Lo racional vs. lo sobrenatural
Uno de los temas principales de la novela es la lucha entre el mundo racional de la ciencia y la tecnología, encarnado en el ideal de la sociedad inglesa victoriana, y el mundo sobrenatural y desconocido de las supersticiones y la naturaleza indomable, representado por el conde Drácula.
En Drácula, la ciencia moderna atraviesa el discurso y la vida de los personajes: Jonathan y Mina utilizan la taquigrafía como método de escritura para sus diarios, y el Dr. Seward registra su voz con un fonógrafo. Cuando Lucy enferma, Van Helsing le realiza transfusiones de sangre acudiendo a métodos modernos de la ciencia, y cuando los personajes atacan a Drácula, están arrmados con linternas eléctricas, toda una novedad para la época. Además, los personajes utilizan el telegrama como una forma de comunicación rápida y efectiva.
Sin embargo, toda la ciencia y sus progresos se muestran insuficientes por sí solos para contrarrestar el poder de Drácula, y los personajes deben hacer uso también del conocimiento folklórico y de las supersticiones. La figura de Van Helsing es la que posibilita una fusión entre la ciencia y otros tipos de conocimiento que la mente victoriana hubiera descartado (como puede observarse en la figura del Dr. Seward). Van Helsing es un científico racional, pero también un estudiante de todo lo oculto. Las transfusiones de sangre que realiza, productos de la disciplina moderna, ayudan a obtener tiempo para Lucy, y los métodos de la ciencia, la observación, la experimentación y el análisis son fundamentales en la estrategia de Van Helsing. Combinado con sus herramientas, el doctor neerlandés utiliza también las viejas supersticiones y la fe cristiana: los crucifijos, el ajo y las hostias consagradas se transforman en potentes armas en la lucha contra el vampiro.
Oriente vs. Occidente
Toda la novela se construye en función del contraste entre el moderno Occidente y el extraño y oculto Oriente. A medida que Jonathan se interna en el Este, escribe: “Recibí la impresión de estar saliendo de Occidente” (p. 13). La idea del Este es un tema complejo e interesante que se manifiesta de diferentes maneras a lo largo de la novela. En primer lugar, destaca por su aparente atraso en materia científica y cultural: a ojos de Jonathan y Mina, los campesinos del Este son más toscos y sus formas de vida son más simples, menos sofisticadas que las de Occidente. A su vez, el Este es la cuna de todo lo extraño y atrasado: los ciudadanos allí creen en cuanta superstición exista y no muestran tener un pensamiento lógico y racional.
Sin embargo, toda la racionalidad y la ciencia de Occidente no servirán para enfrentarse a Drácula, y los personajes deberán recurrir al conocimiento de las supersticiones del Este para encontrar en ellas las herramientas necesarias para luchar contra el vampiro. Esta fusión entre Oriente y Occidente es facilitada por Van Helsing, cuya nacionalidad es ya un símbolo de la combinación de diferentes formas de pensamiento: es de Ámsterdam, una ciudad localizada geográficamente entre Inglaterra y Transilvania. Van Helsing utiliza una síntesis de los conocimientos tanto de Oriente como de Occidente, y aunque muchas de las armas que se usan para combatir a Drácula provienen de los saberes del Este, hay todavía en los personajes una representación siniestra y oscura de lo que esta parte del mundo significa: para los ingleses, el “Este” es lo que está hacia el este de Austria, y simboliza todo lo desconocido o poco familiar.
La locura
La locura es un tema importante durante toda la novela: los personajes experimentan un miedo constante y creciente a volverse locos. Este miedo incluso se transforma en un elemento estructural de la obra, propio de los relatos fantásticos: los personajes cuestionan continuamente lo que perciben sus sentidos y se preguntan todo el tiempo si no estarán enloqueciendo. Esta puesta en duda de la realidad que los sentidos perciben produce un vaivén constante entre lo que es real y lo que podría ser imaginado, generando así una vacilación que confunde al lector y que presenta lo sobrenatural como una posible distorsión de la realidad debido a la alteración de los sentidos y la consciencia.
Tras los eventos traumáticos vividos en el castillo, Jonathan desarrolla una fiebre cerebral; se vuelve loco literalmente, delirando y siendo incapaz de recordar todas sus experiencias. La locura de Jonathan puede deberse a que todo su sistema de creencias es puesto en duda frente a los eventos extraordinarios vividos en el castillo de Drácula. En su caso, la locura real puede ser una protección contra los espantos que ha presenciado.
La locura es un tema muy adecuado para una novela de vampiros. Quizás, el mayor horror que produce el vampiro es que no mata simplemente: sus víctimas pierden sus identidades y se vuelven parte de los no-muertos. Y también en la locura hay una gran pérdida de la propia identidad. Al lidiar con vampiros y con la locura, el mayor miedo no es ser asesinado por un monstruo, sino convertirse en uno de ellos.
El tema de la amenaza de la locura se presenta y desarrolla de diferentes maneras a lo largo de la novela: la ansiedad por la posibilidad de enloquecer hace que los personajes duden constantemente de sus propias percepciones o de las de aquellos en quienes confían. Además, los personajes van a planear su contraataque en el asilo psiquiátrico del Dr. Seward, donde la locura, aunque contenida, los rodea. A lo largo de todo el libro, lo supernatural y lo demencial amenazan con invadir el orden las vidas “sanas”. Las dos fuerzas amenazan por igual la estabilidad de las vidas inglesas de los personajes.
