Resumen:
Pasan varios días hasta que el viaje en tren llega a su fin. Esperanza, Hortensia, Alfonso, Miguel y Mamá deben cruzar la frontera que separa México de los Estados Unidos. Mientras Esperanza y Mamá forman fila en la oficina de migraciones, Esperanza nota que los pasajeros de primera clase tienen preferencia y avanzan con más rapidez. Esperanza está nerviosa porque algunas personas son rechazadas y se les niega el cruce al país vecino, pero ella y Mamá completan el proceso sin inconvenientes. Deben abordar un nuevo tren hacia los Estados Unidos. Alfonso, Hortensia y Miguel logran abordar a último momento.
Mamá despierta a Esperanza apenas llegan a Los Ángeles, donde los espera el hermano de Alfonso junto a su familia. Esperanza conoce a toda la familia en la estación: Juan, hermano de Alfonso; Josefina, su mujer; sus bebés gemelos, Lupe y Pepe, y su hija Isabel, de aproximadamente la misma edad que Esperanza. Enseguida, Isabel se acerca a Esperanza y comienza a hacerle todo tipo de preguntas acerca de las riquezas de su familia en México. Esto la toma por sorpresa y asume que Miguel, al hablarle de Esperanza a su prima, la ha caracterizado como una niña caprichosa y consentida.
Todos se suben a la desvencijada camioneta de Juan. Los adultos van en la cabina y los jóvenes se distribuyen en la parte trasera. Isabel pasa a contarles los sucesos del año anterior. Su familia estuvo viviendo en una carpa, mientras trabajaban para poder mudarse a su actual vivienda. Está muy ansiosa por empezar la escuela, donde aprenderá a hablar inglés. Esperanza aclara que tiene muy buena educación y que planea retomar las clases una vez que llegue Abuelita.
Durante el descanso que todos se toman para almorzar, Esperanza se aparta del grupo. Observa los valles que la rodean y recuerda cómo Papá le enseñó a conectarse con el campo. Esperanza intenta escuchar el latido de la tierra pero, para su frustración, no lo consigue. En pleno llanto, se tumba sobre la hierba y de pronto siente que está flotando libremente por encima del suelo, sin nada que la sujete. Cuando empieza a sentir que se ha ido ya muy alto, la sensación placentera del flotar es superada por el miedo de estar desamarrada. Miguel la hace volver en sí cuando, sujetándole la mano, le confiesa que él también extraña a Papá.
El viaje continúa hasta que el paisaje de montañas desaparece. Todo lo que Esperanza alcanza a ver ahora son campos llenos de trabajadores. Juan se detiene para que una joven llamada Marta se suba a la camioneta. Marta es una chica sin escrúpulos, de aproximadamente la edad de Miguel. Al enterarse de que Esperanza supo ser muy adinerada, Marta comienza a provocarla con comentarios burlones. Esperanza intenta explicarle que su padre era un hombre noble, e Isabel comenta que Esperanza perdió todo lo que tenía en un incendio, pero Marta hace caso omiso y sigue ridiculizando a la recién llegada.
Una serie de pérdidas personales y los años pasados en el Valle de San Joaquín han vuelto a Marta la persona hastiada y sagaz que es hoy. Ella les explica la cruda realidad que están viviendo los trabajadores mexicanos. Los inmigrantes que ingresan al país para trabajar son divididos por lugar de origen (México, Japón, Oklahoma) con el fin de evitar que haya intercomunicación entre los distintos grupos étnicos. Marta interpreta esto como una estrategia para impedir la unión de los trabajadores en contra de sus opresores.
Esperanza se siente afligida por las revelaciones de Marta. También comienza a sentir celos: Miguel sigue conversando con Marta, ignorando todo lo que ella dijo sobre el padre de Esperanza. Si hasta ahora esta nueva vida está llena de incertidumbre, al menos Esperanza tiene la certeza de que Marta no le cae nada bien.
Análisis:
En el capítulo 5 priman la confrontación y la incertidumbre. Esperanza comienza a sentir que su conexión con Papá y con el campo se va desvaneciendo, y las duras palabras de Marta parecen un ataque totalmente innecesario. Esperanza se da cuenta de que, en su nuevo contexto, la gente puede juzgarla por su vida anterior. De todos modos, gracias a esta revelación, puede empezar a comprender un poco más acerca del mundo fuera de la zona de confort que significaba El Rancho de las Rosas.
Esperanza se siente muy expuesta ante la presencia de Isabel. Ella no deja de incomodarla con comentarios sobre la riqueza de su familia que llevan a Esperanza al borde de la vergüenza: no está acostumbrada a hablar sobre el dinero de su familia. Estas interacciones con Isabel y Marta llevan a Esperanza a comprender que, en su nueva vida, su riqueza pasada puede representarle más un obstáculo que un beneficio. Se siente cada vez más incómoda y distinta de la gente que la rodea.
Marta es el catalizador que pone en marcha la revisión del pasado de Esperanza. Con sus hostiles comentarios, Marta deja en evidencia que Papá era un hombre definido por su riqueza, más allá de su bondad. Este punto de vista sorprende y lastima a Esperanza: ella no cree haber hecho nada para merecer la ira de Marta. A lo largo de la novela, las interacciones y los choques con Marta ayudan a Esperanza a desarrollar su propia visión y a cuestionar sus creencias, sin dar nada por sentado.
La reacción de Esperanza ante el enojo de Marta puede leerse como una representación metafórica de la división de clases dentro de la granja. Marta proviene de un contexto de pobreza. Siempre luchó por su propia supervivencia, y sabe que si quiere que algo cambie ella es quien debe tomar las riendas. Ella vivió la injusticia de cerca, lo que la lleva a arremeter contra los ricos, y habla abiertamente acerca de las dificultades de vivir en el Valle de San Joaquín. Por su parte, Esperanza no puede evitar guardarse sus propios sentimientos, y deja que otros hablen por ella. Siempre tuvo a alguien al lado para protegerla, ya sea Papá, Mamá o Miguel. La única opinión fuerte que Esperanza sí puede articular es que Marta no le agrada en lo más mínimo.
Cerca de la mitad del capítulo, Esperanza alcanza un clímax emocional. Cuando se aleja de la familia, recuerda a su padre e intenta reconectarse con él. Su frustración solo aumenta al comprender que no puede oír los latidos de la tierra. La fantasía que Esperanza experimenta al sentir que flota representa el hecho de que las raíces conformadas por su vida anterior han desaparecido por completo. Perdió a su padre, su hogar, y todo lo que alguna vez conoció. Ya nada la mantiene arraigada.
Miguel es quien despierta a Esperanza de su ensueño, no Mamá. Una vez que Esperanza siente que ha dejado de flotar, descubre que Miguel está a su lado para traerla de vuelta al mundo. Pasan este momento tomados de la mano, y luego Esperanza siente celos cuando Miguel charla con Marta. Aunque Esperanza y Miguel fueron muy cercanos durante todas sus vidas, siempre existieron fuerzas externas (como sus diferencias de clase) que los fueron alejando. Pero ahora que están en los Estados Unidos, Miguel y Esperanza se encuentran en el mismo estrato social y, por ende, pueden explorar sus sentimientos más verdaderos sin prejuicios sociales.