Bruno odia a su madre por no haberlo criado, pero hace lo mismo con su hijo.
Existe una clara contradicción entre lo que Bruno piensa sobre la crianza de los hijos y lo que él hace con el suyo. Mientras que él mismo ha sufrido el abandono y añora las estructuras familiares tradicionales, es incapaz de darle a su hijo la atención y el amor que necesita. Bruno se mueve con una doble moral evidente: por un lado, critica a las mujeres que destruyen las familias en pos de su libertad sexual, pero él hace exactamente lo mismo con su familia y, aunque se culpa por ello, no parece otorgarle la misma gravedad que a otros casos como, por ejemplo, el de su madre.
La respuesta que Bruno le da a Sophie durante un baile en El Espacio de lo Posible. (Ironía verbal)
Bruno estalla durante una conversación que tiene con una mujer católica en El Espacio de lo Posible y da rienda suelta a toda su ironía. Cuando la mujer, como para defenderse después de decir que no le gustan las danzas africanas explica que prefiere las brasileras, Bruno le contesta de la siguiente forma:
Podría irme de vacaciones a Brasil. Conduciría entre las favelas. En un minibús blindado. Observaría a los pequeños asesinos de ocho años que sueñan con llegar a jefes; a las pequeñas putas que mueren de sida a los trece años. No tendría miedo, porque el blindaje me protegería. Eso, por las mañanas; por las tardes iría a la playa entre riquísimos traficantes de droga y chulos de putas. En medio de esa vida desordenada, en medio de tanta urgencia, olvidaría la melancolía del hombre occidental. Sophie, tienes razón: al volver voy a pedir información en una agencia de Nouvelles Frontières. (p.134)
Por supuesto que Bruno no piensa hacer absolutamente nada de lo que dice; su discurso, que presenta una mirada muy sesgada de Brasil, es una reacción a la idealización estúpida que cree reconocer en el discurso de la mujer católica y pone de manifiesto la poca capacidad que tiene para relacionarse con otras mujeres.
