El enojo de Pedro Gailo es comparado con el de un león africano (Ironía verbal)
Cuando Mari-Gaila retorna a su casa tras días de ausencia, Pedro Gailo amenaza con matarla, pero su amenaza carece de fuerza. Mari-Gaila, prácticamente, lo ignora. Sabe que él no tiene carácter para hacer eso. Luego, cuando llega La Tatula, se burla de él a través de esta ironía verbal: "Por cuentos está virado contra mí, como un león africano" (p. 108). Si algo no tiene la amenaza de Pedro Gailo es, claramente, la ferocidad de un león africano. Además, afirma con total descaro que él está enojado por "cuentos", cuando su infidelidad es verdadera y todos lo saben.
Las buenas intenciones de Séptimo Miau con Mari-Gaila (Ironía verbal)
Cuando Séptimo Miau le dice a La Tatula que le avise a Mari-Gaila que la cita entre ellos será en un cañaveral, La Tatula le responde irónicamente: "¡Buena intención le guía!" (p. 125). Por supuesto, la intención de Séptimo Miau al citarse con Mari-Gaila no es, precisamente, "buena", ya que si la cita es allí, su objetivo es, sin dudas, tener relaciones sexuales.
La magia de las "divinas palabras" (Ironía situacional)
El final de la obra es absolutamente irónico. Tras fallar en su intento de calmar al pueblo citando la frase de la Biblia "Quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra", vuelve a decir la frase, pero esta vez en latín. Entonces, mágicamente, el pueblo se calma y deja de humillar a Mari-Gaila. Las didascalias afirman que fue la magia del latín la que consiguió que las divinas palabras lograran este efecto sobre la gente. La ironía situacional reside en que el lector o espectador no espera que algo tan absurdo como una frase en latín, que ninguno de los personajes comprende, genere esta especie de final feliz. A través de esta ironía se busca generar un efecto de sorpresa y, sobre todo, de comicidad.
La amenaza de Pedro Gailo a Lucero (Ironía verbal)
En el principio de la obra, Lucero se ríe constantemente de Pedro Gailo y, utilizando a Coimbra y sus bailes proféticos, lo trata de "cornudo". Pedro Gailo, incapaz de defenderse de la astucia de Lucero, lo amenaza con la siguiente ironía: "Mucho vas a reír en los infiernos" (p. 19). La ironía verbal radica en que, por supuesto, si Lucero va al infierno lo que menos va a hacer será seguir riéndose.