Cumbres borrascosas

Cumbres borrascosas Resumen y Análisis Capítulos 26-30

Resumen

Capítulo 26

Cuando Catalina y Elena cabalgan para ver a Linton, el muchacho no está en el lugar acordado, sino que ellas tienen que acercarse bastante hacia Cumbres Borrascosas para encontrarlo. Aparenta estar frágil y débil, pero insiste en que su salud está mejorando. El joven no parece disfrutar de la charla, por lo que Cati decide irse. Linton le ruega, visiblemente nervioso, que se quede más tiempo. Cati acepta a medias, y su primo entra en una especie de letargo. De pronto, se despierta, aterrorizado por la inminente llegada de su padre.

Al final de la visita, Catalina accede a encontrarse con Linton el jueves siguiente. En su camino a casa, Catalina y Elena manifiestan preocupación por la salud de Linton, pero deciden esperar hasta la próxima reunión antes de llegar a alguna conclusión.

Capítulo 27

Una semana después, el estado de Eduardo es aún peor. Cati no quiere dejarlo, pero él alienta su relación con Linton, ya que espera que esto asegure el bienestar de su hija. Cati y Elena van hacia Cumbres Borrascosas. Cati está enojada por haber tenido que abandonar a su padre, y se disgusta por el nerviosismo de Linton y las abyectas manifestaciones de terror hacia su padre.

Heathcliff aparece en la escena y le pregunta a Elena cuánto tiempo más vivirá Eduardo, ya que está preocupado de que Linton muera antes que él. Le ordena a su hijo que entre en la casa, pero el muchacho le insiste frenéticamente a Catalina en que lo acompañe. Ella no puede negarse, a pesar de la prohibición de Eduardo.

Heathcliff fuerza a Elena a entrar también a la casa, para luego cerrar con llave la puerta. Cati protesta diciendo que quiere ir a su hogar a ver a su padre, y trata de quitarle la llave a Heathcliff, quien empieza a abofetearla. Elena interviene y Heathcliff la golpea en el pecho, por lo que la mujer se ve obligada a retroceder. Heathcliff le ordena a Catalina que se vaya con Linton y le aclara que, a partir del día siguiente, será su padre. Catalina corre y llora compungida en el regazo de Elena.

Heathcliff se va de la habitación y Cati y Elena empiezan a buscar una salida, pero todas las puertas están cerradas con llave. Le preguntan a Linton qué pretende Heathcliff, y el muchacho aclara que quiere que los primos se casen. Heathcliff regresa, y le dice a Catalina que si no acepta el matrimonio, se quedará prisionera en Cumbres Borrascosas. Catalina dice que lo hará si después puede ver a su padre y le pide compasión, pero Heathcliff no se conmueve en absoluto y le declara su odio profundo. El dueño de la casa permite que Catalina abandone el cuarto donde están encerrados, pero Elena permanece secuestrada y separada de Cati por cinco días con Hareton como su carcelero. Ella no sabe qué está pasando con Cati.

Capítulo 28

Su quinta tarde en cautiverio, Elena es liberada por Zillah, quien le explica que Heathcliff le dijo que ya podía irse y que Cati la seguiría después para asistir al funeral de su padre. Elena le pregunta si Eduardo ha muerto, pero Zillah le contesta que el doctor ha dicho que podría durar un día más.

Al bajar, Elena encuentra a Linton y le pregunta dónde estaba Catalina. Él responde que sigue encerrada arriba, que se ha casado con él y que no le permitirá irse. El muchacho se jacta de su matrimonio y afirma que todas las posesiones de Catalina son ahora suyas, ya que Eduardo está muriendo rápidamente. Linton dice estar molesto por sus llantos, y cuenta que se puso contento cuando Heathcliff la golpeó como castigo.

Elena va hacia la Granja en busca de ayuda. Le cuenta a Eduardo que su hija está bien y volverá a casa pronto, y le relata lo sucedido, omitiendo los detalles más brutales para evitarle la amargura en sus últimos momentos. Al oír del complot de Heathcliff para controlar su patrimonio, Eduardo manda a buscar al señor Green, el abogado local, con el fin de modificar su testamento para que su dinero quede en manos de administradores y Cati tenga el usufructo mientras viva. Los hombres enviados a Cumbres Borrascosas para rescatar a Cati vuelven sin ella, ya que creyeron la historia de Heathcliff de que la joven está muy enferma como para viajar. Por fortuna, Cati logra escapar y llega justo para despedir a Eduardo, quien muere feliz mirando a su hija.

