Catalina acusa de loca a Isabel por querer casarse con Heathcliff a pesar de que ella está enamorada del muchacho
Catalina se esfuerza en lograr que el matrimonio entre Isabel y Heathcliff no funcione, argumentando que el carácter del muchacho es cruel e insoportable. Sin embargo, ella misma está enamorada de él. En este sentido, es irónico que carezca de empatía por el amor que siente Isabel cuando ella se encuentra en la misma situación. Esta actitud se entiende como una muestra del egoísmo característico de la protagonista, incapaz de renunciar al amor de Heathcliff y de entender la situación sentimental de su cuñada.
Heathcliff oye solo la peor parte de la confesión de Catalina (Ironía dramática)
Cuando la muchacha le revela a Elena que piensa casarse con Eduardo, agrega que jamás podría hacerlo con Heathcliff ya que sería una humillación para ella. Por desgracia, Heathcliff oye este comentario pero no llega a oír el resto de la confesión, en la que Catalina afirma todo lo que lo ama. Si él se hubiera quedado allí unos minutos más, habría sabido cuáles eran los verdaderos sentimientos de Catalina. Esto constituye una ironía dramática, porque los lectores sí conocemos esos sentimientos, mientras el protagonista los ignorará a lo largo de buena parte de la trama.
A pesar de dieciocho años de venganza, Heathcliff termina su vida como un infeliz
Para vengarse de aquellos que le impidieron casarse con el amor de su vida, Heathcliff diseña un plan complejo de venganza que incluye apropiarse de los terrenos de Hindley y maltratar a los Linton. Aunque la estrategia es relativamente exitosa, al final de sus días descubre que ni siquiera así pudo dejar de sentirse miserable e incompleto. En este sentido, es irónico que, a pesar de tener todo lo que se había propuesto, el protagonista nunca volvió a ser feliz.
Isabel se queja de su matrimonio con Heathcliff a pesar de conocer sus planes
Aunque Isabel recibe advertencias de Catalina sobre el plan maligno que tiene Heathcliff, la muchacha huye con él hacia Cumbres Borrascosas. En este sentido, es irónico que luego se queje de la crueldad de su marido, cuando siempre supo la verdad de su carácter violento y lo poco que le importaba al hombre su bienestar.