer indómito que carece de todo posible rasgo de civilidad. Sin embargo, también se utiliza este recurso para referirse a los Linton. En este punto, Eduardo es nombrado como “un cordero”. La elección de este término destaca la inocencia e inofensividad del personaje, en contraposición con la personalidad de Heathcliff.
El aspecto físico de Heathcliff
Las descripciones que se hacen del personaje de Heathcliff destacan “sus ojos negros”, que “era moreno”. La elección de términos vinculados con la oscuridad y lo sombrío no es casual, ya que anticipan el carácter peligroso que tendrá el personaje. Además, estas imágenes posicionan a Heathcliff como distinto al resto de la familia, lo que le imposibilitará encajar entre los Earnshaw. En parte, esto respalda su resolución de apoderarse de Cumbres Borrascosas y de la Granja: esta decisión proviene de su deseo de volverse amo a pesar de ser un extraño, desde el punto de vista económico, familiar y físico.
Lluvias, tormentas, ventiscas y nevadas
De forma recurrente, la narración presenta descripciones vívidas y minuciosas de las manifestaciones visuales y auditivas generadas por determinados fenómenos climáticos ocurridos en las cercanías de Cumbres Borrascosas. Así, por ejemplo, la nevada impide que Lockwood regrese a Granja de los Tordos y lo obliga a pasar la noche en la residencia. En este sentido, el clima es una herramienta utilizada para crear una atmósfera de misterio y suspenso. Además, en ocasiones anticipa la llegada de acontecimientos sobrenaturales; antes de la aparición del fantasma de Catalina, “el viento y las ramas de un árbol golpeaban la ventana” (p.27).
Los paisajes naturales
En la novela, las imágenes de los paisajes naturales son utilizadas para representar espacios y mundos ideales. Así, Cati desarrolla su propia visión de la felicidad celestial como un lugar en el que la naturaleza forma parte activa y dinámica. Para la muchacha el ideal de la dicha es la posibilidad de “columpiarme en un árbol florido mientras sopla el viento de poniente y por el cielo corren nubes blancas y cantan tordos, mirlos, jilgueros y cuclillos” (p.217). Esta descripción de los árboles, las aves y la naturaleza evoca la sensación de un paraíso dinámico, en movimiento, desafiante. Por otra parte, para su primo Linton, “la manera más agradable de pasar un cálido día de julio era estar tumbado de la mañana a la noche entre los matorrales del campo” (p.217). Estas imágenes remiten a un mundo pacífico y de quietud. Estas dos descripciones antagónicas destacan las personalidades opuestas de los dos primos; mientras que Cati es viva y enérgica, Linton es abúlico y reposado.