Al día siguiente llega el señor Green, quien aceptó el dinero de Heathcliff y, por ese motivo, no llegó a cumplir las órdenes de Eduardo. Ahora empleado por el malvado hombre, echa a todos los sirvientes de la Granja exceptuando a Elena, y apura el funeral. Procura enterrar a Eduardo en la capilla, pero Elena insiste en que se obedezca la voluntad del difunto, que desea que lo entierren junto a su esposa. Catalina le cuenta a Elena que Linton fue quien la ayudó a escapar.

Capítulo 29

Heathcliff aparece en la Granja de los Tordos poco después del funeral para llevar a Catalina hacia Cumbres Borrascosas, su nuevo hogar. Cuando Elena le ruega que Cati y Linton vivan en la Granja, Heathcliff le explica que pretende alquilarla. Agrega que castigó a Linton por ayudarla a escapar. Cati replica airadamente que ella y Linton están enamorados, a pesar del mal temperamento de su primo, mientras que Heathcliff no tiene a nadie que pueda amarlo o llorarlo cuando muera.

Mientras Catalina se va a empacar sus cosas, Elena le pregunta a Heathcliff por la posición laboral de Zillah en Cumbres Borrascosas, desesperada por quedarse con Cati. Pero Heathcliff la interrumpe para contar su asombrosa hazaña de la noche anterior.

Narra que, cuando el sepulturero del cementerio estaba cavando la tumba de Eduardo, Heathcliff hizo que removiera la tierra de su amada Catalina. Así, abrió el ataúd para contemplar su rostro, que seguía siendo reconocible. Sacó el costado del ataúd que no lindaba con el de Eduardo, lo llenó de tierra y sobornó al sepulturero para que hiciera lo mismo con su propio ataúd cuando él muriera. Heathcliff afirma que Catalina no se convertirá en polvo hasta que él se una con ella en la tierra, donde compartirán su transformación juntos.

Elena, atónita por la confesión, lo regaña por perturbar a los muertos, a lo que él responde que, por el contrario, ella lo persiguió día y noche por dieciocho años. Heathcliff le explica a Elena lo que hizo después de la noche del entierro de Catalina: fue al cementerio a desenterrar el ataúd para tenerla en sus brazos otra vez, pero mientras estaba quitando los tornillos sintió su presencia viva. Esto lo consoló, a la vez que lo torturó, ya que desde esa noche, y por dieciocho años, siente constantemente que puede verla, pero no del todo. Heathcliff termina su historia, y Catalina anuncia que ya está lista para irse.

Capítulo 30

Elena ya se aproxima al presente en su narrativa, y le narra a Lockwood lo que Zillah le comentó sobre la recepción de Catalina en Cumbres Borrascosas. Dice que Heathcliff les negó a los miembros de la casa ser amables o ayudar a la muchacha luego de su llegada, y que Catalina cuidó a Linton por su cuenta hasta que él murió. Cati se enfermó las siguientes dos semanas y las pasó aislada en la planta de arriba. Heathcliff subió una vez para mostrarle el testamento de Linton, que establecía que todos sus bienes y los de ella pertenecían a él, su padre. De las tierras no podía disponer por ser menor de edad, pero Heathcliff las reclamó legalmente y Catalina no tenía recursos para disputarlo.

Desde entonces, Catalina se mantiene alejada de todos los miembros de la casa, incluidos Zillah y Hareton, con quien había estado en conflicto constante. Desesperada por ayudarla, Elena le dice a Lockwood que consiguió una cabaña para llevarse a Catalina a vivir con ella, pero sabe que Heathcliff no lo permitirá. Lo único que podría salvar a Catalina es otro matrimonio, dice Elena, aunque ella no tiene los medios para llevar esto a cabo.

Escribiendo en su diario, Lockwood expresa que ese es el final de la historia de Elena, y que finalmente él se está recuperando de su enfermedad. Escribe que planea cabalgar hacia Cumbres Borrascosas e informarle a Heathcliff que pasará los seis meses siguientes en Londres, y que deberá buscarse otro inquilino para la Granja, ya que por nada del mundo quiere pasar otro invierno ahí.

