Resumen
Escena I
Esta escena transcurre en el campamento real, cerca de Shrewsbury. Allí está el rey junto al príncipe. Llegan Worcester y Vernon. Worcester le dice al rey que le encantaría terminar con la rebelión, pero no puede hacerlo porque fue el rey quien quebró los juramentos y las promesas que había realizado antes de subir al trono, y ahora es momento de hacer justicia.
Cuando Worcester termina su discurso, el príncipe le dice que, si se libra la batalla, morirá mucha gente inocente. Le pide entonces que le informe a Hotspur que pretende un desafío cara a cara. Quien venza será considerado ganador de la batalla. El rey se opone a las palabras de su hijo. Considera que dicho combate no le será favorable. Luego, le pide a Worcester que le informe a los rebeldes que, si cesan en su levantamiento, serán perdonados como si nada hubiera pasado.
Salen Worcester, Vernon y el rey. Entra en escena Falstaff. Le pide al príncipe que lo proteja en la batalla. Afirma que morir por honor le parece una tontería. Prefiere vivir.
Escena II
Esta escena transcurre en el campamento de los rebeldes. Worcester le dice a Vernon que es mejor que Hotspur no se entere de la postura pacífica del rey. Según su opinión, sería un error que Hotspur aceptara la paz, ya que el rey nunca los perdonaría realmente.
Llega Hotspur. Worcester le dice entonces que el rey no ha hecho ningún ofrecimiento de paz, y que todo deberá resolverse en la batalla. Luego, le habla de la propuesta del príncipe de enfrentarse en un combate singular. Vernon se mete en la conversación. Aclara que el príncipe realizó esta propuesta con mucho respeto y amabilidad. Hotspur acusa a Vernon de parecer enamorado del príncipe.
Entra un mensajero trayendo una carta, pero Hotspur dice que no tiene tiempo para leerla. Luego, comienza a darles un discurso a sus tropas para infundirles coraje, pero se queda corto de palabras y termina afirmando que, en realidad, él carece de talento para dar discursos.
Escena III
Esta escena transcurre en el campo de batalla. Allí se encuentran Blunt y Douglas. Blunt está vestido como el rey, e incluso afirma serlo. Douglas le dice que, más temprano, Lord Stafford fue asesinado por pretender ser el rey. Combaten. Blunt muere.
Llega Hotspur. Douglas afirma que la batalla ha terminado porque ha matado al rey, pero Hotspur advierte que, en realidad, ha asesinado a Blunt. Luego, afirma que muchos enemigos están combatiendo vestidos como el rey.
Hotspur y Douglas salen de escena. Entra Falstaff y, cuando ve el cuerpo de Blunt, siente un enorme deseo de huir del campo de batalla. Sin embargo, no puede hacerlo, porque se encuentra con el príncipe, quien lo obliga a sacar su pistola para seguir combatiendo. Falstaff, en lugar de su pistola, saca una botella con licor. El príncipe toma la botella y se la arroja.
Escena IV
Esta escena transcurre en otro lugar del campo de batalla. Allí se encuentran el rey, el Príncipe Enrique, el Príncipe Juan y Westmoreland. El Príncipe Enrique está herido y pierde mucha sangre, pero se rehúsa a abandonar el campo de batalla.
Entra en escena Douglas. Ve al rey, aunque esta vez no cree que sea el verdadero. Entran en combate. Douglas somete al rey, pero cuando está a punto de matarlo interviene el Príncipe Enrique. Tras un intenso combate, Douglas huye. El rey, al ver esta situación, afirma que su juicio sobre el príncipe era errado. Luego se va en búsqueda de uno de sus hombres.
Llega Hotspur, reconoce al príncipe y entra en combate con él. En medio del combate entra Falstaff. Desde un costado, le da palabras de aliento al príncipe. Sin embargo, Douglas regresa a escena y lo acomete. Falstaff cae como si hubiera muerto y Douglas sale de escena. Mientras tanto, el príncipe logra herir a Hotspur, y este también cae al piso, abatido.
Tras la muerte de Hotspur, el príncipe ve a Falstaff y se lamenta por la suerte de su amigo. Pero cuando sale de escena, Falstaff se levanta del piso y explica que se hizo el muerto para que Douglas no lo matara. Encuentra allí el cadáver de Hotspur, lo hiere con su daga y se lo carga en la espalda.
Vuelven el Príncipe Enrique y el Príncipe Juan. Primero, se sorprenden de ver a Falstaff con vida. Luego, este les dice que merece una recompensa por haber matado a Hotspur. Enrique le responde que fue él quien mató a Hotspur. Falstaff lo acusa de mentiroso e inventa una historia en la que, por supuesto, él fue el verdadero héroe. Muestra la herida en el muslo de Hotspur. El Príncipe Juan afirma que jamás vio un caso tan extraño. Entonces, Enrique le responde que eso es porque no hay un hombre más extraño en el mundo que Falstaff.
Escena V
Esta escena transcurre en otra parte del campo de batalla. Allí se encuentran los vencedores junto a Vernon y Worcester, que ahora son prisioneros. El rey ordena que ambos sean ejecutados por no haber entregado su mensaje de paz. Después, le dice a Hal que Douglas es su prisionero y que puede hacer lo que quiera con él. Hal entonces decide dejar en libertad a Douglas, pues lo considera un hombre valeroso, y la batalla le ha demostrado que se debe honrar a los hombres valerosos.
Finalmente, Enrique IV divide su ejército en dos: una parte será dirigida por él y el Príncipe Enrique rumbo a Gales, para combatir con Glendower; la otra parte será dirigida por el Príncipe Juan y Westmoreland, e irán rumbo a York para combatir con el Arzobispo.
