Especialmente si se considera que John Cheever asumirá su homosexualidad más tarde en su vida, "El nadador" puede leerse como un retrato audaz de los fracasos de la masculinidad suburbana estadounidense.
En primer lugar, los suburbios del mundo de Neddy son entornos sociales muy restrictivos. Como dice el narrador cuando describe el desprecio del protagonista por los Biswanger, su sociedad tiene "rígidas y antidemocráticas normas". Hablar de dinero o contar chistes poco refinados en reuniones sociales a las que, además, se invita a un grupo variopinto de personas que han pasado por una cuidadosa selección son algunos de los pecados que comete esta pareja, y que justifican que Neddy y su esposa los desprecien y rechacen todas sus invitaciones. La rigidez de estas categorías es tal que cuando Grace Biswanger se muestra grosera con Neddy, él simplemente lo niega: "Grace no estaba en condiciones de hacerle un feo social, no tenía ni la más remota posibilidad".
Los lectores también reconocemos que esta distinción normativa tan estricta que separa lo correcto y lo incorrecto se extiende a los roles de género y a la concepción de masculinidad. Al comienzo del texto, cuando Neddy se arroja a la piscina, el narrador le atribuye "un inexplicable desprecio por los hombres que no se tiran de cabeza". Vemos así cómo la masculinidad peligra, en la mirada del protagonista, por el simple hecho de sumergirse en el agua usando unas escaleras. Podemos imaginar, en consecuencia, el peso que tendrá para Ned, para su concepción de sí mismo, el hecho de tener que utilizar las escaleras él mismo cuando, ya agotado por el recorrido hecho, se sienta demasiado débil para salir de una piscina por el borde recurriendo a la fuerza de sus brazos.
Otro aspecto en el que se aprecia la rigidez de las normas sociales en el ámbito de la masculinidad es en la relación de Neddy con las mujeres, particularmente con Shirley Adams. Él espera que su examante se alegre de verlo y desee que él vuelva con ella. No obstante, cuando él pasa por su jardín, ella está acompañada por un hombre más joven que él y lo rechaza. Nuevamente, la masculinidad de Neddy evidencia su fragilidad cuando el personaje sale herido de esta escena.
Los suburbios estadounidenses de la década de 1960, especialmente los prósperos alrededores de la ciudad de Nueva York, donde se enmarca este cuento, se regían en efecto por convenciones estrictas de decoro y respetabilidad. Los problemas personales y financieros se intentaban ocultar bajo la alfombra, al mismo tiempo que los rumores sobre estos temas circulaban copiosamente.
En este contexto altamente normativo de roles sociales, la búsqueda de individualidad de Neddy a través de la proyección de una supuesta gran aventura puede leerse como una búsqueda de escape de estas restricciones. En efecto, aunque afirma que el propósito de su viaje es llegar a casa, al hacerlo él se retira de una fiesta en la que se encontraba con su esposa. No tiene mucho sentido escapar de su familia para volver con ella, a menos que la idea de pasar un día "en fuga" tenga un atractivo especial.
Ned trata de crear una identidad distinta del hombre suburbano; se identifica de hecho con un peregrino, con un explorador, con un cartógrafo. Pero su búsqueda de un modo diferente de ser provoca su propia muerte social, en tanto el personaje pierde en el viaje su capacidad de habitar el rol que se le atribuía normativamente del mismo modo que antes. Podría decirse que su inconformismo, su intento de destacarse, lleva al protagonista a buscar otros modos de acción, y en esa búsqueda termina reconociendo en sí mismo esa otredad, esa rareza que estaba tratando de evadir. Porque, en definitiva, Ned se encuentra en su viaje con sus propias limitaciones: él mismo proyecta en el mundo que le rodea esas normas de las que estaría escapando; juzgándose a sí mismo, y también a los otros, en función de ellas.