El retrato (símbolo)
El retrato de Dorian Gray que pinta su amigo Basil simboliza sin duda la conciencia del protagonista de la novela, que se va desmoronando mientras él se entrega, sin escrúpulos y sin consideración por los demás, a los placeres de la vida. Así, cada hito en su camino hacia la autodestrucción dejará su marca en el retrato, empezando por los malos tratos que tiene Dorian hacia la jovencita Sibyl Vane, que terminará con el suicidio de ella. Este proceso tendrá su fin cuando Dorian, cansado de sentirse interpelado y acusado por el estado calamitoso de la imagen, destroce el cuadro, terminando así con su propia vida.
El libro (símbolo)
El libro que Lord Henry le regala a Dorian, y con el que este se obsesiona durante un tiempo, simboliza la influencia que el personaje mayor tiene sobre el joven. De hecho, Dorian culpa en buena medida al libro por su propia perdición, y le hace prometer a Henry que no le regalará una copia de ese libro a nadie más, por consituir una mala influencia.
La muerte de Basil (símbolo)
Cuando Dorian asesina a Basil destruye con él, simbólicamente, el poder del amor y de la creación que Basil representa en tanto artista y como único amigo de Dorian verdaderamente inocente y capaz de amar. Matando a Basil, Dorian está, probablemente, destruyendo lo que constituía su última posibilidad de redención.
El teatro (símbolo)
El teatro, tan presente en la novela, funciona como un símbolo del escapismo que caracteriza a Dorian Gray. El teatro es una forma artística en la que las personas pueden encarnar personajes y vivir sus experiencias sin sufrir, sin embargo, las consecuencias de sus actos. Esto hace la joven Sibyl Vane, y que Dorian se enamore de ella arriba de las tablas es elocuente del carácter superficial de su afecto. Quedará demostrado una vez que ella, habiendo experimentado el amor real, se confiese incapaz de fingirlo como actriz y esto resulte en el rechazo de Dorian hacia ella.
El teatro condensa también, simbólicamente, el modo en el que Lord Henry y Dorian Gray viven sus vidas, como si fueran puestas en escena en las que lo importante es el efecto estético que producen y el placer que experimentan.
La destrucción del cuadro (Símbolo)
La destrucción del cuadro por parte de Dorian es el último gran símbolo de la novela, al punto que se literaliza en la trama: destruir el cuadro significa para Dorian matar su propia conciencia, lo que termina, literalmente, con su propia vida. Así, por un paso de lo metafórico a lo literal, después de que Dorian destruye la pintura de Basil, sus sirvientes lo encuentran muerto, trasladadas a su cuerpo las marcas del tiempo y la indecencia que, hasta hacía un momento, estaban plasmadas en la obra de Basil.