Historias de cronopios y de famas

Historias de cronopios y de famas Resumen y Análisis Historias de cronopios y de famas II

Resumen

Viajes

Los famas y los cronopios tienen estilos muy distintos cuando viajan. Mientras los primeros son organizados hasta el extremo, los segundos no planifican absolutamente nada. La organización hace feliz a los famas, quienes, luego de completar sus planes, bailan una danza que se llama Alegría de los famas. A los cronopios, a pesar de los problemas que surgen de su desorganización, los viajes también les parecen placenteros. El texto apenas menciona a las esperanzas, porque estas son sedentarias “como estatuas” (p. 478).

Conservación de los recuerdos

Esta vez el contraste de famas y cronopios se centra en la memoria. Mientras los famas clasifican, embalsaman y etiquetan los recuerdos, los cronopios los dejan sueltos por la casa y se tropiezan con ellos constantemente. Los recuerdos dispersos hacen que las casas de los cronopios sean más ruidosas.

Relojes

A un cronopio le da mucha gracia ver a un fama dando cuerda a su reloj. Luego inventa uno propio con un alcaucil que da la hora cuando se arrancan sus hojas. Cuando ha arrancado todas las hojas, el cronopio llega “al corazón del tiempo” (p. 481) y se lo come con aceite y sal.

El almuerzo

Un cronopio idea una ‘medida’ para la vida. Invita a un fama, una esperanza y un profesor de lengua, y los clasifica como formas de ‘infravida’, ‘paravida’ e ‘intervida’, y a sí mismo se adjudica la palabra ‘supervida’. Al primero solo le interesa comer, al segundo no le interesa nada y al tercero le gusta usar abstracciones. Cuando todos se van, en la mesa quedan “pedacitos sueltos de la muerte” (p. 482).

Pañuelos

Un fama utiliza pañuelos y los descarta. Su sirvienta los guarda para ella. El día en que ella le pregunta si realmente los pañuelos son para tirar, el fama le ordena lavarlos y guardarlos para él.

Comercio

Los famas instalan una fábrica de mangueras y contratan a cronopios. Pronto, las cosas no van bien porque los cronopios no siguen las reglas de los famas y se llevan pedazos de manguera para repartirlas en el barrio. Los cronopios inventan usos insólitos para las mangueras, como utilizarlas para armar trampas para las esperanzas. Al final, los famas se ven forzados a cerrar la fábrica e invitan al banquete de despedida únicamente a las esperanzas (solo aquellos que no cayeron en las trampas de los cronopios).

Filantropía

Mientras que los famas son muy solidarios y se ocupan de ayudar a las esperanzas y liderar sociedades filantrópicas, los cronopios no se detienen ante las escenas más conmovedoras porque “no son generosos por principio” (p. 485).

El canto de los cronopios

Los cronopios cantan con tal arrebato que terminan accidentados. Las esperanzas y los famas no entienden su entusiasmo, pero cuando ven a un cronopio cantando, luego de escandalizarse y juzgarlo, terminan por aplaudir. El cronopio sale de su trance y aplaude también porque no se da cuenta de que los aplausos iban dirigidos a él.

Historia

Este breve relato narra la historia de un cronopio despistado que pierde la llave de su casa.

La cucharada estrecha

Un fama descubre que se puede tomar ‘virtud’. Debido a eso, le da de tomar a su suegra, pero conduce a que la prefiera antes que a su mujer. Para solucionar ese problema, le da una cucharada de virtud a su mujer y, como consecuencia, ella lo abandona. Decide tomarse una cucharada de virtud para solucionar este último problema, pero termina solo porque “tanta es su respectiva perfección y el miedo que tienen de contaminarse” (p. 488) que él, su esposa y su suegra no se atreven a hablarse.

La foto salió movida

Un cronopio entra en crisis cuando busca una llave en el bolsillo de su pantalón y encuentra fósforos en su lugar, y ello lo lleva a imaginar que el mundo se ha desplazado de repente y los objetos se han corrido de su lugar habitual. Cuando desea confirmar su teoría, se mira en el espejo, pero como está ladeado, no ve su cara. Los vecinos vienen a consolarlo para que se calme y le dan una taza de té, que él toma con desconfianza porque todavía cree que el mundo se ha desplazado.

