Esperanza Renace

Esperanza Renace Resumen y Análisis - Esperanza Renace, Capítulo 7: Las almendras

Resumen:

Los adultos están de regreso, cansados después de un día entero de trabajo en los campos. Mamá está especialmente agotada, ya que no está acostumbrada al trabajo manual. Mientras las mujeres preparan la cena para el resto de la familia, Esperanza ve que Miguel y Alfonso se están ocupando de un asunto en secreto fuera de la casa.

Más tarde, Miguel lleva a Mamá, Esperanza y el resto de la familia a la parte de atrás de la cabaña. Miguel y Alfonso han construido un altar para honrar a Nuestra Señora de Guadalupe, rodeado de un cantero con rosas: las rosas de Papá. Miguel confiesa que Alfonso y él lograron salvar algunos de los rosales después del incendio y trajeron los esquejes envueltos en un lienzo para plantarlos en California. Esperanza se conmueve al ver las rosas provenientes de su planta y de la de Miguel.

Al día siguiente, las mujeres de la casa ubican un conjunto de tinas en una de las cabañas y las llenan con agua tibia: es día de aseo. Esperanza comprende rápidamente que Hortensia ya no la ayudará a bañarse, como lo hizo siempre. Ella reacciona sonrojándose, pero enseguida comienza a cooperar para que todas se puedan asear con tranquilidad antes de la fiesta que tendrá lugar por la noche en el campamento.

Ya bañadas, Isabel y Esperanza se disponen a pelar almendras a pedido de Josefina. Esperanza declara que aún no sabe si asistirá a la fiesta, ya que no quiere cruzarse con Marta. Isabel, por su parte, opina que Esperanza debería hacerse menos problema y enfrentar a su enemiga. Esperanza decide ir al festejo cuando se entera de que las almendras que está pelando se usarán para preparar un flan especial para la ocasión.

Esa noche, la tarima ubicada en el centro del campamento está limpia y decorada con luces. Residentes de campamentos vecinos se suman a la celebración. Pronto se da lugar al baile y la música, pero Esperanza prefiere quedarse junto a su madre casi toda la noche. Extraña a Marisol y a sus otras amigas. Isabel distrae a Esperanza por un momento mostrándole unos gatitos recién nacidos. Josefina permite que Esperanza conserve uno de los diminutos animales. Justo en ese momento llegan Marta y su pandilla. Ellas no tienen ninguna intención de festejar: su objetivo es reclutar gente para unirse a la huelga que se realizará en dos semanas. Para lograr su cometido, Marta se sube al remolque de un camión y comienza a dar un discurso, hasta que un vecino le exige que se calle y abandone el campamento.

Esperanza aún no comprende del todo a qué se debe el enojo de Marta, así que Isabel le habla acerca de las duras condiciones laborales que muchos trabajadores inmigrantes deben afrontar. Según ella, si los mexicanos hacen huelga, los dueños del campo simplemente los reemplazarán por trabajadores provenientes de Oklahoma. Pero Isabel cambia de tema rotundamente, y le pregunta a Esperanza acerca de las lujosas fiestas a las que seguramente asistía en México. Ella cumple su promesa de contarle historias del pasado a su compañera, pero apenas Isabel se queda dormida Esperanza se siente aliviada por no tener que seguir relatando.

Antes de acostarse, Mamá y Esperanza hablan de que a la mañana siguiente irán a la iglesia. Esperanza tiene muy en claro por qué rezar: por Papá, por la salud de Abuelita, porque Miguel consiga un trabajo de mecánico, y porque ella misma logre completar por su cuenta todos los quehaceres domésticos cuando Isabel asista a la escuela.

Análisis:

En este capítulo, Muñoz Ryan retoma el fuerte simbolismo de las rosas de la familia Ortega. Miguel y Alfonso no solo fueron capaces de preservar las delicadas flores durante el largo viaje, sino que también pudieron plantarlas en el suelo californiano. Los rosales de Miguel y Esperanza están juntos nuevamente, pero esta vez bajo las mismas condiciones. La planta de Esperanza ya no sobrepasa la de Miguel. Tanto los rosales como el altar representan la idea de que Esperanza y Mamá todavía tienen elementos de su vida anterior a los cuales aferrarse en este nuevo territorio. Nunca abandonarán del todo ni a Papá ni a El Rancho de las Rosas, que siempre formarán parte de sus vidas.

Mamá le explica a Esperanza que las rosas florecidas son la prueba de que el corazón de Papá siempre las encontrará. La flores también pueden representar la conexión que tienen los humanos con la naturaleza. Al comienzo de la novela, Papá es quien siembra en Esperanza la sensibilidad para apreciar los ciclos naturales. Ahora Miguel cumple el rol de Papá en la vida de Esperanza, demostrándole que una planta puede crecer y florecer aunque se la desplace de su tierra original.

A esta altura, Esperanza ya está en proceso de cambiar su actitud, ajustándola a su nueva vida. Al momento del aseo, ella olvida por un instante que debe empezar a bañarse por su propia cuenta, pues Hortensia no la ayudará igual que antes. Pero en este caso, Esperanza no muestra rasgos de indignación, como ha hecho en el pasado. En cambio, acepta inmediatamente esta nueva manera de proceder, lo que demuestra su creciente adaptabilidad y madurez. Esperanza incluso acepta ayudar a las otras mujeres a prepararse para el baño, y asiste a Hortensia cuando ella necesita más agua caliente.

Esperanza aprende también a enfrentar sus desafíos en vez de huir de ellos. Decide asistir a la fiesta acompañada por Isabel, si bien sabe que allí se cruzará con Marta nuevamente. Esperanza también aprende un poco sobre las motivaciones de Marta cuando esta intenta convencer a todos los presentes de formar parte de la huelga, exigiendo salarios más altos y mejores condiciones de vida. A pesar de no entender del todo la inequidad política que se da en su nuevo país, Esperanza empieza a captar el mensaje de Marta. Este momento es un adelanto del desarrollo que tendrá la compleja relación entre Marta y Esperanza más adelante en la novela.