La conjura de los necios

La conjura de los necios Resumen y Análisis Capítulo 8

Resumen

I

La señora Levy lleva a la señorita Trixie a su mansión. A pesar de sus reiterados pedidos por jubilarse, la señora Levy insiste con que dejar de trabajar la perjudicaría. Le repite varias veces que es una mujer atractiva y deseada. Intenta ayudarla basándose en lo aprendido en un “curso de psicología por correspondencia, cuyo examen final había suspendido estrepitosamente” (2015:191).

La señorita Trixie le cuenta que el señor Levy ha despedido a Gloria, su única amiga en la empresa. Se confunde a Gloria, una antigua empleada de la empresa, con Ignatius, el último empleado contratado y luego despedido. Sin saber sobre esta confusión, la señora Levy está indignada porque su esposo ha despedido no solo a al joven idealista sino también a Gloria.

II

El patrullero Mancuso usa un monóculo y una falsa barba ese día en el baño de la estación de autobuses. Tiene catarro, se siente claustrofóbico en esa cabina y está débil. Hojea el libro de Boecio que Ignatius le ha prestado.

De pronto ve a un chico que “había estado viendo aparecer todos los días” (2015:195), George, y decide confrontarlo. Cuando George reacciona con nerviosismo, Mancuso intenta arrestarlo, pero George usa el libro del patrullero para golpearlo en la cabeza y escapar. Antes de salir de la estación, abre un locker y saca los paquetes con las fotos de Lana. Decide que no puede volver a la estación y tiene que encontrar un nuevo lugar donde guardar los paquetes. Luego decide que el libro de Boecio le sirve a Lana para su próxima producción fotográfica.

III

Santa Battaglia organiza una pequeña reunión en su hogar para presentarle a la señora Reilly a su admirador, el señor Robichaux. El patrullero Mancuso se siente mal, así que llega a la casa de su tía y se va a descansar al fondo de la casa. La señora Reilly, nerviosa por el encuentro con el viejo, toma varios tragos. Cuando el señor llega, la señora Reilly lo reconoce como el hombre al que Mancuso ha arrestado aquella tarde frente al almacén D. H. Holmes.

Mientras recuerdan los eventos de ese día, Claude le cuenta lo humillante que ha sido que su familia se entere del arresto. Dice que todavía odia al policía comunista que lo ha arrestado. La señora Reilly se pone incómoda porque Mancuso está en esa habitación. Cuando el patrullero va a la sala de estar, Claude lo reconoce y le dice que si no fuese un policía le pegaría en la nariz. La situación se calma finalmente y Mancuso se disculpa con Claude.


Análisis

En el capítulo 8, la señora Levy continúa su plan de rehabilitación de la señorita Trixie. Se vuelve evidente que la usa para seguir dominando a su marido. Desea probar que su esposo es un tirano que se aprovecha de sus empleados. Le saca información sobre el señor Levy para luego escribirles a sus hijas, Susan y Sandra, y contarles cómo ha trabajado desinteresadamente para hacer que la pobre señorita Trixie se sienta querida y necesitada mientras su padre intenta aplastarla dándole la jubilación. Es significativo el vínculo de maltrato que une al matrimonio Levy. La señora Levy le dice: “no me hables, fracasado” (2015:192), y luego intenta avergonzarlo, diciéndole: “si tu padre te pudiera ver hoy” (2015:193).

La señora Levy pone en marcha un “plan bosquejado en el curso de psicología por correspondencia, cuyo examen final había suspendido estrepitosamente” (2015:191). Diagnostica reiteradamente a la señorita Trixie utilizando de manera incorrecta los conceptos de Freud. Sigmund Freud es un médico austríaco que a finales del siglo XIX funda el psicoanálisis, una práctica terapéutica para el tratamiento de problemas emocionales. La señorita Levy no es una gran estudiosa de la disciplina y dice con mucha soltura, por ejemplo: “lo que tiene usted es psicosis de edad” (2015:191). Aunque la señorita Trixie deja completamente claro que no quiere relacionarse con ella y solo quiere jubilarse, la señora Levy continúa implementando el tratamiento que cree mejor para la antigua asistente de contabilidad. Su absoluto desprecio por los sentimientos y deseos de la señorita Trixie socava su afirmación de que está realmente interesada en ayudarla. En cambio, el señor Levy entiende que “ella lo único que quiere es jubilarse y dormir” (2015:193).