Eugenesia

Los cronopios eligen no reproducirse y piden a los famas que “fecunden a sus mujeres” (p. 490). Los famas lo hacen con gusto porque son libidinosos y quieren superar a los cronopios, pero fracasan porque los cronopios educan a sus hijos de tal manera que pronto dejan de parecerse a los famas.

Su fe en las ciencias

Un esperanza intenta hacer una clasificación de las personas según tipos fisonómicos y lo lleva al extremo con grupos y subgrupos imposibles de definir.

Inconvenientes en los servicios públicos

Cuando los cronopios se hacen cargo de la dirección de radiodifusión, deciden traducir todos los programas y publicidades al rumano. Los famas se sienten desconcertados cuando encienden la radio y se encuentran con la novedad de que todo ahora se difunde en esta lengua. El gobierno manda a fusilar al cronopio responsable del cambio. En su lugar, entra como director un fama y restablece la radio en castellano. No obstante, para ese momento muchos famas han dejado de escuchar radio o han empezado a estudiar rumano. El idioma se populariza y el cronopio que mandó a traducir todo termina por ser recordado con cariño.

Haga como si estuviera en su casa

Cuando los esperanzas, los famas y los cronopios construyen sus casas, sus actitudes hacia las visitas son diversas. Afuera de la casa de un esperanza hay un cartel de bienvenida, en el de un fama no hay nada y en el del cronopio hay un juego diseñado para confundir al visitante.

Terapias

Un cronopio cura a su paciente con un ramos de flores y este, inadvertidamente, enferma a su médico cuando se lo agradece con otro ramo de flores.

Lo particular y lo universal

Un cronopio se deja llevar por la alegría y aplasta demasiado un tubo de pasta dentífrica que empieza a caer por el balcón y mancha los sombreros de los famas. Estos organizan una delegación para hacer los reclamos correspondientes ante el descuidado cronopio.

Los exploradores

Tres cronopios y un fama van a explorar una cueva, pero todo sale mal porque el cronopio que desciende primero a la cueva descubre que se han equivocado y le han mandado únicamente sándwiches de jamón y ni uno de queso como él quería.

Educación de príncipe

Los cronopios odian a sus padres durante su infancia y adolescencia porque encuentran que su amor es muy intenso y los avergüenza delante de los famas y esperanzas. Los padres cronopios no sufren el odio de sus hijos porque ellos pasaron por lo mismo y el odio a los padres es “otro nombre de la libertad o del vasto mundo” (p. 497).

Pegue la estampilla en el ángulo superior derecho del sobre

Un cronopio y un fama traban amistad y juntos van al correo para enviarles cartas a sus respectivas esposas. El cronopio crea una escena porque se rehúsa a pegar estampas en su carta de amor; el fama envía la suya.

Telegramas

El texto reproduce telegramas de dos esperanzas y dos cronopios.

Sus historias naturales

Este texto está dividido en cinco microrrelatos.

León y cronopio

Aquí se recrea y transforma la historia de Androcles y el león, en la que el esclavo le saca una espina al león y luego se hacen amigos. En esta versión, el león se decepciona de que el cronopio Androcles acepte su suerte de morir en sus garras sin luchar ni llorar. Se rehúsa a matar a una persona en esas condiciones y, para justificar dejarlo vivo, le pide que le saque una espina de la pata.

Cóndor y cronopio

Un cóndor que intenta hacer que un cronopio le diga algo que lo ofenda para tener una excusa para picoearlo. El cóndor fracasa.

Flor y cronopio

Un cronopio juega con una flor que encuentra en medio del campo.

Fama y eucalipto

Un fama corta un eucalipto para utilizar sus hojas con fines medicinales. Los árboles que presencian la muerte del eucalipto piensan que habría sido más sencillo comprar pastillas en la farmacia.