El miedo y el deseo
La relación entre el miedo y el deseo es otro de los grandes temas de la novela. Frente a los vampiros, el terror que experimentan los personajes se mezcla con un deseo de naturaleza sexual que estas figuras sensuales y lascivas despiertan. Cuando Jonathan se encuentra con las tres vampiresas, por ejemplo, su terror se mezcla con la lujuria, y es incapaz de oponer su voluntad al "beso" (la forma que utilizan las vampiresas para designar la mordida) de una de ellas, que es evitado solo gracias al crucifijo que Jonathan lleva en su cuello. Más tarde, Lucy también experimentará, frente a Drácula, un terror profundo a la vez que una atracción inevitable.
La relación entre el miedo y el deseo que generan los vampiros vincula la idea del pecado a la de la sexualidad: la maldad y la lujuria se encuentran unidas, lo que es una evidente declaración moralizante sobre el deseo sexual. Esto ilustra muy bien los valores de abstinencia, recato y, en última instancia, represión de la sexualidad propia de la sociedad victoriana.
Paradójicamente, aunque Stoker deja claro que la lujuria de los vampiros es maligna y decadente, el atractivo de su poder erótico ha sido una de las razones del éxito de la novela desde su publicación hasta el presente.
La amistad
El tema de la amistad, particularmente entre hombres, es también uno de los más importantes de la novela: la amistad constituye el mayor poder frente al terror que desata Drácula. Muchas escenas presentan a los personajes masculinos haciendo promesas de amistad recíproca y prometiendo su lealtad a Lucy y a Mina. La unidad que se establece entre Van Helsing, Arthur Holmwood, el Dr. Seward, Jonathan Harker y Quincey Morris será uno de los elementos más importantes y poderosos para enfrentarse a Drácula, quien, por su parte, está solo y es incapaz de asociarse con otras personas.
La amistad entre los hombres se sella por diversos pactos. El primero de ellos es mediante la transfusión de sangre a Lucy: Van Helsing, Arthur, Seward y Quincey han dado su sangre a Lucy, y en ese gesto se han hermanado; los cuatro saben lo que la joven ha sufrido, y haberle entregado su sangre genera entre ellos un pacto de lealtad: los cuatro amigos quedan unidos por las circunstancias, por su honor y por lo que han vivido juntos.
La amistad está acompañada de la lealtad y la confianza, todos valores fundamentales a la hora de enfrentarse a los hechos sobrenaturales y tan difíciles de creer. En muchos casos, los personajes siguen adelante solo por la lealtad que sienten hacia Van Helsing y la confianza que le tienen. Así, la amistad se manifiesta como el lazo más fuerte de unión entre los héroes, y una de las principales cualidades que pueden oponerle a Drácula.
El destino
La idea de un destino prefijado, o de la mano de Dios actuando directamente sobre los acontecimientos terrenales, está presente como tema en toda la novela. Van Helsing, a pesar de ser un científico, habla mucho de Dios y de su intervención sobre los hechos mundanos, al punto incluso de declarar, en más de una ocasión, que Mina fue creada por Dios para un gran propósito, y la conexión entre ella y Lucy no parece ser puro azar.
Mina también cuestiona los designios divinos y, frente a todo el dolor que le toca experimentar, se pregunta si Dios la eligió para sufrir y completar su trabajo en la Tierra.
Por otra parte, los planes de Drácula serán frustrados por la elección que este hizo de su víctima, y en ello también vuelve a aparecer la noción del destino: Drácula escoge a alguien que tiene una conexión con Jonathan, que es también amiga de un amigo de Van Helsing. Estas fuerzas se combinan para impedir que el vampiro pueda “invadir” Inglaterra exitosamente. Harker pudo sobrevivir, de alguna manera, y escaparse del castillo, mientras que la llegada de Van Helsing a la acción es fundamental para la derrota de Drácula. El destino parece jugar un papel importante al reunir a la gente correcta y necesaria para hacerse cargo de la amenaza que se cierne sobre Occidente.
La redención
Stoker también desarrolla la redención cristiana como un tema importante en su novela. Incluso los vampiros, criaturas envilecidas y alejadas de Dios, pueden lograr la salvación cuando mueren. Lucy no está condenada por los actos que comete siendo una no-muerta, y cuando Arthur clava una estaca en su corazón, el alma de la joven logra salvarse. Esto se comprueba físicamente: tras la verdadera muerte, Lucy recupera sus rasgos reales y, por sus facciones, se hace evidente que ahora descansa en paz. Van Helsing asegura que cualquier vampiro que sea destruido regresa a Dios, lo que indica que incluso los agentes del mal pueden encontrar la gracia de la salvación.
Incluso el alma de Drácula puede ser salvada, y así lo manifiesta Mina: cuando Jonathan habla de destruir al monstruo como una venganza por todo el sufrimiento que les causó, Mina se muestra misericordiosa y habla de la redención del alma del Conde. No hay que destruir al vampiro por venganza, plantea ella, sino para salvar su alma. Efectivamente, Cuando Jonathan le corta la cabeza al Conde, en la escena final, Mina observa cómo las facciones de Drácula muestran, antes de desaparecer, una paz que indica que su alma se ha salvado.