El retrato de Dorian Gray

El retrato de Dorian Gray Temas

El arte como espejo

Este tema está obviamente encarnado en el retrato que da título a la obra. La imagen de Dorian Gray refleja su conciencia y su verdadero ser, y sirve como un espejo de su alma. Este hecho se hace eco de la declaración de Wilde en el prefacio a la versión en inglés de la obra: "es el espectador (...) a quien el arte realmente refleja".

Sin embargo, este tema aparece antes en el prefacio, en la afirmación de Wilde de que "la aversión al realismo propia del siglo XIX es la ira de Calibán al ver su propio rostro reflejado". El realismo es una corriente artística que, se dice, mostró al siglo XIX su propio reflejo. El miedo que Dorian expresa al ver la pintura, y las emociones de las que busca escapar a través del pecado, la adicción a las drogas e incluso el homicidio, podrían considerarse una expresión de su ira al ver a su verdadero yo. La idea del reflejo también recuerda una gran influencia mítica en la novela: la historia de Narciso. Dorian, como Narciso, se enamora de su propia imagen y finalmente es destruido por ella.

El arte de vivir (o vivir a través del arte)

Este tema se expresa más prominentemente en el personaje de Lord Henry, y en el "nuevo hedonismo" que sostiene. Lord Henry aborda abiertamente la vida como una forma de arte, buscando esculpir la personalidad de Dorian y sosteniendo incluso sus discursos más casuales como actuaciones dramáticas. En particular, persigue nuevas sensaciones e impresiones de belleza con la amoralidad con la que un artista debe abordar su arte según la postura del propio autor, quien en el prefacio a esta misma obra afirma: "Ningún artista tiene simpatías éticas". Esta última característica de Henry es la que deja la impresión más profunda en el personaje de Dorian. Sin embargo, aunque ambos hombres se consideran artistas de la vida, su defecto radica en su flagrante violación de la regla ofrecida por Wilde en la primera línea del prefacio: "Revelar el arte y ocultar al artista es el objetivo del arte". Dorian y Lord Henry, por el contrario, se esfuerzan por revelarse a sí mismos en su "arte".

Wilde también explora este tema al difuminar la línea entre la vida y el arte. Los personajes de la novela incluyen actrices que viven como si estuvieran constantemente en el escenario, y un pintor que valora una amistad, principalmente, porque mejora su habilidad para pintar. Dorian mismo basa conscientemente su vida y sus acciones en una obra de arte: un libro que Lord Henry le dio.

La vanidad como pecado original

La belleza física es el atributo que Dorian más aprecia de sí mismo y la vanidad es, en consecuencia, su peor vicio. Una vez que Lord Henry le inculca una fuerte noción de la preciosidad de su propia belleza, todas las acciones de Dorian, desde su deseo de juventud eterna al comienzo de la novela hasta su intento desesperado de destruir el retrato al final de la misma, están motivadas por la vanidad: incluso sus intentos de altruismo son impulsados ​​por un deseo de mejorar la apariencia de su alma.

A lo largo de la novela, la vanidad acecha a Dorian, pareciendo condenar sus acciones incluso antes de que las cometa. Es su pecado original. La caída en desgracia de Dorian, entonces, es la consecuencia de su decisión de abrazar la vanidad (y, de hecho, cualquier sentimiento nuevo y placentero) como una virtud, a instancias de Lord Henry, su corruptor.

En el prefacio de la novela, Wilde nos invita a reflexionar sobre la imposibilidad de escapar a la vanidad en nuestra propia relación con el arte cuando afirma que "es al espectador, y no la vida, lo que el arte realmente refleja". Si nos vemos a nosotros mismos en el arte y encontramos que este es bello, estamos de hecho, como Dorian, admirando nuestra propia belleza.

La identidad pública vs. la identidad privada

Este tema es prominente en gran parte de la obra de Wilde. Desempeña un papel central en La importancia de llamarse Ernesto, y recorre también esta novela. Además del protagonista, muchos de los personajes de la novela están muy preocupados por su reputación. Tanto Lord Henry como Basil Hallward asesoran a Dorian sobre cómo preservar su buena imagen pública. Cuando se cometen crímenes, la preocupación de los personajes no es la absolución personal sino si el perpetrador será o no encontrado culpable del hecho públicamente. De esta manera, cada personaje de la novela es consciente de que hay una identidad dividida: una definida por el público y otra que ellos mismos determinan. La figura de Dorian es una representación alegórica de esta condición. El retrato es una visualización literal de la identidad privada de Dorian, del estado de su alma, mientras que el mismo Dorian se ve perpetuamente joven, hermoso e inocente.