Tortugas y cronopios

Unos cronopios aprovechan que las tortugas se mueven lento para dibujar sobre su caparazón.

Análisis

El primer texto de la parte II, titulado “Historias de cronopios y de famas”, se llama “Viajes”. En este texto —y como en muchos otros textos de esta sección— cada tipo de personaje se define a menudo por contraste con los otros. Así es como este texto nos muestra las costumbres típicas de los famas y los cronopios en torno a los viajes. El modo de actuar de cada uno de estos tipos se termina de delimitar cuando se la contrasta con los otros, y es de este modo como Cortázar explora tangencialmente el tema de la identidad y la otredad. Los famas, por ejemplo, viajan con todo ordenado y organizado, y eso les permite disfrutar de su travesía hasta el punto de dejar de lado el control absoluto y tomarse de las manos y danzar en ronda con otros. Por el contrario, los cronopios improvisan y ese es su modo de disfrutar. Para estos, los malos entendidos, las circunstancias poco propicias para un viaje y el mal clima no son motivo de desaliento, sino que refuerzan la idea de que la ciudad que visitan es hermosa. Para remarcar las circunstancias poco felices en las que los cronopios pueden hallarse a gusto, Cortázar introduce una imagen inesperada, al decir que el clima: “Llueve a gritos” (p. 477). Cortázar superpone la lluvia con los gritos, una asociación insólita, lo que nos permite insistir en cuán presentes están las técnicas del surrealismo y el extrañamiento en toda la colección.

Asimismo, “Conservación de los recuerdos” es un texto que tematiza los tópicos de la identidad y la otredad. Este relato sugiere que son las características de un ‘otro’ aquellas que delimitan y, en última instancia, definen la propia identidad. Aquí, esto se evidencia en el modo en que los famas y los cronopios se diferencian en torno a los recuerdos. Ambos preservan y valoran los recuerdos de maneras opuestas: mientras los famas embalsaman y etiquetan sus memorias, los cronopios conviven con sus recuerdos desparramados por la casa. En “Relojes”, por su parte, el contraste no es una herramienta para el autor al momento de caracterizar estos seres; es decir que no explora los modos en los que cada tipo encara el tiempo. Por el contrario, la comparación nace del mismo cronopio personaje que decide construir su propia versión de un reloj que contrasta con la de un fama.

En este relato, volvemos a encontrarnos con el recurso de producir un extrañamiento en el lector sobre cuestiones y objetos tan arbitrarios como naturalizados de la vida cotidiana. El hecho de que el cronopio utilice un objeto para darle un uso nuevo no es restrictivo de este relato; por el contrario, veremos que en más de una ocasión, mediante la exageración o el absurdo, los objetos más prosaicos asumen usos o conducen a consecuencias totalmente inesperadas. Aquí, la alcachofa le sirve al cronopio para llevar la cuenta del paso del tiempo, pero cuando ha terminado de arrancarle todas las hojas, este se come su corazón con aceite y sal. Este final humorístico muestra la filosofía detrás de la obra, donde el juego y la inconsecuencia es la raíz del disfrute.

En “El almuerzo” un cronopio decide inventar un sistema de medición de vida. Para ello invita a distintos tipos sociales y establece una escala con distintos valores para cuantificarla: ‘intravida’, ‘intervida’, ‘paravida’, ‘infravida’ y ‘supervida’. No obstante, esa aparente rigurosidad para clasificar la vida se revela como un simple juego. Por ejemplo, la infravida está únicamente interesada en pedir más queso rallado para la comida. El cierre de texto, sin embargo, se torna más pesado y existencial: “A los postres las vidas se saludaban y se iban a sus ocupaciones, y en la mesa quedaban solamente pedacitos de la muerte” (p. 482).

“Pañuelos”, en cambio, es un texto menos humorístico y, quizá, el que caracteriza a los famas de la peor manera. Aquí, los pañuelos se vuelven el centro del texto que explora las relaciones sociales de clase. El fama reacciona con crueldad ante la inocente pregunta de su sirviente y la obliga a lavar los pañuelos para que él los pueda reutilizar.

