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¿Es Ignatius un personaje idealista o realista?
Ignatius es un personaje apodado “joven idealista” (2015:280). Es un personaje muy mental, que tiene muchas ideas sobre cómo debería ser el mundo, pero no se conecta con la acción para lograr lo que quiere. Este modo de vivir su vida lo aísla del resto de las personas. Ignatius tiene dificultades para conectar con los demás porque menosprecia a todos los que no sean estudiosos y medievalistas como él.
La novela muestra cómo el idealismo de Ignatius lo convierte en una persona disociada de la vida cotidiana hasta el punto de ser irracional. Esta disociación lo vuelve hermético y lo configura como un personaje excéntrico.
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¿Qué rol juega la imagen de una plantación en la novela?
La imagen de la plantación se relaciona con el tema de la esclavitud moderna, que es muy importante en la novela. Tanto la fábrica de Levy Pants como el bar Noche de Alegría se relacionan con la plantación.
La primera vez que Ignatius visita la fábrica, dice: “los obreros gozan una vez más del clima de sus antepasados, un calor tropical algo ampliado por esos grandes artilugios que queman carbón y producen vapor” (2015:129). Compara el calor de los campos de algodón de las plantaciones con el que generan las máquinas de la fábrica de telas. Se muestra la continuidad entre la recolección del algodón en las plantaciones con la confección de ropa en la fábrica: según Ignatius, se “ejemplifica el progreso que ha hecho pasar al negro de recoger algodón a cortarlo y coserlo” (2015:127). El enunciado de Ignatius es irónico porque, obviamente, ese cambio no expone ningún progreso.
Por otro lado, en el bar Noche de Alegría, Lana y Darlene ponen en escena una representación erótica sobre una esclava en una plantación. Jones debe actuar como un esclavo que controla a los clientes que entran al bar. Esta representación es grotesca porque las condiciones laborales de Jones remiten, de hecho, al sistema esclavista y, por lo tanto, a la plantación. Jones cobra un salario por debajo del mínimo y no puede renunciar sin arriesgarse a ser denunciado por las leyes de vagancia.
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¿Qué personajes utilizan disfraces y qué función cumplen?
Los personajes que utilizan disfraces en la novela son Ignatius, el patrullero Mancuso, Lana Lee y Timmy.
Ignatius debe vestirse de pirata cuando trabaja para el señor Clyde en Vendedores Paraíso. Escribe en su diario: “Clyde me obligó a probármelo en el garaje” (2015:232). Ignatius no quiere sacarse su propia gorra de cazador porque implica comprometer su individualidad, pero debe seguir la orden de su jefe. La gorra en particular, pero la apariencia en general, es relevante para la configuración de la identidad de las personas. En ese sentido, el uso de un disfraz pone en tensión la identidad de los personajes.
Por su parte, el patrullero Mancuso debe utilizar disfraces cada día por órdenes de su jefe, el sargento, a modo de castigo. Le dice que quiere que sea “un personaje distinto cada día” (2015:39). En muchas ocasiones, los atuendos de Mancuso son graciosos, como cuando usa bermudas y una larga barba roja falsa.
Timmy es otro personaje que utiliza disfraces. En una ocasión, Dorian e Ignatius lo ven disfrazado de oficial de la marina. Luego de este episodio, Dorian dice: “Me parece que voy a tener que escaparme de aquí rápidamente. Es hora de ponerse un disfraz” (2015:258). Hay una tradición de usar disfraces en Nueva Orleans que se desprende del Carnaval de Mardi Gras y que propicia el juego con las apariencias. Dorian comenta: “Eso es lo maravilloso de Nueva Orleans. Puedes disfrazarte y organizar un baile de carnaval cualquier día del año. Hay veces que el Barrio Francés es como un gran baile de disfraces” (2015:260).
Aunque la utilización de disfraces en la ciudad de Nuevas Orleans se desprende de una vieja tradición relacionada con el carnaval, los personajes los utilizan por distintos motivos. Timmy usa disfraces de una manera recreativa, solamente para divertirse. En cambio, tanto Ignatius como Mancuso lo hacen por órdenes de sus empleadores. Respecto a los efectos que los disfraces tienen para los personajes, el atuendo de Ignatius llama la atención de la gente del Barrio Francés y, por otro lado, despierta preocupaciones en su madre respecto a su salud mental. Los disfraces de Mancuso también generan risas entre los vecinos del Barrio Francés pero, en el final de la novela, le permiten además descubrir el negocio ilegal de Lana Lee.
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¿Qué ideas medievales respeta el protagonista?
Ignatius guía su vida en función de las ideas filosóficas que contiene el libro La consolación por la filosofía, escrito por Boecio en el 523 d. C. De allí extrae las ideas de la castidad, de la rueda de la fortuna, de la creencia en Dios y del rechazo de las comodidades materiales.
Por ejemplo, Myrna se burla de Ignatius por su “actitud patológica hacia el sexo” (2015:183): Ignatius no mantiene relaciones sexuales y se escandaliza cuando ve contenido erótico. Ignatius considera que el mundo moderno está exageradamente concentrado en el sexo y piensa que Noche de Alegría es un bar en donde todos estos vicios se conectan. En cambio, él prefiere vivir una vida abstemia y ascética como Rosvita, “una monja medieval, una sibila” (2015:253) que, según Ignatius, “ha guiado mi vida” (2015:253).
Otra idea medieval de Ignatius tiene que ver con el rechazo de las comodidades materiales y, en ese sentido, de la sociedad de consumo estadounidense. Para Ignatius la ropa nueva y cara representa una ofensa "al buen gusto y la decencia” (2015:15).
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¿Por qué Ignatius representa el fracaso del sueño americano?
El sueño americano es un conjunto de valores que guía a la sociedad estadounidense. En la década de 1960 tiene que ver con el progreso económico. En este sentido, Ignatius va en contra del sueño porque no tiene interés por acumular dinero. De hecho, no consigue un trabajo hasta los treinta años, cuando su madre le insiste para poder pagar una deuda.
Luego, cuando ingresa primero en Levy Pants y posteriormente en Vendedores Paraíso, el trabajo le resulta un sufrimiento, lo realiza de mala manera y sin ninguna pretensión de ganar más dinero o ascender en la pirámide social, que son objetivos comunes según los valores laborales estadounidenses. Ignatius incluso escribe en su diario que se enfrenta a “la perversión de tener que IR A TRABAJAR” (2015:41).