¿No es este un honorable botín, una gallarda presa?
Esta es la primera vez que se menciona el honor en la obra. Aquí, el Rey Enrique IV celebra el éxito militar de Hotspur, y se refiere a los prisioneros que este ha tomado como un "honorable botín" y una "gallarda presa".
El honor se convertirá en un tema central de la obra, y aparecerán diferentes concepciones que aplican a los distintos personajes principales. Para el Rey Enrique IV, proteger el honor es un mandato. En general, la idea de proteger el honor le hace perder la cordura y volverse soberbio e iracundo. En la cita, como vemos, el rey considera que tener como prisioneros a Mordake, conde de Fife, y a los condes de Athol, Murray, Angus y Menteith es honorífico. Como demostrará la obra, esta soberbia concepción del honor, carente de tacto político, terminará generando una guerra civil.
Cuando seas rey no permitas que nosotros, los guardias de la noche, seamos llamados ladrones de la belleza del día; que se nos llame los guardabosques de Diana, caballeros de la sombra, favoritos de la luna.
Falstaff es uno de los personajes más queridos de Shakespeare. Pese a ser un ladrón, un borracho y un cobarde, tiene una habilidad retórica sorprendente y encantadora.
En esta cita, Falstaff le pide en broma al príncipe Hal que, cuando sea rey, considere a él y a sus amigos delincuentes como "guardias de la noche" en lugar de ladrones comunes. En varios momentos de la obra, Falstaff imagina cómo serán las cosas cuando su amigo Hal sea rey, y adelanta algunas peticiones. Claramente, Falstaff prefigura que las cosas pueden cambiar para mal. Esta prefiguración es totalmente cierta, ya que el Príncipe Hal, al devenir en Enrique V, dejará de ser su amigo y lo enviará al exilio. Esto se representa en la última parte de la tetralogía, titulada Enrique V.
Quiero acumular faltas, para hacer de ellas un mérito al surgir puro, cuando los hombres menos lo esperen.
Al final de la segunda escena del primer acto, el Príncipe Hal sorprende a la audiencia con un monólogo en el que explica que su libertinaje y su vida descarriada forman parte de una estrategia secreta que tiene como finalidad deslumbrar al pueblo. Su idea es que, cuando se convierta en rey, deje de vivir como un libertino y se vuelva recto, la gente quedará tan impresionada por su transformación que lo considerará un gobernante sólido, de gran personalidad.
Este monólogo es, sin dudas, uno de los pasajes más famosos de la obra.
Creo sería fácil dar un salto hasta la pálida faz de la luna para arrancar de allí el refulgente Honor o bajar hasta lo más hondo del abismo, a profundidades que no alcanzó la sonda, para retirar de los cabellos la Gloria allí enterrada, si sobre el que tal hace recayera, solo y sin rival, todo el brillo de su acción.
En esta cita, Hotspur pone en escena su concepción del honor. Para el gran guerrero rebelde, el honor es una especie de premio que se debe conquistar. Queda claro que Hotspur no quiere entablar una batalla contra el rey para mejorar las condiciones de vida dentro del reino, sino para humillarlo y alcanzar la gloria personal.
Este pasaje también le demuestra a la audiencia el exceso de confianza de Hotspur, quien expresa con grandilocuencia, a través de dos hipérboles (llegar a la Luna y al fondo de un abismo), lo que se considera capaz de hacer por obtener el honor y la gloria.
Soy hermano juramentado de una trailla de mozos de taberna y puedo llamarles a todos por sus nombres cristianos de Tom, Dick y Francis. Juran ya, por su vida eterna, que aunque yo no sea aún más que príncipe de Gales, soy ya el rey de la cortesía.
Una de las características que diferencian al Príncipe Hal de los demás miembros de la nobleza es su estrecho conocimiento de los bajo fondos y de las personas comunes y corrientes. Aquí, el príncipe señala que, aunque va camino a convertirse en rey, los hombres con los que pasa su tiempo lo consideran un "hombre del pueblo".