A continuación, en el texto “Comercio” el narrador cuenta sobre los motivos detrás del fracaso de una fábrica de mangueras. El gran error comercial que cometen los famas es poner a los cronopios a cargo de su fábrica. Incapaces de ajustarse a las normas sociales y poco dispuestos a realizar tareas por su utilidad, los cronopios eligen más bien repartir pedazos de mangueras para hacer felices a las personas. Cortázar incluye una imagen visual original y memorable cuando describe a las niñas que utilizaban los pedazos de manguera para saltar la cuerda: “En todas las esquinas se vieron nacer bellísimas burbujas transparentes, con una niña adentro que parecía una ardilla en su jaula” (p. 484). Así, el lector puede imaginar, en el movimiento de la manguera, la ilusión óptica de una burbuja con las niñas saltando como ardillas adentro.

Cabe mencionar que la crítica muchas veces ha reducido estos tipos sociales a distintas escalas de valores, diferenciando a los personajes más libres, los menos convencionales y los más estructurados. Sin embargo, lo cierto es que para cada texto en el que los famas resultan más convencionales que los cronopios, aparece otro texto que los pinta como suficientemente libres para ponerse a bailar en medio de la calle. En suma, no es sencillo encasillar a estos personajes. Por ejemplo, en “Filantropía” los famas resultan más entrañables por sus actitudes caritativas y serviciales, mientras que los cronopios no pueden sostener nada que requiera coherencia y, por eso, no pueden dedicarse a la filantropía.

El texto “El canto de los cronopios”, por su parte, utiliza la exageración y el absurdo para mostrar un aspecto indiscutible de la forma de ser de los cronopios:, quienes se abocan a sus tareas con total entrega. En este caso, la tarea de cantar los lleva a “dejarse atropellar por camiones y ciclistas” (p. 486). Tal es su trance, que cuando los aplausos de los famas y las esperanzas lo espabilan, el cronopio “se pone también a aplaudir, pobrecito” (p. 486). Como en otras ocasiones, el narrador incluye su propia valoración subjetiva al referirse hacia él con empatía.

Tanto en “Historia”, “La cucharada estrecha” y “La fotos salió movida” como en “Terapias” y “Lo particular y lo universal”, los objetos toman un rol protagónico porque les juegan malas pasadas a los personajes: una llave perdida, una caja de fósforos desplazada y una cucharada de virtud tienen la capacidad de trastocar el mundo de los cronopios y los famas. Resulta especialmente cómico lo que sucede en “La cucharada estrecha” donde una premisa, de por sí es absurda, propone la materialización de la virtud. Para agregar comicidad, la virtud toma la forma de un microbio y se convierte instantáneamente en medicina. Nuevamente, Cortázar juega con ciertos estereotipos asentados en el sentido común de la sociedad al presentar como primera ‘paciente’ del fama a su suegra. Aquí, el estereotipo de la mala relación entre la suegra y el yerno le agrega humor al texto. El final de este relato es claramente irónico porque la virtud extrema de toda esta familia conduce a que no puedan relacionarse más entre sí, producto del excesivo respeto y temor que sienten por la corrección del otro.

“La foto salió movida” narra la historia de un cronopio que parece padecer de paranoia o algún desajuste psicológico que le hace pensar que todo en la vida se ha corrido de lugar y ya nada es lo que uno espera. Tal es su estado emocional y psicológico que encuentra evidencia para su teoría paranoica, aun cuando no hay bases para ello.

En “Terapias” el ramo de rosas ocupa un lugar central en el texto. Cortázar utiliza la ironía desde el momento en que un ramo de rosas es utilizado como medicina para sanar, pero cuando se utiliza para su función más convencional —es decir, para agradecer una atención o como gesto de cariño— termina por enfermar a quién lo recibe. Nuevamente, podemos interpretar esta inversión como un nuevo ataque a las convenciones sociales. Asimismo, en “Lo particular y lo universal” la pasta de dientes ofrece una imagen divertida y alegre al lector. Un cronopio aprieta el tubo de la pasta de dientes y una “larga cinta rosa” (p. 495) empieza a salir de su interior hasta que se convierte en una “montaña de pasta” (ibid.). Tal es el absurdo de este relato que pedazos de listón de pasta de dientes caen por el balcón y arruinan los sombreros de los famas.

