Las partículas elementales

Las partículas elementales Michel Houellebecq y una literatura desesperanzadora

En los últimos 25 años, Michel Houellebecq se ha ubicado como el escritor más controversial de la literatura francesa contemporánea; considerado un pesimista cultural que hace gala de un estilo literario plano y lacónico (se lo ha acusado hasta de plagiar a Wikipedia durante extensos fragmentos de sus novelas), Houellebecq es, sin embargo, uno de los escritores franceses más exitosos de la actualidad.

Sus obras y sus dichos en la prensa le han ganado acusaciones de misógino, obsceno, xenófobo, misántropo, fascista y hasta el mote de "delincuente intelectual"; como si esto fuera poco, ha recibido también denuncias penales por incitación al odio religioso y racial. Con este trasfondo, Houellebecq se ha convertido en el blanco de la crítica literaria especializada y ha sido objeto de estudio de muchos intelectuales en el ámbito de la filosofía y la literatura. La Dra. Carole Sweeny, catedrática de la Universidad de Londres, le ha dedicado muchos años a su estudio y ha publicado en 2014 su obra Michel Houellebecq and the Literature of Despair (cuya traducción al español podría ser Michel Houellebecq y la literatura de la desesperación o desesperanza), en la que analiza a fondo el perfil melancólico del escritor francés, que atrae tanto -a la vez que repele- a lectores que cubren todos los espectros ideológicos posibles.

Sweeney se encarga de desentrañar una de las dimensiones más complejas de la obra de Houellebecq: el liberalismo y la representación de una lógica de mercado que ha logrado determinar, en las sociedades occidentales, todos los aspectos de la vida. Así, el capitalismo en su forma neoliberal aparece como el pináculo de la mercantilización y el intercambio, ya sea económico, sexual o de información; esto produce en la población la falsa apariencia de libertad absoluta cuando en verdad los somete a relaciones sociales cada vez más controladas y privatizadas. El ataque al capitalismo está acompañado por la reacción de Houellebecq contra el movimiento de Mayo del 68 -de lo que Las partículas elementales es un excelente ejemplo. Mientras que gran parte de la población francesa observa a los movimientos sociales como una tercera ola de liberación y obtención de derechos en Francia, sus críticos (entre los que se encuentran, por ejemplo, el expresidente Nicolas Sarjozy y, por supuesto, el propio Houellebecq) les atribuyen el colapso de la moral y la destrucción de las estructuras que cohesionaban a la sociedad.

Si bien Sweeney está de acuerdo con el ataque al neoliberalismo y su estructura social, en la que se sobreexplota el deseo y se genera una red de información tan vasta y compleja que resulta ya imposible determinar qué es real o verdadero, no deja de señalar que en la ficción de Houellebecq la única forma que encuentran los personajes para escapar a la desesperación total es sumergirse por completo en un mundo libertino e hipersexualizado. Esta conducta, en verdad, solo puede llevar al fracaso y a una desesperación aun mayor e insoportable, ya que el deseo sexual es una de las dimensiones más comercializadas y explotadas por el neoliberalismo.

La simpatía de Sweeney por Houellebecq muere completamente cuando aborda la cuestión del antifeminismo del escritor francés. Como puede observarse en Las partículas elementales y en casi toda la obra de Houellebecq, los personajes femeninos son simples, y por lo general se limitan a presentar dos dimensiones de la feminidad: la mujer hecha para la satisfacción del deseo carnal del hombre, y la mujer dadora de cuidado y contención familiar. Con esta simplificación misógina del lugar que ocupan las mujeres en la sociedad, el pensamiento de Houellebecq hace retroceder medio siglo la reflexión intelectual sobre la complejidad del sexo, el género y la sexualidad. El esencialismo biológico de Houellebecq ignora de forma contundente todas las teorías modernas sobre el género como una construcción social y reduce el espectro de relaciones humanas al deseo del macho sobre la hembra. En este contexto, Houellebecq no se cuestiona el lugar que ocupa el sexo en las sociedades neoliberales, sino el que ocupa el amor. En la mercantilización de la vida sexual, el amor y la compasión -algo que desde su punto de vista solo puede darse entre personas cisgénero y heterosexuales- son eliminados de la ecuación, y ello conlleva, en última instancia, la destrucción de la dimensión afectiva del ser humano.

En dicho panorama, los seres humanos houellebecquianos se enfrentan a una depresión cada vez más cruda de la que solo se puede escapar mediante el suicidio. En ello, Sweeney interpreta la mirada de Houellebecq como un análisis postantropológico de la humanidad: el determinismo científico y tecnológico está destinado a destruir la sociedad tal cual se la conoce y a instaurar una comunidad homogénea y monocultural. Esto es lo que se observa, por ejemplo, al final de Las partículas elementales: la ciencia ha hecho posible la clonación y en el futuro todos los humanos comparten el mismo genoma, sin mutaciones ni alteraciones, lo que deriva en una gran sociedad armoniosa en la que la individuación se ha superado.

La fascinación que muestra Houellebecq por la posibilidad del fin de la humanidad y la eliminación de cualquier esperanza de redención es lo que empuja a Sweeney a calificar su obra como "Literatura de la Desesperación", y es la peor mirada que se puede sostener sobre el futuro del capitalismo, que aparece como una fuerza destinada a tragarse nuestros sentimientos hasta deshacer nuestras vidas y alimentar con ellas las maquinarias del libre comercio.


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