El Corazón de las Tinieblas

El Corazón de las Tinieblas Resumen y Análisis : Parte 3

Resumen

Marlow queda asombrado ante las palabras del ruso. Ahora puede hacerse una imagen más clara de Kurtz. El ruso dice que la experiencia en el Congo lo ha transformado por completo. Aparentemente, ha estado solo con Kurtz durante muchos meses. Es el glamour de la aventura lo que lo impulsa a seguir adelante. El ruso recuerda la primera noche que habló con Kurtz: no logró dormir de lo cautivado que estaba. Kurtz ha expandido su mente. El ruso ha cuidado a este gran hombre durante sus períodos de enfermedad, y lo ha acompañado en sus exploraciones a las aldeas. Kurtz ha mejorado muchas cosas allí; ha establecido, por ejemplo, una buena relación con la tribu cercana y ha conseguido que sus miembros, que lo adoran, cooperen con él. Kurtz es capaz de perderse en la caza de marfil durante semanas. El ruso no está de acuerdo con que Kurtz esté loco. Le cuenta a Marlow que un día, sin un motivo concreto, Kurtz decidió echarlo, pero él no se movió de su lado. Más tarde, Kurtz emprendió otro de sus viajes en soledad por el río en busca de más marfil. Fue en ese viaje que se despertó la enfermedad que sufre actualmente y, desde ese momento, el ruso se encarga de cuidarlo.

Kurtz yace en una choza rodeada de cabezas en estacas. Marlow no se sorprende por lo que ve. Lo toma como una indicación de que Kurtz carece de moderación a la hora de satisfacer sus deseos, una condición de la que es culpable esa jungla. Marlow supone que Kurtz estaba vacío por dentro y necesitaba algo para llenar esa falta. El ruso se muestra perturbado por la actitud de escepticismo de Marlow. También es cierto que este ha escuchado ya bastante sobre las ceremonias que rodean a este hombre tan venerado.

De repente, un grupo de nativos aparece alrededor de la casa. Se reúnen en torno a la camilla en la que se encuentra el moribundo Kurtz. Él les dice que se vayan. Luego aparecen los peregrinos que vienen del barco, lo llevan a otra cabaña y le entregan su correspondencia. Con voz ronca, Kurtz dice que está contento de conocer a Marlow. El director entra para hablar en privado con Kurtz. Mientras espera en el bote con el ruso, Marlow ve a una mujer hermosa que está cubierta de brillantes ornamentos. Es parte de la tribu que responde a Kurtz. La mujer camina hasta la orilla y mira el barco de vapor. Gesticula violentamente hacia el cielo, se da media vuelta y desaparece en la espesura. Es evidente que el ruso le tiene miedo.

Aparece el director. Le dice a Marlow, en privado, que han hecho todo lo posible por Kurtz. Luego agrega que Kurtz le hizo más daño que otra cosa a la compañía. Sus acciones eran demasiado drásticas. Marlow no está de acuerdo. Para él, Kurtz es un hombre notable. De alguna manera, lo siente incluso como un amigo. Marlow le aconseja al ruso que escape antes de que el director tome la decisión de ahorcarlo. Marlow le promete que mantendrá la reputación de Kurtz a salvo. En ese momento, el ruso le confiesa que fue Kurtz quien ordenó el ataque contra el barco de vapor, porque no quería que se lo llevaran. No solo eso: incluso consideró fingir su muerte.