“Eugenesia” también es un texto sumamente irónico porque los famas fecundan a las mujeres de los cronopios con la creencia de que con ello “irán minando la superioridad moral de los cronopios” (p. 490), cuando, en realidad, los cronopios utilizan a los famas. Para estos últimos no solo es más conveniente que los famas fecunden a sus mujeres, sino que también se aseguran de educar a sus hijos para que no quede ninguna semejanza con los famas. El título del texto también le agrega cierto humor al relato, porque la eugenesia entre los cronopios no tiene que ver con grandes proyectos para su especie, sino con la simple comodidad. Asimismo, el relato “Su fe en las ciencias” se burla también del intento pseudocientífico de clasificar con rigor los tipos fisionómicos. Obviamente, el proyecto fracasa y la rigurosidad de la clasificación termina llevada al absurdo.

”Inconvenientes en los servicios públicos” es un ejercicio de imaginación llena de humor. En este texto, un cronopio nombrado Director General de Radiodifusión traduce todo al rumano, lengua que se habla poco en Buenos Aires. Este texto nos remite a la segunda sección de la obra, “Ocupaciones raras” y, de hecho, es posible pensar que este proyecto sería muy bien recibido por la familia de esa sección, cuyos integrantes estarían muy feliz de llevar a cabo. Esto es así porque se trata de una tarea inútil y caprichosa.

El lenguaje coloquial que Cortázar utiliza a lo largo de toda la obra ayuda a construir la comicidad en el texto “Haga como si estuviera en casa”. Allí, un cronopio escribe mensajes contradictorios en las baldosas a la entrada de su casa. Así, en lugar de darle la bienvenida a sus visitas, las baldosas pueden echarlas si se las lee en cierto orden. La baldosa que tiene el potencial de echar a las visitas está escrita en español rioplatense, dialecto propio del habla de Buenos Aires: “Este cartel anula todos los anteriores. Rajá, perro” (p. 493).

“Sus historias naturales” ofrece una vuelta de tuerca a las fábulas clásicas. Tradicionalmente, estos textos cortos están protagonizados por animales que hablan, pero, a diferencia de las fábulas tal y como las conocemos, el didactismo está ausente en los relatos de Cortázar: no hay ninguna moraleja que deje una enseñanza al final de estos textos. De hecho, en “León y cronopio”, el cuento tradicional de Androcles está invertido, porque no hay ninguna acción genuinamente empática o amable hacia el otro. En realidad, lo que vemos es más bien un acuerdo: una transacción que le permite al león salvarse de la humillación de no comerse al cronopio sin que este se resista o dejarlo vivo sin ninguna buena razón. Por ese motivo, le propone al cronopio que le saque la espina para aliviar su propio orgullo.

En suma, todos los textos de Historias de cronopios y de famas fueron concebidos desde el juego e invitan al lector a disfrutarlos adoptando la misma actitud lúdica y abriéndose al sinsentido y el absurdo. En esta línea, es valioso el aporte que hace Manuel Durán cuando afirma que “Todo intento de reducir arbitrariamente la desordenada fantasía de Cortázar a un esquema lógico, a una descripción sociológica, ha de fracasar. Los cronopios y los famas no pertenecen a nuestra sociedad, no son de este mundo, aunque vivan en Buenos Aires” (p. 41). De hecho, más adelante agrega el crítico en su estudio sobre la colección: “Como a Picasso, como a muchos pintores de la escuela abstracta, lo que más puede irritar a un autor como Cortázar es la pregunta lógica, directa, brutal: ¿Y esto qué significa?” (ibid.). Llegado este punto, lo que Durán intenta transmitir es el hecho de que estos textos solo pueden apreciarse si el lector se mantiene alerta, con una mente abierta y una actitud de juego que le deje volar, al igual que al autor, la imaginación.

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