El nadador

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La vida ociosa en los suburbios

El narrador de "El nadador" se detiene en varias instancias, sobre todo al comienzo del cuento, a describir la vida ociosa que llevan los habitantes de los suburbios neoyorkinos, especialmente durante el verano. Así, por ejemplo, el narrador relata que "en Bullet Park (...) estaba su casa, donde sus cuatro hermosas hijas habrían terminado de almorzar y quizá jugasen al tenis en aquel momento". Luego, en casa de los Graham, se cuenta que "la llegada de dos automóviles cargados de amigos que venían de Connecticut" le permite al protagonista aprovechar la distracción para seguir su camino sin ser descortés.

Otro ejemplo de imágenes —en este caso no solo visuales sino también auditivas— que dan cuenta del estilo de vida de los habitantes de los suburbios es el que describe la escena en casa de los Bunker:

El agua devolvía el sonido de las voces y de las risas, y daba la impresión de dejarlas suspendidas en el aire. La piscina de los Bunker estaba en alto, y Neddy tuvo que subir unos cuantos escalones hasta llegar a la terraza, donde unas veinticinco o treinta personas charlaban y bebían. Rusty Towers era el único que se hallaba dentro del agua, flotando sobre una balsa de goma. ¡Qué hermosas eran las orillas del río Lucinda y qué maravillosa vegetación crecía en ellas! Acaudalados hombres y mujeres se reunían junto a sus aguas color zafiro, mientras serviciales criaturas de blancas chaquetas les servían ginebra fría. Sobre sus cabezas, una avioneta roja de las que se utilizaban para dar clases de vuelo daba vueltas y más vueltas, y sus evoluciones hacían pensar en el regocijo de un niño subido en un columpio.

Los parques y jardines de los suburbios

Acompañando las imágenes que describen el estilo de vida en los suburbios, hay varios pasajes que se detienen en la descripción de los parques y jardines de los suburbios. Por ejemplo, cuando Neddy llega a la casa de los Levy, ve que "Sobre una mesa al otro extremo de la piscina, cerca de un cenador adornado con linternas japonesas, había una mesa con vasos, botellas y platos con cacahuetes, almendras y avellanas". En casa de los Sachs, por otro lado, Ned escucha el ruido de voces de casa de los Bunker, que viene "desde el otro lado de la carretera, desde el otro lado de los jardines, de los bosques, de los campos".

La tormenta

La tormenta, que se anuncia al principio del cuento como nubes acumuladas, "tan parecidas a una ciudad vista desde lejos —desde el puente de un barco que se aproximara— que podían haber tenido un nombre", es luego descrita, cuando estalla, con una serie de imágenes visuales, olfativas y auditivas:

¿Por qué se animaba tanto cuando las puertas se abrían con violencia y el viento que arrastraba gotas de lluvia trepaba a empellones por las escaleras? (...) ¿Por qué los primeros compases húmedos de un viento de tormenta constituían siempre el anuncio de alguna buena nueva, de algún suceso reconfortante y alegre? En seguida se oyó una explosión, acompañada de un olor como de pólvora, y la lluvia azotó las linternas japonesas que la señora Levy había comprado en Kyoto.

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