La náusea

La náusea Ironía

En el momento en que Antoine Roquentin más se interesa por Anny, ella no siente ningún interés por él.

En varios pasajes de la novela, Antoine Roquentin reflexiona sobre el hecho de que, en el pasado, él hizo sufrir Anny y no se comportó bien con ella. Luego, en el encuentro que tienen en París, es la propia Anny la que se lo recuerda: "(...) ¿recuerdas tus fechorías de antes? Venías, hablabas, te ibas: todo a destiempo" (p.118). También le dice que, si estuvieran reproduciendo la misma dinámica del pasado, solo podrían pasar cosas malas entre ellos.

Sin embargo, Anny ha cambiado. Ahora tiene una percepción mucho más concreta con respecto a su existencia, percepción que compatibiliza con la de Antoine y despierta en él el deseo de estar con ella. Pero ahora Anny ya no tiene ningún tipo de interés por Antoine; ahora la mantiene un hombre, viaja por el mundo, "se sobrevive". Hay una fuerte carga de ironía en cómo se invierten los roles entre Antoine y Anny: cuando ella más deseaba estar con él, Roquentin la trataba con cierto desdén, y ahora que él se ve reflejado en ella y coincide con su perspectiva sobre la existencia, es Anny la que le pide que se vaya y le da a entender que no tiene ni el más mínimo interés en él.

Antoine ha dejado todo para dedicarse a un personaje histórico que lo aburre.

Antoine Roquentin volvió a Francia y se mudó a Bouville para escribir un libro sobre el Marqués de Rollebon. Incluso, en un momento, confiesa que el Marqués constituye la única justificación de su existencia. Luego, más adelante, expresa que Rollebon lo aburre profundamente, sobre todo porque la información que tiene sobre él es confusa, imprecisa, incluso contradictoria. La ironía aquí radica en que Antoine ha dejado todo para dedicarse a escribir un libro sobre un personaje histórico que lo aburre.

Así, tenemos que la única justificación de la existencia de Roquentin (o sea, M. de Rollebon) le produce un gran aburrimiento. Aquí aparece uno de los tantos preceptos existencialistas que se encuentran en La náusea: como fuimos arrojados al mundo sin un propósito y estamos condenados a este absurdo existencial, no hay nada que podamos hacer para darle un sentido a nuestras vidas; esto lleva a un fuerte estado de aburrimiento, apatía y desesperanza.

Antoine Roquentin se siente más solo cuanto más rodeado de gente está.

La soledad es, sin duda, uno de los temas principales en La náusea, y Sartre la trabaja, sobre todo, a través de su personaje principal, Antoine Roquentin. Antoine es un hombre soltero, que vive solo en un albergue y que intenta establecer la menor cantidad de vínculos sociales posibles. Durante toda la novela, interactúa solo con tres personajes: el Autodidacto, Anny y Françoise, la patrona del lugar donde vive.

La ironía radica en que cuanto más rodeado de personas está Antoine, como, por ejemplo, en el Café Mably o caminando por la calle Tournebride el domingo, ese sentimiento de soledad se profundiza. Esto tiene que ver con el hecho de que Roquentin ve la sociedad de Bouville como una masa amorfa compuesta por personas que viven sin ningún tipo de conciencia respecto de su propia existencia ni de su falta de libertad. En varios pasajes de la novela, Antoine critica esa previsibilidad de la gente de Bouville, que responde a parámetros sociales impuestos que nada tienen que ver con sus deseos individuales. Roquentin se siente solo porque la inercia que arrastra a la sociedad a vivir casi en un estado de automatismo va en contra de su concepción de existencia. Cabe agregar que, si bien para Antoine la existencia repugna por su cualidad de absurda y gratuita, también es cierto que se da un ejercicio de la libertad individual en esa existencia; en ese sentido, la sociedad de Bouville pareciera dejar solo a Antoine Roquentin sacrificando esa libertad individual y dejándose arrastrar por las imposiciones del sistema social.

Antoine Roquentin siempre quiso ir a Bengala, pero cuando le ofrecen la oportunidad de ir, él se niega.

Antes de mudarse a Bouville para escribir el libro de M. de Rollebon, Antoine Roquentin trabajó viajando por el mundo. Cuando estaba radicado en Indochina, recibió una oferta para ir a Bengala, lugar al que siempre había querido viajar. Sin embargo, irónicamente, rechazó la oferta y regresó a Francia. Esta decisión tuvo que ver con que, en el momento de tener que dar una respuesta, Antoine comenzó una progresión de cuestionamientos respecto de qué estaba haciendo de su vida, que concluyó con una fuerte sensación de vacío y falta de deseo. Es irónico cómo la posibilidad concreta de realizar un sueño llevó a Roquentin a cuestionárselo todo e hizo que perdiera el deseo de concretarlo.

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