Mientras Marlow dormita, el aire se llena de tambores y mantras. Cuando se despierta, a medianoche, mira dentro del cuarto donde estaba Kurtz y descubre que no está. Distingue su rastro y va tras él. Cuando lo alcanza, los dos hombres quedan cara a cara. Kurtz dice que no puede dejar el lugar, ya que todavía le quedan planes por concretar. Marlow le dice que no se preocupe, que su fama en Europa está asegurada. Se da cuenta de que el alma de este hombre ha enloquecido. Logra llevar a Kurtz de regreso a la cabaña. El barco sale al día siguiente entre una multitud de nativos. Kurtz es llevado a la cabina de la nave. La "parda corriente" fluye rápidamente desde "el corazón de las tinieblas" (p.223), dice Marlow a los oyentes del río Támesis. De esta forma, sugiere que la vida de Kurtz está desvaneciéndose. Marlow cae en desgracia, asociado a la misma categoría que Kurtz. El director, naturalmente, ahora está contento. Marlow permanece junto a la cama de Kurtz todo el tiempo. En un momento, Kurtz le entrega a Marlow un paquete de papeles y una fotografía, para que los mantenga fuera del alcance del director. Algunas noches después, Kurtz muere con una frase en sus labios: "¡El horror! ¡El horror!" (p.227).

Marlow regresa a Europa, pero queda atormentado por el recuerdo de Kurtz. Es irrespetuoso con todos los que encuentra. El director le exige a Marlow los papeles que Kurtz le confió. Marlow renuncia a los documentos técnicos, pero no a las cartas privadas ni a la fotografía. Todo lo que queda de Kurtz es su memoria y la foto de su "prometida". Marlow visita a la mujer de la foto. Ella ha estado llorando en silencio durante el año anterior, y necesita hablar de su amor, y de cómo conoció a Kurtz mejor que nadie. Marlow percibe que la habitación se oscurece cuando ella dice eso. Ella habla de la increíble capacidad de Kurtz para atraer a la gente a través de su magnífica elocuencia, y luego asegura que será infeliz de por vida. Marlow afirma que siempre pueden recordarlo. Ella expresa una necesidad desesperada de mantener vivo su recuerdo. Al mismo tiempo, confiesa un profundo sentimiento de culpa por no haber estado con él cuando murió. Cuando la mujer le pregunta a Marlow cuáles fueron las últimas palabras de Kurtz, él miente, y dice que Kurtz pronunció el nombre de ella. La mujer llora, triunfante.

Marlow afirma que decir la verdad habría sido demasiado triste. De regreso en el barco del río Támesis, el narrador sin nombre retoma la palabra y describe una corriente tranquila que fluye sombríamente hacia el corazón de las tinieblas.

Análisis

Cuando el ruso habla de la transformación que sufrió en su aventura por el Congo, dice: "Fui un poco más lejos (…) después un poco más... Hasta que estuve tan lejos que ya no sé si volveré algún día" (p.193). Esto habla de una transformación casi definitiva que la jungla le provocó. La jungla y, de alguna manera, también Kurtz. En ese sentido, el ruso y Marlow son parecidos: ambos buscan una suerte de epifanía. Kurtz es una posible fuente o inspiración para esta iluminación y, por lo tanto, es una de las figuras más poderosas de la historia, a pesar de no aparecer hasta el final.

Conrad presenta un desafío: en lugar de describir directamente a Kurtz, nos va proporcionando varias pistas que debemos reconstruir para comprender quién es este misterioso personaje. En la primera conversación que el ruso tiene con su mentor, hablan sobre "la vida" en general, incluso sobre el amor. Esto da la pauta de que Kurtz es un hombre sensible e introspectivo. Kurtz habla tanto las lenguas "civilizadas" como las "salvajes". La elocuencia es su fuerte, ya que le permite esconder sus "tinieblas" de personas como el ruso. La mujer que llora por él en Europa habla de un corazón generoso, de una mente noble y de grandeza. Sin embargo, las impresiones de su prometida, así como del ruso, contrastan fuertemente con la opinión de personas como el director, que dice que Kurtz estaba recolectando marfil de manera poco ética al incitar a los locales a la violencia.

