“Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café” (Narrador, p. 407) (Símil y metáfora)
En la introducción de “Manual de instrucciones”, la primera sección del libro, se habla en varias oportunidades de “la masa” como una metáfora del mundo cotidiano y la rutina. En un primer momento, leemos: “Abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo” (p. 407). Luego, encontramos la cita de este apartado. Con ello, Cortázar ofrece una visión del mundo como algo denso y difícil de sobrellevar, especialmente cuando es rutinario y predecible.
Junto con la metáfora del mundo como masa, aparece el símil del ser humano como un “toro desganado” arrojado a vivir sin demasiada conciencia ni voluntad. Gran parte de este libro va de cuestionar la rutina y el desgaste de las experiencias cotidianas. Al enfocar acciones comunes y corrientes desde una nueva perspectiva, estos textos buscan presentar de manera novedosa algo desgastado por la repetición y el automatismo de las personas que viven como si fueran un animal domesticado.
“Cuando avance un poco más, cuando con los codos, y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal” (Narrador, p. 408) (Metáfora)
En lugar de hablar del mundo, Cortázar se refiere a él como un “ladrillo de cristal”. Esta expresión pretende mostrar el espacio que habitamos sin asombro porque las costumbres le han quitado todo brillo a las cosas. Al hablar del mundo como un ladrillo, la lectura que se puede hacer es que las acciones del día a día se han endurecido o fosilizado por la repetición. Asimismo, la forma “ladrillo” también indica que el mundo se ha vuelto chato y cuadrado, aburrido. La mención del cristal refuerza la connotación de un mundo que se cristaliza sin la posibilidad de ser moldeado nuevo. Sin embargo, el cristal también puede romperse, es posible quebrar el ladrillo de cristal: “Hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia afuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros” (p. 407).
“Las venas vagan armoniosas, por placer de aguas, por artificio de juego, hasta poco a poco acercarse, confluir, enlazarse, crecer a arterias, derramarse duras en la plaza central” (Narrador, p. 414) (Metáfora)
En “Instrucciones para matar hormigas en Roma”, se utiliza el término ‘venas’ para describir las vías o calles que se dirigen hacia el centro de Roma. Este fragmento remite a la famosa frase de “todos los caminos conducen a Roma”, pues efectivamente ocurre que en esa ciudad se llega a la plaza central por muchas calles aledañas, ya que así fue construida.
“Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido” (Narrador, p. 417) (Metáfora)
En “Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj” el narrador establece una identificación entre un ‘infierno florido’ y todas las limitaciones o ataduras que trae consigo un reloj. Por ejemplo, tener un reloj implica estar pendiente de darle cuerda todos los días, alinearlo con la hora exacta y compararlo con relojes de otras marcas. En definitiva, te regalan una serie de preocupaciones que equivalen a un infierno.
“Es curioso que a mí estar de espaldas me resulte la posición más natural, y a veces sospecho que mi tía le tiene horror por eso” (Narrador, p. 430) (Metáfora)
Todo el relato “Tía en dificultades”, gira en torno a la relación metafórica que existe entre la idea de estar acostado de espaldas con la de estar muerto en el cajón. En el texto, la tía del narrador tiene fobia a caerse de espaldas, y nadie en su familia puede comprender tal específico temor. En contraste, el narrador expresa que es la posición que él encuentra más cómoda. Sin expresarlo abiertamente, el texto intenta de manera inocente explicar que, en realidad, la tía le tiene miedo a la muerte y no a estar de espaldas. Hacia el final, el narrador intuye la verdad existencial de que la muerte es inevitable, natural y parte insoslayable de la vida: todos caemos de espaldas en algún momento.