Gran parte de la crítica social de la novela surge de la reflexión sobre este tema. Las respuestas que Dorian recibe de la gente destacan constantemente la abrumadora superficialidad de la Londres victoriana (si no de la gente en general). Dado que Dorian siempre aparenta ser inocente, la mayoría de las personas con las que se encuentra asume que es, de hecho, una persona buena y amable. El protagonista no necesita, de hecho, rendir cuentas por homicidio alguno ya que las personas están automáticamente dispuestas a creer lo que ven sus ojos más que cualquier otra cosa.

El valor de la belleza y la juventud

Lord Henry afirma valorar la belleza y la juventud por encima de todo. Es esta creencia, al ser incorporada, lo que impulsa al protagonista a cumplir el deseo que finalmente lo condena. Cuando Dorian se da cuenta de que mantendrá su apariencia juvenil independientemente de las acciones inmorales que lleve a cabo, se considera libre de las limitaciones morales que enfrentan los hombres comunes. Así, valora su apariencia física más que el estado de su alma, lo que se vuelve evidente por la cada vez más profunda degradación del retrato. Esta fe tan superficial en la juventud y la belleza como los más altos valores es, por lo tanto, el mecanismo que lleva al protagonista a su propia condena. De esta manera, El retrato de Dorian Gray puede leerse como un relato moralista que advierte sobre los peligros de valorar demasiado la apariencia y descuidar la conciencia.

Es importante tener en cuenta que la belleza que Dorian persigue incesantemente es una definida por una sensibilidad puramente artística, a diferencia de una de carácter humanista. Cuando se enfrenta a la noticia del suicidio de su prometida, Dorian ve el suceso como satisfactorio en términos melodramáticos. Su obsesión con la belleza estética le impide a Dorian prestar atención al dolor de su propia conciencia.

La influencia y la corrupción

Al comienzo de la novela, Dorian es un joven inocente. Es bajo la influencia de Lord Henry que se corrompe y comienza eventualmente a corromper a otros jóvenes. Una de las principales preguntas filosóficas planteadas por esta novela es dónde ubicar la responsabilidad de las fechorías de una persona. Si uno asume una lectura moralista, El retrato de Dorian Gray puede interpretarse como una lección sobre asumir la responsabilidad de las propias acciones. Dorian señala a menudo a Lord Henry como el origen de su corrupción. Sin embargo, al evaluar la situación de los demás, el protagonista pone toda la culpa en ellos en lugar de considerar el papel que él mismo podría haber jugado en su caída.

La homosexualidad

Este es el tema al que se refiere Wilde cuando escribe sobre la nota fatal que atraviesa Dorian Gray en una carta a su joven amante, Bosie, tras sus ruinosas apariciones en la corte. El tema de la homosexualidad es para Wilde una "nota fatal" porque la sodomía, y la homosexualidad en general, eran delitos severamente castigados en la Inglaterra victoriana, y es bajo tales cargos que Wilde fue, de hecho, llevado a juicio.

En la novela hay fuertes matices homosexuales en las relaciones entre los tres personajes centrales (Dorian, Lord Henry y Basil Hallward), así como entre Dorian y varios de los jóvenes cuyas vidas se dice que "arruinó", muy especialmente Alan Campbell. En su revisión de la novela para su lanzamiento oficial, después de su publicación en la Lippincott's Monthly Magazine, Wilde elimina todas las referencias más evidentes a la homosexualidad. Sin embargo, la atracción sexual entre hombres resultaba demasiado intrínseca a la constitución de los personajes y a las interacciones entre ellos como para ser eliminada completamente de la novela. Este tema ha llevado a muchos críticos a leer la novela como la historia de la lucha de un hombre con sus inclinaciones socialmente inaceptables. De hecho, algunos afirman que Wilde estaba resolviendo sus propios sentimientos encontrados sobre el tema a través de la novela.

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