Análisis

En estos capítulos, el plan llevado adelante por Heathcliff llega a su máxima concreción cuando logra, finalmente, el matrimonio entre Linton y Cati. El nivel obsesivo de control y dominación de todos los personajes y la crueldad que exhibe nos obliga a leer detrás de las acciones que lleva adelante para reflexionar por qué Heathcliff lleva su vocación destructiva al límite. Si la vida de Heathcliff se fundamenta en Catalina Earnshaw, su casamiento con Eduardo Linton representa no solo la pérdida de la mujer amada sino la posibilidad de ascenso sociall que le fue vedada a la fuerza. En este sentido, la venganza viene a dotar de sentido la vida de Heathcliff, carente de propósito vital una vez que Catalina muere. Si bien el objetivo inicial implica atacar a las dos personas que indirectamente lo han alejado de ella (su hermano, Hindley, que en su momento adoptó el papel de tirano y le cerró las puertas a la educación y al refinamiento; y Eduardo Linton, a quien acusa de haberle robado a Catalina), en estos capítulos se ve hasta qué punto todos los personajes pagan gratuitamente las consecuencias de sus actos.

El maltrato que recibe Linton durante sus últimos días de vida se entiende únicamente por ser hijo de Isabel. Si ya desde su niñez la vida del muchacho se revelaba insignificamente y desesperanzadora, la narradora confirma que el paso del tiempo únicamente empeoró esta situación. En palabras de Elena, “En lugar de su anterior abulia infantil, se apreciaba en él el pesimismo amargo del enfermo incurable que no quiere ser consolado y que considera insultante la alegría de los demás” (p.227). En este sentido, el odio de Heatchliff condicionó el crecimiento de Linton: garantizó su mera supervivencia pero destruyó toda utopía o sueño que el muchacho pudiera tener. Como en una relación parasitaria, en la que uno de los integrantes obtiene algún beneficio a costa de la destrucción del otro, Heathcliff parece más enérgico y pleno en estos capítulos, a expensas de la miseria absoluta en la que sumerge a su hijo.

A pesar de la insistencia de Heathcliff en mantener su revancha a cualquier costo, una parte del plan fracasa. En primer lugar, si bien él acelera los tiempos para lograr el matrimonio entre Linton y Cati, su propio hijo confiesa que esta estrategia nace más de los deseos de su padre que de los suyos. “Estoy procediendo como un traidor, sí; pero si tú me dejas, ellos me matarán.” (p.232), admite frente a su prima. De alguna manera, este acto de sinceridad revela el cariño genuino que se tienen, incapaz de ser subordinado a los mandatos perversos de Heathcliff.

La idea de que el amor verdadero puede sublevarse contra el terror que domina Cumbres Borrascosas reaparece en el episodio de la huida de Cati. Retenida contra su voluntad hasta que se case con su primo, logra finalmente escapar para ver a su padre agónico antes de partir. Para lograr este cometido, el rol de Linton es fundamental ya que, conmovido frente a la angustia de su prima, la libera. En palabras de Elena, “su dolor había, por fin, inducido a Linton a ponerla en libertad” (p.247); gracias al amor de su primo, ve a Eduardo por última vez. Esta huida exhibe otro quiebre en la venganza de Heathcliff: el hombre muere contento, abrazado a su hija. “Con los ojos extasiados contemplaba el rostro de su hija” (p.246), describe Elena. Esta muerte es un triunfo contra el mal y también una victoria notable de Cati, que logró imponer su voluntad ante los crueles designios de Heathcliff.

