El Otro Cielo Citas

Citas

Me ocurría a veces que todo se dejaba andar, se ablandaba y cedía terreno, aceptando sin resistencia que se pudiera ir así de una cosa a otra. Digo que me ocurría, aunque una estúpida esperanza quisiera creer que acaso ha de ocurrirme todavía. Y por eso, si echarse a caminar una y otra vez por la ciudad parece un escándalo cuando se tiene una familia y un trabajo, hay ratos en que vuelvo a decirme que ya sería tiempo de retornar a mi barrio preferido, olvidarme de mis ocupaciones (soy corredor de bolsa) y con un poco de suerte encontrar a Josiane y quedarme con ella hasta la mañana siguiente.

Narrador, El otro cielo.

Esta es la primera frase del cuento de Cortázar, narrada en voz del protagonista y donde nos muestra su personalidad, la de un hombre que se deja fluir con la vida, además nos deja saber que tiene una familia y un trabajo que suenan un tanto aburridos y que no le parece muy normal dedicar parte de su tiempo a dar paseos por la ciudad, pero es algo que suele hacer y de hecho tiene un barrio de preferencia por el cual caminar y que a pesar de todo suele encontrarse con una mujer para pasar la noche.

Irma es la más buena y generosa de las mujeres, jamás se me ocurriría hablarle de lo que verdaderamente cuenta para mí, y en esa forma llegaré alguna vez a ser un buen marido y un padre cuyos hijos serán de paso los tan anhelados nietos de mi madre.

Narrador, El otro cielo.

En esta cita logramos ver el pensamiento tradicional y conservador de mediados del siglo XX en donde se tiene un ideal de esposo perfecto y se espera la llegada de hijos y nietos como importante experiencia vital. Por otro lado, se demuestran sentimientos de amor hacia su novia en contra de los sentimientos de culpa que mantiene el protagonista, que se vinculan con los paseos por las calles oscuras y sus relaciones con prostitutas. De lo que más se siente culpable es del deseo de alejarse de vez en cuando de su realidad e irse tan lejos como a otro país y a otro siglo en donde sentirse a gusto y liberado de presiones sociales.

Mi madre sabe siempre si no he dormido en casa, y aunque naturalmente no dice nada puesto que sería absurdo que lo dijera, durante uno o dos días me mira entre ofendida y temerosa. Sé muy bien que jamás se le ocurriría contárselo a Irma, pero lo mismo me fastidia la persistencia de un derecho materno que ya nada justifica, y sobre todo que sea yo el que al final se aparezca con una caja de bombones o una planta para el patio, y que el regalo represente de una mañera muy precisa y sobrentendida la terminación de la ofensa, el retorno a la vida corriente del hijo que vive todavía en casa de su madre.

Narrador, El otro cielo.

Este fragmento revela la relación del protagonista con su madre, con la cual aún convive. Al mantener sus deseos y sus noches de lujuria ocultas frente a su familia, su madre no puede evitar sospechar que algo ocurre, ya que el protagonista suele no dormir en casa de vez en cuando. En su caso, solo puede reprocharle a su hijo a través de la mirada, no se atreve a enfrentarlo más que para demostrarle su miedo y el daño de su ofensa, ya que esto le parece de poca educación y hasta vergonzoso. Asimismo, para una madre suele ser complicado dejar de sentir ese derecho sobre sus hijos y sobre sus acciones, como si estuviera vinculada de por vida más que al hijo, a las decisiones de este en el mundo, y necesitara de explicaciones. Pese a esto la madre del protagonista se contiene y se deja llevar por el detalle amoroso de su hijo a forma de perdón.

De ese alguien hablábamos poco, luego que yo hice las inevitables preguntas y ella me contestó las inevitables mentiras de toda relación mercenaria; se daba por supuesto que era el amo, pero tenía el buen gusto de no hacerse ver. Llegué a pensar que no le desagradaba que yo acompañara algunas noches a Josiane, porque la amenaza de Laurent pesaba más que nunca sobre el barrio...

Narrador, El otro cielo.

La base de esta historia es la relación que el protagonista tiene con Josiane, una prostituta de la cual parece enamorado, según este fragmento. Lleno de mentiras piadosas por parte de la prostituta como parte de su trabajo, es claro que el protagonista no es engañado del todo, es solo un juego y él tiene claro que Josiane tiene a un amo que la protege en su peligrosa labor. Es normal que el amo se preocupe por las chicas bajo su control y que estén con hombres que no asuman un riesgo, en especial cuando hay un estrangulador en la ciudad.

...de todas maneras el término de una larga ronda que yo mismo no hubiera podido reconstruir me devolvía siempre a la Galerie Vivienne, no tanto por Josiane aunque también fuera por ella, sino por sus rejas protectoras, sus alegorías vetustas, sus sombras en el codo del Passage des Petits—Péres, ese mundo diferente donde no había que pensar en Irma y se podía vivir sin horarios fijos, al azar de los encuentros y de la suerte.

Narrador, El otro cielo.

En el cuento se funden las calles para transportar al protagonista de un lugar y un tiempo al otro. De su ciudad, Buenos Aires, en donde tiene deberes y responsabilidades a la París del siglo XIX, en donde recorre la Galerie Vivienne, donde suele existir una red de prostitución, pero no solo el protagonista busca el deseo carnal, busca el resguardo de otra ciudad, otro siglo, otras costumbres, busca perderse y ser otro por un momento, resguardarse en las rejas protectoras de la Galerie, sus sombras y, sobre todo, estar libre de prejuicios, de rutinas y de aburrimientos. Es ahí en donde suele pasar un buen rato jugando con lo inesperado, con el suspenso y con la suerte.

Según la Rousse él le había dicho que era sudamericano aunque hablara sin el menor acento; se lo había dicho al ir a acostarse con ella, quizá para conversar de alguna cosa mientras acababa de soltarse las cintas de los zapatos.

Narrador, El otro cielo.

Esta conversación tan íntima entre una prostituta y su cliente nos cuenta mucho más que solo el recorrido de detalles entre compañeras de trabajo y amigas. Si analizamos el texto podemos comprobar que la inspiración para personaje del sudamericano no es otro sino el escritor Isidore Lucien Ducasse, mayormente conocido como el Conde de Lautréamont, el cual nació en Francia pero era de padres sudamericanos, y con el cual Cortázar siente gran afinidad.

... estábamos por ese entonces en plena dictadura militar, una más en la interminable serie, pero la gente se apasionaba sobre todo por el desenlace inminente de la guerra mundial y casi todos los días se improvisaban manifestaciones en el centro para celebrar el avance aliado y la liberación de las capitales europeas, mientras la policía cargaba contra los estudiantes y las mujeres, los comercios bajaban presurosamente las cortinas metálicas…

Narrador, El otro cielo.

Es evidente a partir de esta cita que el protagonista vive en Argentina, en donde la dictadura de mediados del siglo XX gobierna con fuerza mientras que en el resto del mundo continúa una situación tan difícil como lo es una guerra mundial, esa dura y temible inestabilidad que desata un revuelo tanto externo como interno. Las celebraciones de victoria en la ciudad se vuelven tristes por la represión armada de la policía frente a la agitación, mientras que el resto se resguarda en su casa o comercio detrás de una persiana.

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