En la segunda parte del capítulo, el patrullero Mancuso intenta arrestar a George. Reaparece una vez más el concepto de “personaje sospechoso”. Aunque George está realmente vinculado con una actividad ilegal (la venta de imágenes pornográficas), el patrullero Mancuso no tiene ninguna evidencia de esto. Se sugiere que en los Estados Unidos en 1960, las personas pueden ser investigadas solamente por los prejuicios de los oficiales respecto de sus apariencias. En este sentido, el origen étnico y el poder adquisitivo son factores que determinan el nivel de libertad de los ciudadanos. Además, este episodio sugiere la importancia del factor azaroso en el trabajo de Mancuso: detiene a George solamente por la presión del sargento y su propio deseo por realizar un arresto.

En la tercera parte del capítulo aparece nuevamente información sobre la relación entre Ignatius y su madre. Es significativo cómo la señora Reilly, antes de visitar a su amiga Santa, “estaba decidida a que el fantasma de Ignatius J. Reilly no asediara su fiesta como tantas veladas de bolos” (2015:199). Sin embargo, piensa en su hijo durante toda la velada y habla de él con todas las personas con las que interactúa. Llamativamente, menciona al “fantasma de Ignatius”, como si fuese una presencia invisible que la acompaña a todos lados. De hecho, hay algo inmaterial en el vínculo que la atrae hacia su hijo en cualquier situación. Cuando se encuentra incómoda en la casa de Santa dice: “Creo que oigo a Ignatius que me llama. Será mejor que me vaya” (2015:205). Esta excusa es inverosímil, en tanto Ignatius está en su casa, a una distancia que no le permitiría oírlo. De algún modo, la señora Reilly sufre su vínculo estrecho con su hijo pero, a la vez, lo aprovecha.

Cuando el patrullero Mancuso menciona que ha perdido el libro de Ignatius, la señora Reilly contesta: “menudo lío tendríamos” (2015:199), evidenciando que le tiene miedo a su propio hijo. Luego agrega: “ya me estoy hartando de Ignatius, aunque sea mi hijo” (2015:199). La señora Reilly deja entrever que cansarse de su hijo le da culpa, incluso cuando es un hombre de treinta años que sigue viviendo en su casa.

Finalmente, en este capítulo se configura una escena de ironía dramática, es decir, una situación en la que el lector sabe más que uno o varios personajes. En la casa de Santa, el señor Robichaux critica al policía que lo ha arrestado sin saber que ese mismo policía, el patrullero Mancuso, se encuentra en esa reunión social y es el sobrino de Santa. Cuando conversa con la señora Reilly, el señor Robichaux dice: “Fueron ellos, los policías. Son todos una pandilla de comunistas” (2015:204). Luego, Santa fomenta el enojo del viejo porque no sabe que se trata de su sobrino. Dice: “Oiga, señor Robichaux, imagínese ahora que ve a aquel policía que le detuvo” (2015:204). Él contesta que espera no verlo nunca más, pero Santa insiste: “Sí, pero supongámoslo. ¿No le perdonaría y le olvidaría?” (2015:203). Además de los lectores, el personaje que sabe quién es quién es la señora Reilly, que se encuentra nerviosa e incómoda. Intenta esquivar la situación yéndose a buscar una aspirina, pero en ese momento el patrullero Mancuso ingresa a la sala y el señor Robichaux lo reconoce.

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