Si bien estos pequeños triunfos no impiden que Heathcliff logre apropiarse de la Granja de los Tordos luego de la muerte de Eduardo, en estos capítulos comienza a gestarse una pequeña forma de rebelión contra los deseos del tirano. En este sentido, su perseverancia por lograr el matrimonio entre Cati y Linton cimenta el camino a su propia destrucción. En primer lugar, con la muerte del muchacho, Cati abandona su personalidad inocente y dulce para transformarse en un personaje más oscuro e iracundo. Si bien la muchacha tiene justificativos suficientes para este cambio de carácter, los habitantes de Cumbres Borrascosas sienten desprecio por ella. “Ninguno de nosotros la quiere, ni ella se lo merece. En cuanto se le dice la menor cosa ya salta y replica sin respetar nada” (p.257), comenta Zillah. De alguna manera, los sufrimientos a lo que estuvo expuesta condicionan su forma de ver el mundo y de vincularse con los demás. A pesar de esta actitud “tan fría como el hielo y tan altanera como una princesa” (p.256), hay uno de los integrantes de la residencia que insiste en sostener un vínculo de cercanía con Cati. Hareton Lindshaw “no se desanimó por el desprecio con que Catalina le quitaba las láminas de los dedos” (p.256); si ya los capítulos anteriores advertían que el muchacho se esforzaba en deslumbrar a su prima con su educación, en este episodio reaparece la voluntad que exhibe al desear estar a la altura de Cati.

Este carácter audaz de Cati nos recuerda indefectiblemente a la fortaleza que tenía su propia madre. Una vez más, la historia parece condenada a repetirse: a pesar de su anterior docilidad, la chica no deja de ser una descendiente de la desmesura y las pasiones de los Earnshaw. En este punto, es posible hipotetizar que estas conductas de Cati atormentan a Heathcliff y lo hacen cada vez más susceptible al recuerdo de su amada. No es casualidad que en el capítulo 29 el hombre descubra la tumba de Catalina para encontrarse con el cadáver. Este panorama macabro y siniestro revela hasta qué punto llega esta obsesión que lo carcome por dentro y lo conduce a tomar venganza contra todos los que impidieron este amor, que se prolonga dieciocho años después de la muerte.

En el relato, Heathcliff enfatiza la naturaleza física y espiritual del vínculo entre ambos. Si bien este encuentro subraya la dimensión corporal presente en la relación, se narra desde un punto de vista material desligado de una mirada sexual: “Creí que no sabría separarme de allí cuando vi su cara. ¡Sigue siendo la misma!” (p.249)”, exclama Heathcliff. Ver a su amada sin signos de descomposición constituye un panorama agradable y añade: “Me alegro de que no comience su descomposición hasta que no la comparta conmigo” (p.250). Heathcliff le otorga a Catalina la potestad de elegir no degradarse. Así, el hombre exhibe la importancia que tiene la dimensión espiritual en esta conexión, en tanto el espíritu toma decisiones y está pendiente de la vida terrenal de Heathcliff.

Sin embargo, el hombre no se contenta únicamente con ver el cadáver de Cati; también interviene para poder asegurarse que su descanso eterno será al lado de su amada: “Así nos confundiremos en una sola tumba y si Linton nos busca no sabrá distinguirnos” (p.250). Nuevamente, el amor es entendido como una fusión absoluta de almas y cuerpos, en la que cada uno pierde esa individualidad e identidad que lo distinguía para transformarse en algo nuevo. En este sentido, la unión corporal y espiritual de los amantes es total e indestructible.

Así como en estos capítulos los lectores profundizamos en la historia de los protagonistas, sus motivaciones y obsesiones, también salen a la luz alguna de las tretas de la narradora. En primer lugar, la cercanía temporal con los hechos narrados posicionan a Elena a tomar decisiones que intervienen directamente en los personajes y en el mundo del relato. Es ejemplar al respecto la manipulación que hace de su interlocutor, Lockwood, cuando luego de contar los padecimientos de Cati, añade: “Así que no veo solución en el momento, a no ser que la señorita se case, y esa es una cosa que no está en mi mano conseguir” (p.258). Si bien este comentario puede entenderse como la expresión de un simple deseo, aparece luego del relato de todas las injustiicas y padecimientos que atormentan a Cati. Es posible que el interlocutor se sienta especialmente interpelado para poder cambiar esta situación injusta.

Además, este comentario debe leerse en consonancia con otros elementos de la narración de Elena. A menudo, la mujer subraya las numerosas virtudes y la singular belleza de la muchacha. En este sentido, su conversación con Lockwood puede responder a la intención de querer salvarla. Aunque esta es únicamente una interpretación posible que convive con otras, la novela advierte sobre la necesidad de leer sagazmente entre líneas y sospechar de las intenciones de la voz narrativa. Así, estos sutiles detalles y comentarios de Elena podrían responder a una estrategia deliberada.

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