Como se verá en la última parte de la tetralogía, Enrique V, esta característica del príncipe será fundamental para convertirse luego en un rey respetado y querido. Una escena clásica de esta obra, en la que se ve con claridad esta cualidad del príncipe (ya devenido en el Rey Enrique V), es la de la Batalla de Azincourt, en la que decide vestirse como un soldado común para inspirar a su ejército.
Me felicito de todo corazón. Preferiría ser un gato y aullar como tal, a ser uno de esos autores de insulsas baladas.
Durante toda la obra, Hotspur muestra un gran desprecio por cualquier cosa que se relacione con la retórica, los idiomas y la poesía. En este caso, el gran guerrero rebelde expresa estas palabras para burlarse de Glendower, quien acaba de decirle que sabe componer canciones en inglés. La obra sugiere que este desprecio de Hotspur por el lenguaje proviene de su asociación con la feminidad y la debilidad.
En el último acto, Hotspur fallará al intentar darle un discurso moralizador a sus tropas justamente por su incapacidad retórica. De esta manera, la obra demuestra la importancia que debe tener para un político el conocimiento de las artes ligadas al lenguaje.
Os pide que os tendáis sobre la estera indolente y que reposéis vuestra gentil cabeza en su regazo y ella os cantará las canciones que amáis para coronar sobre vuestros párpados el dios del sueño.
En esta cita, Glendower le ruega a su yerno Mortimer que disfrute de la compañía de su esposa (quien es, además, su hija). El pasaje es marcadamente sensual. El líder galés enfatiza las comodidades que tiene Mortimer en el hogar y la entrega física que le profesará su esposa.
Tras esta cita, la mujer de Mortimer canta una canción en galés. Durante este pasaje, Hotspur, quien está allí discutiendo con su esposa, afirma que le gustaría que Dios lo guiara hasta la cama con la mujer de Mortimer. Es decir, se da a entender que esta es sumamente atractiva.
El hecho de que Mortimer, en el último acto, no se presente en el campo de batalla sugiere que su relación con su esposa lo ha distraído de sus responsabilidades políticas.
¡Excelentes para ser ensartados, carne de cañón, carne de cañón! Llenarán un foso tan bien como los mejores. ¡Eh, caro mío, hombres mortales, hombres mortales!
En esta cita, Falstaff da por hecho que los hombres de su ejército (pésimos soldados) van a morir en la batalla. Si bien en sus palabras se deja leer su típica actitud indiferente y jocosa, lo cierto es que Falstaff es el único personaje de la obra que considera que la guerra es un sinsentido absoluto, y que morir por defender una causa honorablemente no tiene dignidad alguna, sino que es una mera estupidez.
¿Te parece este el momento de bromas y burlas?
En medio de la batalla, Hal le pide a Falstaff que saque de su pistolera la pistola y vaya a combatir. Falstaff entonces saca de su pistolera una botella de licor. En ese momento, Hal pronuncia estas palabras, recordándole a Falstaff que el tiempo de las bromas y las burlas ha terminado. Ahora, ha llegado el momento de vivir y actuar seriamente.
Esta cita demuestra a la perfección cómo el príncipe, a lo largo de la obra, ha dejado de ser aquel pícaro que vivía de las bromas y las burlas, y se ha convertido en un hombre serio y recto; un hombre que está listo para ser rey.
Soy el príncipe de Gales y no pienses, Percy, disputarme más la gloria; dos astros no pueden moverse en la misma esfera, ni puede la Inglaterra aceptar el doble cetro de Harry Percy y del príncipe de Gales.
Justo antes de que Hotspur muera, el Príncipe Hal afirma metafóricamente que Inglaterra no tiene espacio para dos astros. Es decir, solo puede ser gobernado por una persona.
El príncipe sabe que Hotspur, mientras esté vivo, nunca va a dejarlo gobernar tranquilamente, y por ende no habrá paz en el reino. A diferencia de lo que sucede con otros rebeldes, como Mortimer o Douglas, Hal sabe que no puede negociar políticamente con Hotspur. Debe vencerlo por la fuerza en el campo de batalla. Y, contra todo pronóstico, así lo hace.