Análisis
En este último acto, el espectador asiste al desenlace de la obra. Ya se ha conocido en profundidad el carácter de los diferentes personajes principales, y ahora ha llegado el momento de verlos en acción en la hora crucial.
Hotspur expone entonces todas sus falencias. En primer lugar, decide no leer una carta porque, según sus palabras, “el tiempo de la vida es muy corto” (p. 112). El espectador no sabe qué información hay en esa carta, pero se puede especular que esta trae el mensaje de paz del rey (que Worcester y Vernon le ocultan a Hotspur), o alguna precisión sobre la llegada del ejército de Glendower. En segundo lugar, Hotspur es incapaz de tomarse con seriedad a su enemigo. Cuando Vernon elogia al príncipe, el líder de los rebeldes, en lugar de prestar atención a la información que está recibiendo sobre su futuro rival en el campo de batalla, acusa a su primo de haberse enamorado de Hal. En tercer lugar, Hotspur es absolutamente inepto para darle un discurso a sus tropas. Como él mismo dice: “No hago profesión de elocuencia. Una palabra sola: que cada uno haga cuanto pueda” (p. 113).
Por el contrario, en este quinto acto, el Príncipe Enrique brilla en todas sus facetas. En primer lugar, sin soberbia alguna, propone un enfrentamiento cara a cara con Hotspur para ahorrarle muertes al reino. En segundo lugar, corta de raíz con su pasado errático al enfrentarse a Falstaff, tirarle la botella de licor y gritarle: “¿Te parece este el momento de bromas y burlas?”. En tercer lugar, se consagra como guerrero heroico. Pese a ser lastimado (las crónicas históricas afirman que fue alcanzado en la cara por una flecha), no abandona el campo de batalla, y es él quien hace huir a Douglas y mata al invencible Hotspur. Antes de morir, este es nuevamente incapaz de concluir con sus palabras, y el príncipe, quien nunca falla discursivamente, se encarga de completar el sentido de lo que estaba diciendo su enemigo. Dice Hotspur: “No, Percy, no eres más que polvo y pasto para los… (Muere)” (p. 118). Remata entonces el príncipe: “¡Para los gusanos, bravo Percy!” (p. 118).
En la escena final, además, el príncipe demuestra sus enormes dotes políticas. En contraposición a la terquedad, la ira y la prepotencia que dominan a los guerreros medievales como Hotspur y el rey (quien condena a muerte a Vernon y Worcester), Hal piensa en alcanzar la paz mediante la diplomacia, y decide liberar a Douglas. Así abre la posibilidad de ponerlo de su lado en el futuro y tener poder en Escocia, tierras dominadas por aquel. El príncipe sabe que, si decidiera ejecutarlo (tal como lo haría su padre), se expondría a que apareciera otro líder escocés que se sublevara contra la corona.
He aquí un hecho histórico que vale la pena destacar: tras la victoria sobre los rebeldes, Mortimer fue encarcelado por el rey. Sin embargo, tras la muerte de Enrique IV, el Príncipe Enrique, devenido en el Rey Enrique V, decidió no solo liberar a Mortimer, sino restaurarle sus antiguas propiedades. A partir de entonces, Mortimer y Enrique V forjaron una estrecha amistad. Mortimer ayudó a reprimir una rebelión contra Enrique V organizada por su cuñado, Ricardo de Conisburgh, y se destacó como asistente en la victoria de Enrique V sobre los franceses en la Guerra de los Cien Años.
El otro personaje que expone al máximo sus defectos en este último acto es Falstaff. Su enorme cobardía llega a la apoteosis en dos momentos: el primero, cuando intenta huir de la batalla; el segundo, cuando prefiere hacerse el muerto antes que luchar con Douglas. Además, Falstaff vuelve a mostrar que es un mentiroso sin escrúpulos cuando intenta demostrar que fue él quien mató a Hotspur.
Detengámonos ahora en la particular estrategia que utiliza el ejército real en la batalla. Si bien la obra no explicita quién ideó el plan de multiplicar la figura del rey, se puede suponer que el autor intelectual fue el príncipe. Hal es el único personaje capaz de poner la razón en combate, además de la fuerza y el coraje. No hay un registro histórico de que el ejército del rey haya utilizado esta estrategia en la Batalla de Shrewsbury. Se considera, por lo tanto, que esta es una invención pura de Shakespeare. De hecho, en la obra Ricardo III, escrita en 1591, ocho años antes de Enrique IV: primera parte, el personaje de Enrique VII utiliza una estrategia similar en su enfrentamiento con Ricardo III.
Ahora bien, en términos bélicos, esta estrategia le sirve al ejército del rey para desmoralizar a los rebeldes. Durante el transcurso de la batalla, estos creen varias veces que han matado al rey, y se frustran una y otra vez al descubrir que han matado a un impostor. Esto se ve en escena en el combate de Douglas con el rey. El rebelde escocés está muy distraído pensando en si realmente se está enfrentando al rey o a un doble. Esa distracción le cuesta muy caro. Queda claro, además, que gran parte de los rebeldes no conocían el verdadero rostro de Enrique IV.
Por otro lado, esta multiplicación del rey expone la debilidad de Enrique IV en el trono. Demuestra que cualquiera que se vista como el rey puede ser considerado el rey. Antes de la batalla, ya habíamos visto al príncipe y Falstaff imitándolo cómicamente. Enrique IV se presenta entonces como una figura débil y predecible. El príncipe, en este último acto, demuestra ser la cara opuesta de su padre: Hal es capaz de imitar a todos. Es capaz de ser un ladrón, un borracho, un gran guerrero y un respetable príncipe. Es impredecible y, por lo tanto, inimitable.