Gringo Viejo Imágenes

Gringo Viejo Imágenes

Desentierro del Gringo Viejo (imagen visual)

"Inocencio Mansalvo arrancó un tablón medio podrido de la caja y apareció la cara del gringo viejo, devorada por la noche más que por la muerte: devorada, pensó el coronel Frutos García, por la naturaleza. Esto le daba al rostro curtido, verdoso, “extrañamente sonriente” porque el rictus de la boca había dejado al descubierto las encías y los dientes largos, dientes de caballo y de gringo, un aire de burla permanente.
Todos se quedaron mirando un minuto lo que las luces de la noche dejaban ver, que eran las luces gemelas de los ojos hundidos pero abiertos del cadáver. Al niño lo que más le llamó la atención fue que el gringo apareciera peinado en la muerte, el pelo blanco aplacado como si allá abajo anduviera un diablito peinador encargado de humedecerles el pelo a los muertos para que se vieran bien al encontrarse con la pelona".

Al inicio de la novela, la narración comienza por el final. La historia ya ha transcurrido, el protagonista -el Gringo Viejo- ya ha sido asesinado y enterrado. En esta imagen visual observamos el estado de su cadáver cuando lo desentierran para trasladarlo de regreso a su país, Estados Unidos. Así es como encontramos a este personaje por primera vez: muerto, con una mueca casi burlona y aparentemente bien peinado. De alguna forma, lo vemos tal como ha querido que se le viera: asesinado por mexicanos, fallecido en medio de la acción y no por una mera enfermedad.

El disparo que le permite al Gringo Viejo ser aceptado por el General Arroyo (imagen visual y auditiva)

"El general sacó su larga pistola Colt. El viejo no se movió de la silla. Entonces el general le tiró la pistola y el viejo la agarró en el aire. Volvieron a esperar. El general metió la mano en el hondo bolsillo del pantalón de campo, sacó un peso de plata reluciente, ancho como un huevo y plano como un reloj y lo echó al aire, alto y recto. El viejo esperó sin moverse hasta que la moneda descendió a un metro de la nariz del general; entonces disparó rápidamente; las mujeres gritaron; la Garduña miró a las demás mujeres; el coronelito y Mansalvo miraron a su jefe; sólo el niño miró al gringo. El general apenas movió la cabeza. El niño corrió a buscar la moneda, la recogió del polvo, frotó su forma apenas doblada contra la cartuchera y se la devolvió al general. Había un hoyo perfecto atravesando el cuerpo del águila".

El Gringo Viejo, que es en realidad el escritor estadounidense Ambrose Bierce, quiere ingresar a las tropas del General Arroyo, subalterno de Pancho Villa, líder revolucionario mexicano. Insiste para que lo acepten y entonces el General lo pone a prueba, tirándole una moneda al aire para ver si el Gringo tenía puntería con una pistola. Efectivamente, sorprendiendo a todos, el protagonista de la novela demuestra su precisión y es aceptado en el grupo.

Aspecto del Gringo ante los ojos de Harriet (imagen olfativa y visual)

"Acurrucada en el pecho del viejo, Harriet olió la fresca loción de la camisa; levantó una mano cariñosa y acarició las mejillas limpias, flacas, recién afeitadas del viejo, libre al fin de las acostumbradas cerdas blancas. Era un viejo bien parecido. Le dio miedo, en seguida, saberlo limpio, rasurado, perfumado, como preparándose para una gran ceremonia".

Ya promediando la novela, encontramos una peculiar escena entre Harriet y el Gringo Viejo: ella se encuentra tiernamente acomodada junto a él, a tal punto que llega a sentir perfectamente el aroma de su perfume. Se da cuenta, por un momento, de que esta preparación que tiene el aspecto del Gringo se parece a la que se realiza antes de los rituales o ceremonias importantes. Como ya conocemos desde el principio de la historia, el Gringo Viejo ha ido a México a encontrar la muerte, para no tener que suicidarse ni morir por una enfermedad o una simple caída de escaleras. Esta escena es además curiosa porque podemos observar el gran cariño que Harriet le tiene al Gringo, sin ser necesariamente de índole romántico.

Los documentos de Arroyo que quemó el Gringo Viejo (imagen visual)

"-Mira lo que tienes en la mano. Mira lo que tienes agarrado en la mano.
Arroyo no fue capaz de decir otra cosa. Ella miró los pedazos de papel calcinado y Arroyo dijo que el gringo le quemó el alma y ella admitió que quemó algo más: la historia de México, pero ésa no era excusa para el crimen porque la vida de un individuo valía más que la historia de un país y Harriet Winslow se convenció de que a pesar de todo con ella gritaba todo el desierto de Chihuahua".

En esta escena fundamental de la novela apreciamos el momento en que Harriet expresa su gran dolor y bronca por el hecho de que el General Arroyo haya asesinado al Gringo Viejo. Él le hace fijarse en que el Gringo ha quemado documentos importantísimos para él, quitándole así los derechos que tenía sobre la hacienda de su familia. Le quiere hacer ver que esa es la causa por la que lo ha matado, aunque él mismo se sienta ahora vacío por lo que ha hecho.

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