En la actualidad, La guerra de los mundos es una novela tan conocida y el tema de la invasión marciana ha sido tan utilizado durante más de un siglo que es difícil para los lectores contemporáneos imaginar qué tan impresionante pudo haber sido hacia fines de 1800 la idea de una invasión extraterrestre. Si bien Wells no inventó el género de ciencia ficción (es difícil indicar con certeza el nacimiento de un género, pero los críticos señalan como pioneros a Mary Shelley, con Frankenstein y a Julio Verne), fue una de las figuras de mayor influencia en establecer las bases con las que se conoce y piensa el género hasta el presente. En suma, la ciencia ficción es un género que explora las posibilidades de las ciencias, la tecnología y su relación con el ser humano en tanto individuo y grupo social. Wells también introdujo otras ideas del género, como la crítica -a veces implícita, otras explícita- de problemas concretos del mundo contemporáneo.
La guerra de los mundos explora los horrores de la invasión y la colonización, y realiza un paralelismo constante entre los marcianos invasores de la Tierra y los conquistadores europeos que subyugaron violentamente a infinidad de pueblos nativos alrededor de todo el mundo. Subyacente a la invasión marciana y la lucha de los humanos por sobrevivir, el narrador presenta una historia que reflexiona sobre el imperialismo británico, la evolución, las revoluciones tecnológicas y su aplicación con fines bélicos e incluso la posibilidad del uso de armas biológicas.
Tanto los críticos como el público no especializado suelen elogiar la ciencia ficción -y la obra de Wells específicamente- por su habilidad para usar el tema de lo alienígena o inhumano como una forma única de capturar los sentimientos y los conflictos propiamente humanos; el fin último de la literatura de ciencia ficción no es simplemente imaginar las posibilidades de la ciencia, sino descubrir nuevas perspectivas sobre la existencia y el lugar de la humanidad en el mundo. La guerra de los mundos ejemplifica esta búsqueda de dos maneras: en primer lugar, su argumento emplea a los marcianos como un dispositivo para resaltar el terror y la desigualdad intrínseca a la colonización, de la que Inglaterra, la nación de Wells, es el mayor ejemplo histórico. En segundo lugar, la famosa transmisión radial de Orson Welles en 1938 puso en evidencia qué tan creíble y aterradora podía resultar la posibilidad de una invasión extraterrestre: la gente de aquella época estaba preparada para creer, histéricamente, que podía ser invadida y subyugada por una raza superior, altamente evolucionada, que los llevara a la ruina y la extinción.
La naturaleza y la potencia de la ciencia ficción que acabamos de ilustrar ha influido durante más de un siglo la producción de objetos culturales icónicos, en todos los formatos y estilos posibles: desde la literatura hasta los videojuegos, pasando por el cine, la radio y la televisión, la ciencia ficción ha resultado en sagas como la famosa Star Trek, o el videojuego Bioshock, que realiza una crítica distópica a la obra de la famosa escritora apóloga del capitalismo, Ayn Rand. Por eso, más allá de leer La guerra de los mundos como una historia autónoma, también puede interpretársela como una suerte de texto base o matriz (entre otros, como Frankenstein) para toda una modalidad de exploración ficcional de las posibilidades de la humanidad.