Marlow compone, de alguna manera, la perspectiva del lector. Por lo que ve e informa, el lector puede inferir que todas esas características que se le atribuyen a Kurtz son verdaderas. Sin embargo, Marlow no ve a Kurtz como un ser malvado por sus acciones hacia los nativos. Algunas personas, como el director, solo se preocupan por conseguir marfil y hacerse ricos. Pero, si bien es cierto que Kurtz se consume en esa búsqueda del marfil (y su rostro y su cuerpo son descritos en relación a este preciado recurso), Conrad no proporciona ninguna evidencia de que Kurtz esté preocupado por los aspectos materiales de este material: la casa y la propia existencia de Kurtz son extremadamente simples, a pesar de todo el marfil que ha recolectado. Si el dinero y la fama fueran lo único importante para él, podría haber regresado a Inglaterra mucho tiempo atrás. El ruso afirma que, si eso ocurriera, Kurtz se perdería entre la gente, ya que es un hombre con ambiciones que trascienden lo material, o la noción tradicional de éxito. Las cabezas estacadas alrededor de su casa demuestran que "(…) carecía de freno a la hora de satisfacer sus diversos apetitos" (p.200). Aparentemente, el tiempo en el Congo africano para Kurtz ha sido un momento de dejarse llevar; un período en el que las pasiones y los apetitos se han desatado, y en el que el pasado ya no importa.

La imagen de Kurtz en su lecho de muerte lo muestra abriendo mucho la boca, dándole un aspecto voraz, como si quisiera absorber y tragarse todo. Sin embargo, su necesidad de planificar y consumir ha desgastado su mente y su espíritu. La curiosidad que conduce a la exploración también puede conducir, trágicamente, a la pérdida de uno mismo. Aquí yace un mensaje sociopolítico, una advertencia contra el intento de controlar algo que originalmente no es parte de ti, justamente para que no te controle a ti.

Marlow no condena a Kurtz porque lo compadece y simpatiza con su torturada existencia. Por otro lado, la devoción que le muestran los nativos a Kurtz ilustra una relación casi recíproca entre ellos. Si bien es muy probable que ellos lo ayuden sin comprender los beneficios materiales que conlleva el marfil, está claro que Kurtz disfruta de ser parte de ellos tanto como ellos disfrutan de tenerlo allí, por lo menos hasta que se pierde y se separa de todo lo terrenal. El alma de Kurtz ha atravesado límites prohibidos porque solo se concentró en sí misma, y llegó hasta ese punto por estar en un contexto en el que esos límites son nebulosos. El Congo despertó las tinieblas que siempre habían estado en su corazón. La alienación, la confrontación con el "otro" y la desunión del hombre con el mundo natural son temas típicamente modernistas y Conrad los trata a lo largo de toda la novela.

Kurtz muere dolorosamente tanto porque no ha terminado las tareas que lo obsesionan como porque su alma ha caído en la locura. El "horror" que pronuncia en su lecho de muerte es un juicio sobre cómo ha vivido su vida. Definitivamente podemos ver la muerte de Kurtz como un posible final para Marlow si no hubiera abandonado el Congo. Tal como estaban las cosas, esa jungla ya se estaba deslizando y fusionando con su psiquis. Incluso hubo un momento en que no pudo distinguir la diferencia entre el latido de los tambores y el de su propio corazón. En ese sentido, Marlow parece haber escapado a tiempo.

La mentira de Marlow al final de la historia es cruel y compasiva a la vez. La mujer nunca sabrá en qué se convirtió Kurtz. Marlow se excusa de no haberle dicho las palabras textuales de Kurtz diciendo que la verdad es "demasiado triste" (p.244) para contársela. ¿Pero es la mujer tan débil para no poder escuchar la verdad? La decisión que toma Marlow es egoísta, de la misma manera que es egoísta la forma en que hace que toda la tripulación del barco en el Támesis escuche su relato. La historia de Kurtz sirvió, de alguna manera, para que Marlow contara la suya propia. Por supuesto, la arteria principal y vinculante de las dos historias es el río, que puede llevarnos tanto hacia la civilización como hacia el corazón de nuestras tinieblas.

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